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JALON DE OREJAS

Semana
6 de abril de 1998

La prematura muerte del proyecto político conocido con el nombre de 'tercería' es totalmente explicable. Y la explicación tiene que ver fundamentalmente con las mismas razones por las cuales Francisco Santos no pudo armar su sueño de una lista única para Congreso: porque los proyectos que dependen de una suma de egos están condenados al fracaso.Pero la muerte de la 'tercería' estuvo precedida de una agonía dañina. No sólo para quienes habían depositado todas sus esperanzas en esta fórmula política, pensando que podía representar la suma real de las fortalezas particulares de cuatro excelentes candidatos presidenciales, sino dañina además para los propios candidatos. Porque deja al descubierto su incapacidad, o su falta de voluntad, para deponer sus egos o sus consideraciones personales en aras de una fórmula política capaz de derrotar el 8.000 en las próximas elecciones presidenciales. De los cuatro protagonistas de la 'tercería', dos están excusados. Carlos Lleras renunció a la candidatura y se puso al servicio de salvar esta fórmula política para que ella fuera encabezada por alguien distinto de sí mismo. Aprovecho aquí la oportunidad para mencionar el hecho de que Lleras fue un excelente candidato, lleno de ideas, de propuestas moralizadoras y de humor. No sólo es una verdadera lástima que ya no esté en la contienda, sino que es un desperdicio que no hubiera considerado la alternativa de ir al Congreso, donde habría sido un ingrediente fundamental de la urgente renovación parlamentaria. Otro candidato excusado del fracaso de la tercería es Antanas Mockus. Lo creo totalmente sincero en su propósito de apoyar la tercería como una fórmula de unir fortalezas. Y lo considero uno de los pocos colombianos realmente capaces de deponer el ego con el propósito altruista de hacer algo útil por la política. De hecho, la forma original, entusiasta y renovadora como integró su equipo para aspirar al Congreso revela exactamente las gigantescas dimensiones de su personalidad. Estoy segura de que, de no haber estado impedido, habría figurado de último en su propia lista para Senado, porque en la incansable búsqueda de Mockus de un espacio en la política hay un hombre que sabe lo que significa hacer a un lado las aspiraciones personales en beneficio del interés altruista de cambiar la forma como se hace política en Colombia. Pero los dos candidatos no excusados de haber dejado morir la 'tercería' son Noemí Sanín y Alfonso Valdivieso, y digo no excusados, porque eran los dos más opcionados para convertirse en la cabeza aglutinadora de las fuerzas dispersas que representan. Con toda la admiración que podemos profesarles a ambos, a Noemí como esa extraordinaria mujer batalladora e incansable y a Valdivieso como el hombre que estuvo al frente del esfuerzo moralizador más importante que se haya dado en toda la historia de la política colombiana, a ambos, con todo respeto, debemos jalarles las orejas. Son responsables del pésimo manejo que se le dio al tema de la tercería, en el que jamás se debieron haber metido si lo iban a dejar morir por falta de generosidad. La tercería, en sí misma, representa un gesto de entrega, en el que uno o más candidatos se ponen de acuerdo para escoger el nombre de quien más efectivamente puede acelerar ese carro político hacia adelante. Pero ensayar a hacerla, sin tener realmente el propósito de acordarla a toda costa, es peligroso y contraproducente, como quedó demostrado en esta oportunidad. Primero, porque un grupo de candidatos que se sienta a conversar sobre la necesidad de unirse para fortalecerse deja al descubierto una debilidad política individual de cada uno que solo se resuelve concretando efectivamente el equipo en cabeza de un solo escogido. Desbaratada la tercería, los candidatos, que hicieron pública su debilidad electoral, no tienen más camino que regresar a las sedes de sus campañas, más débiles que cuando salieron de ellas para sentarse a conversar con los demás. Y segundo, porque el fracaso de la tercería, una vez que se hizo pública la intención de acordarla, le sugiere a la opinión que se atravesaron uno o varios egoísmos, uno o varios egos, una o varias aspiraciones personales que terminaron primando sobre el interés general.En conclusión, como dijo un agudo observador político, fracasada esta tercería todos van a quedar de cuartos.