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¿Por qué matar al mensajero?

La Universidad de Cartagena merece respeto porque es, precisamente, el primer centro de educación superior de La Heroica. Merece respeto porque es un centro de conocimientos que debe aportar al desarrollo de la ciudad y al de la región.

Joaquín Robles Zabala, Joaquín Robles Zabala
25 de abril de 2016

El patrón siempre es el mismo: intentar linchar al mensajero. La historia dice que esa tradición macabra la empezaron los antiguos griegos y la continuaron los romanos, dos civilizaciones que le aportaron un poco más de la mitad de sus conocimientos a la Humanidad. En realidad, esa tradición sigue viva: investigar al denunciante es el equivalente hoy de sacrificar al mensajero. No tengo duda de que las malas noticias, en este caso las denuncias sobre irregularidades en organismos o instituciones del Estado, siempre levantarán más de una ampolla. Pero se olvida que la función del periodismo es esa: develar aquellas cosas que los poderosos no quieren que se sepan.

El actual rector de la Universidad de Cartagena ha enviado una larga nota de protesta a la dirección de la Revista SEMANA con la intención de que se haga una rectificación de la información aparecida en cuatro artículos publicados en este mismo espacio sobre la manera cómo se han venido realizando, a lo largo de dos décadas, robos sistemáticos del presupuesto del alma máter, según lo expuesto por un gran número de profesores y estudiantes de los distintos programas, preocupados por lo que pasa al interior de esa institución.

El  señor Parra Chacón ha expresado que él desconoce, en primera instancia, que en la U. de C. se hayan presentado casos de cambio de notas por sexo. Que no ha habido denuncias al respecto. Creo que debería estar mucho más informado de lo que pasa a su alrededor porque parece inconcebible que alguien que dirige una institución como esa no se entere de “esas pequeñeces” que suceden a diario ante los ojos de mucha gente. Que yo, según lo expuesto en ese documento enviado a la dirección de la revista, he mancillado el buen nombre de la Universidad.

Señor rector, seamos serios. Yo le pregunto, primero, ¿es o no cierto que la señora Patricia Martínez Barrios, entonces viceministra para la educación superior, se opuso con su voto a que usted fuera elegido rector de la Universidad porque no encontró méritos suficientes para que desempeñara tan importante cargo? ¿Es o no cierto que el déficit presupuestal de la U. de C. alcanza hoy los casi 16 mil millones de pesos? ¿Es o no cierto que hay profesores de tiempo completo que trabajan para otras instituciones ocupando cargos similares?

La lista de preguntas que usted debería responder, señor Parra Chacón, es tan larga que podríamos cubrir con ella el planeta Tierra. ¿Cómo explica usted, por ejemplo, que un vicerrector de Bienestar Universitario como Miguel Camacho, el peor estudiante que ha salido de la Universidad de Cartagena, ocupe un cargo tan importante sin haber tenido siquiera una maestría ni llenar los requisitos para desempeñar dichas funciones? ¿Cómo explica usted que este señor, que yo conozco personalmente, sea propietario de un apartamento en un sector exclusivo de la ciudad y tenga carros que no se compran aun trabajando honestamente toda la vida?

Cualquiera con dos dedos de frente, señor Parra Chacón, se preguntaría lo mismo que yo me estoy preguntando. Si usted fuera un señor vertical, como espero que sea, abriría de inmediato una investigación para saber a ciencia cierta qué tanto de verdad o mentira hay en mi información. Pero no. A usted le ha resultado mucho más fácil utilizar el poder que le otorgó la Universidad, y que le permite echar mano de sus recursos, para hacerme una citación a la Fiscalía. Matar al mensajero, señor rector, solo deja un manto de dudas sobre sus actuaciones y da mucho más veracidad a las denuncias que he venido haciendo.

Usted se pregunta en la nota que envió a la dirección de  SEMANA cuáles son mis motivos para hacer estas denuncias. Aunque no lo dice, puede pensarse que detrás de esto hay intereses particulares. Yo lo invito a que haga sus propias averiguaciones e investigue –sé que usted tiene los recursos para hacerlo y el personal calificado para llevar semejante tarea— quién es Joaquín Robles Zabala, qué estudió y qué hace.

Ahora bien, le confieso que lo que he dicho en esos cuatro artículos que a usted y a sus subalternos molestaron tanto, es solo la punta del iceberg de cuatro carpetas de información que tengo conmigo y que me suministraron personas interesadas en que se investigue lo que a usted le ha resultado grande hacer. Por otro lado, la normatividad jurídica es clara, señor Parra, y no permite que se acomode su interpretación: ninguna persona mayor de 65 años puede ejercer cargo de dirección o ser funcionario público. Esa excepción es exclusiva para los docentes, y sé que usted ya no lo es. Por lo tanto, si considera que estoy errado con respecto a esa información, le sugiero que vuelva a consultar con sus asesores jurídicos.

Yo desconozco qué intereses, y aquí sí son particulares, existan para que esa parte de la norma haya sido borrada de un plumazo de los estamentos que deben direccionar la U. de C. Las leyes son universales, le recuerdo, porque hacen parte de ese estadio universal que es la justicia, y esta cobija por igual a toda la sociedad. En otras palabras, no existen excepciones de aplicabilidad, las mismas que usted defiende desde la trinchera del poder. ¿Cómo explica usted que la señora Diana Lagos de Vergara, que ya alcanzó los 74 años de edad, haya sido nombrada vicerrectora de calidad cuando la normatividad jurídica no lo permite? Si esto, como lo ha dicho, hay que rectificarlo, yo no soy el indicado para hacer semejante obra que corresponde al legislativo.

Lo que usted debe hacer, doctor Parra Chacón, es ponerse al frente de esa institución centenaria que merece respeto. Merece respeto por muchas de las cosas que usted señala en su nota de protesta. Merece respeto porque es una de las universidades más vieja del país. Merece respeto porque de allí han salido grandes hombres que han representado a la nación. Merece respeto porque el dinero que sostiene la universidad lo paga hasta la gente más humilde de Cartagena. Merece respeto porque es, precisamente, el primer centro de educación superior de La Heroica. Merece respeto porque es una universidad, un centro de conocimientos que debe aportar al desarrollo de la ciudad, pero también al de la región. Merece respeto porque por sus pasillos transcurrió una parte importante de la vida de un hombre tan grande para Colombia como fue Gabriel García Márquez. Quizá usted no lo sepa, señor Parra, pero por ahí pasó también Jorge Luis Borges, una tarde en que fue a dictar una charla y muy pocas personas asistieron a tan magno evento y a la presencia de un ser que hoy es inmortal.

Por esto, y otros motivos, señor Parra Chacón, le reitero que tome las riendas de esa universidad y conviértala en la más importante de Colombia. Pero esto, estoy seguro, no va a ocurrir si sigue siendo la caja menor de todos los corruptos que la administran. No mate al mensajero, escúchelo y evalúe la situación. Eso solo lo hacen los hombres inteligentes, signados –no sé si por el destino-- para hacer grandes aportes a la Humanidad. Lo demás, señor, es paja. No lo olvide.

En Twitter: @joarza

E-mail: robleszabala@gmail.com

*Docente universitario.

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