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¿Cómo se hace un candidato?

Aunque no es seguro que Duque vaya a ser el próximo presidente, la estrategia uribista para volverlo un candidato viable, funcionó.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
23 de marzo de 2018

Hace dos meses el futuro del uribismo parecía empantanado. La selección de un candidato único a través de un “insulso reality” –como llegaron a llamarlo algunos– en el que se enfrentaban “cinco enanitos” sin mucho chance de crecer en la elección general, terminó siendo el primer y más firme paso para tener un candidato fuerte compitiendo por la presidencia de Colombia.

El hecho de que Uribe no cediera a la tentación de dar el ‘dedazo’ precipitadamente a favor de alguno de ellos, les permitió a todos los precandidatos mojar prensa de manera importante. Incluso los rumores de enfrentamientos internos en vez de hacerles daño acabaron despertando un inusitado interés entre las audiencias que se preguntaban constantemente cuál sería la suerte del Centro Democrático.

Aunque en las encuestas generales ninguno de esos aspirantes despegaba, Uribe –cuya máxima virtud es saber esperar– tenía claro para dónde iba. En los foros convocados por distintas universidades y gremios, los precandidatos del CD eran siempre la mayoría y aunque ese hecho no tuviera un efecto inmediato en los resultados globales, sus tesis y sus voces iban calando poco a poco, tanto que dos de esas candidatas –Paloma Valencia y María del Rosario Guerra– resultaron elegidas senadoras con votos que ellas mismas consiguieron dentro de la lista abierta al Congreso e Iván Duque, el candidato único del uribismo, llegó fortalecido a su primera contienda del 11 de marzo.

Y no es que Duque lo tenga todo ganado, pero gracias a esa decisión de ir a las urnas para dirimir su disputa con Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez y al extraordinario resultado que obtuvo aquel domingo, se volvió un aspirante completamente viable y, de paso, convirtió la consulta abierta en un mecanismo al que de aquí en adelante todos los partidos políticos recurrirán para no perder el momentum y dar golpes de opinión que fortalezcan sus candidaturas de cara a la primera vuelta. Las ‘primarias’ se volverán una costumbre en las futuras elecciones.

Pero volviendo a Duque, ahora la gente ya sabe que resultó ser ‘el que dijo Uribe’ y de ahí en adelante, de manera muy hábil, el candidato ha empezado a construir un capital político propio, mordiendo votos entre quienes se ubican en el centro y mostrándose como un tipo bien formado, con el carisma que le faltó a Óscar Iván Zuluaga y la soberbia que le sobra a muchos de sus copartidarios.

Ni enano, ni pollo, ni desconocido. Duque superó todas estas trabas y su rendimiento en los debates que ya han tenido lugar, lo ratifican como un buen contendor y le amplían sus posibilidades de crecimiento conforme se acerquen esas cruciales intervenciones en medios, unos días antes de la elección.

Sin embargo, tendrá que entender que una cosa es haberse convertido en un supercandidato y otra distinta creerse elegido presidente. Ni la maquinaria estatal se ha comenzado a mover ni los ‘JJ Rendón’ han entrado a hacer lo suyo y en estos dos meses de campaña muchos están revolcando la basura en busca de un escándalo que altere el curso político del país, como ocurrió hace cuatro años.

Falta todavía mucho tiempo para la primera vuelta y con un electorado de preferencias tan volátiles como el colombiano todo puede pasar. Lo cierto es que la fórmula para hacer un candidato, funcionó.

Twitter @JoseMacevedo       

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