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La división va por dentro

Tanto en el escenario de la paz como en el de las fuerzas de seguridad del Estado hay peligrosas grietas que se están abriendo mientras Santos prefiere mirar para otro lado

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
2 de abril de 2016

Guerra del micrófono (¡o del twitter!) entre funcionarios de la misma Rama Ejecutiva, rivalidades entre viceministros que se creían los ‘hijos bobos’ de Santos, ministros que se encuentran de frente y ni se saludan y partidos políticos que dicen hacer parte de una misma unidad nacional, pero que se combaten con fiereza por debajo de la mesa... Ya estábamos acostumbrados a todas estas fracturas en la era Santos. Sin embargo, preocupa que dentro del propio gobierno hayan surgido fisuras silenciosas pero peligrosas tanto en el equipo de paz como en el de las Fuerzas Militares, encargadas de proveer seguridad al Estado en un momento crítico como el que vivimos.

En materia de paz, los roces han sido notorios. Aunque al equipo negociador del gobierno le inquietó la primera intervención de Enrique Santos en La Habana por fuera de los cauces oficiales del proceso, fue en realidad la última visita la que más los incomodó. Una persona cercana a la mesa de La Habana me contó que era francamente desconcertante para los negociadores, en especial para Sergio Jaramillo, que cuando se paraban en la raya en temas cruciales frente a las Farc llegara el hermano del presidente a asumir compromisos a nombre del Estado y desbaratar toda la estrategia del grupo negociador. El presidente insiste en que la ayuda de Enrique ha sido invaluable para destrabar la mesa en momentos críticos pero lo cierto es que esas visitas están poniendo cada vez más nerviosos a De la Calle y sus muchachos. Así como nunca les gustó la ‘ayuda’ del fiscal que solía generarles más problemas que soluciones, lo del primer hermano de la Nación también les está generando escozor.  

No es en lo único en lo que hay división. El inicio de una fase pública de diálogos con el ELN y sus repercusiones en la mesa ya abierta con las Farc ha sido motivo también de distanciamiento entre Sergio Jaramillo y Frank Pearl. El primero cree que la forma en que se está conduciendo aquella etapa previa a la instalación de una mesa con los elenos es desastrosa. En la cara se le nota a Jaramillo que no confía en lo que está pasando con esa guerrilla y aunque oculte su inconformismo públicamente para no generar más ruido, por dentro sigue siendo muy escéptico de lo que se está haciendo y razones no le faltan.

Pero si por los lados de la paz existen estas tensiones, en el aparato de guerra las cosas no son mejores. Que un general activo como Mauricio Forero haya hablado con el uniforme todavía puesto de la manera en que lo hizo con varios medios de comunicación la semana pasada ha puesto con los pelos de punta al gobierno. Sus declaraciones son muy delicadas y merecieron la atención del procurador que en una carta al ministro de defensa le pidió aclarar estas sindicaciones. En el gobierno, más allá de un lacónico comunicado, ha faltado quien salga a contarle al país lo que está pasando y si, de fondo, lo que existe realmente es una pelea interna que está aflorando en el peor momento de todos.

Conviene, por ejemplo, que el ministro de defensa nos cuente si además del General Forero también pedirá la baja del General Zúñiga, ex jefe de inteligencia técnica del Ejército. Que nos cuente si este es un episodio más de una guerra interna entre ambos oficiales que desdice de la institución militar y que quizá tenga alcances muy feos que todavía estamos lejos de conocer.

Lo único peor que le puede pasar al presidente Santos, es que además de su baja favorabilidad y la polarización feroz entre defensores y detractores del proceso de paz, en su gobierno existan estas serias pugnas y que él decida mirar para otro lado y no asumir un liderazgo fuerte que le permita coger el toro por los cachos y reunificar a su gente. Las rivalidades y rupturas que se están creando en sus narices no son de poca monta y bien valdría la pena que revisara lo que está pasando si es que quiere salir airoso de su arriesgada apuesta para lograr lo que él llama paz.  

Twitter: @JoseMAcevedo

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