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Milicias urbanas, ¿ausentes en La Habana?

De esa cara oculta de la guerrilla de las Farc que opera en las ciudades y que hace trabajo político no hay rastro en los acuerdos logrados hasta ahora.

Juan Diego Restrepo E., Juan Diego Restrepo E.
15 de julio de 2016

La historia fue así: saliendo de un campamento del Frente 47 de las Farc tras un bombardeo efectuado por el Ejército, fue capturado el 4 de agosto de 2006, en Aguadas, Caldas, Fredy Escobar Moncada, conocido con el alias de ‘Mateo’, y a quien los altos mandos militares lo definieron como “ideólogo del Frente Jacobo Arenas”.

Escobar Moncada no era un subversivo cualquiera. Se formó en sociología en la Universidad de Antioquia, hizo parte activa de los movimientos sociales de Medellín y en su representación, el entonces alcalde de la ciudad, Sergio Fajardo, lo propuso como miembro de la junta directiva de Empresas Públicas de Medellín, donde fue nombrado sin problema alguno.

Tuve la oportunidad de conocer meses antes de su captura a Escobar Moncada en un evento académico en el que hablaba del fenómeno de los desconectados de los servicios públicos domiciliarios en la ciudad. Su apariencia se alejaba de generar sospecha alguna de su articulación a las Farc. Y solo unos pocos sabían de su pertenencia al grupo subversivo.

¿Cuántas personas como este sociólogo existen en las grandes ciudades del país, haciendo trabajo político y siguiendo las directrices que trazó en su momento el segundo hombre de las Farc, ‘Alfonso Cano’, de mantenerse en la clandestinidad?

Debo confesar que me causó gran sorpresa la declaración que dio el pasado domingo a Caracol Radio desde Briceño, Antioquia, el jefe guerrillero y miembro del equipo negociador en La Habana, Félix Antonio Muñoz, alias ‘Pastor Alape’, quien, en reacción a un pronunciamiento sobre las milicias hecho por el procurador Alejandro Ordóñez, dijo: "Hablar de milicias urbanas eso está en la imaginación del Procurador, eso son cosas de los que hoy están llorando porque la guerra está herida y de muerte, entonces están pataleando, aquí el país está sintonizado con la paz”.

No sé si es un problema semántico alrededor del término “milicias urbanas” que genera tales contradicciones, pero no puede desconocerse la existencia en las ciudades de hombres y mujeres pertenecientes al Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia (MB) y al Partido Comunista Clandestino de Colombia (PCCC, también conocido como PC3). De hecho, el portal VerdadAbierta.com, entrevistó a dos de sus integrantes a las afueras de Bogotá. (Ver Milicias urbanas: el rostro clandestino de las Farc)

Ambos integrantes de esas organizaciones urbanas, ya profesionales, formados en prestigiosas universidades capitalinas, tal como lo es también Escobar Moncada, aseguraron que sí están presentes en La Habana y aportan insumos a la mesa de negociaciones.

En abril de este año, tuve la oportunidad de entrevistar en alguna zona del Parque Nacional Nudo de Paramillo al legendario jefe guerrillero Joverman Sánchez Arroyave, conocido en las filas de la guerrilla como ‘Rubén’ o ‘El Manteco’, quien comanda el Frente 58 y ha estado en las filas guerrilleras por más de 30 años. En nuestra conversación, aseguró que los miembros del MB y del PC3 continuarían en la clandestinidad, haciendo su trabajo político, hasta que se den las condiciones de seguridad para descubrir su rostro e incorporarse abiertamente al movimiento que fundasen las Farc, una vez dejen sus armas y se reincorporen a la vida legal.

No obstante, el futuro de quienes integran el MB y el PC3 se decidirá en la Décima Conferencia de las Farc, máximo órgano decisorio de este grupo alzado en armas, que se realizará una vez se logre el llamado Acuerdo Final con el gobierno nacional.

Existiendo tantas evidencias, y tantos hombres y mujeres comprometidos en las ciudades con el trabajo político, no entiendo por qué alias ‘Pastor Alape’ niega esa realidad. Puede, me aventuro a pensar, que estos “cuadros” de la guerrilla no sean considerados “milicianos” y de ahí el problema semántico que genera su uso, pero en el imaginario de la gente están rotulados de esa manera, de ahí que el procurador Ordóñez haya recurrido a su uso para plantear sus dudas sobre el futuro de esas células insurgentes, de los que poco se ha hablado en la isla del Caribe.

Hay un concepto que también enrarece la discusión, el de “redes de apoyo al terrorismo”, que emplean las fuerzas de seguridad del Estado para describir a los “milicianos” que actúan de civil en los pueblos donde las Farc tienen injerencia y están dedicados a la extorsión, la gestión de información y tareas de inteligencia urbana. Surge entonces un nivel distinto de “milicias”, muy diferentes, en alguna medida, a quienes en las grandes ciudades hacen parte de este grupo rebelde.

Revisé el texto del Acuerdo sobre cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y dejación de las armas, firmado en La Habana el pasado 23 de junio, en busca de rastros que indicaran la existencia de “los milicianos” y hay un fragmento que me llama la atención: “El armamento de acompañamiento, granadas y municiones que ingresen a los campamentos, incluyendo las armas de las milicias, permanece en armerillos temporales bajo responsabilidad de las FARC-EP, hasta el día D+60 cuando serán almacenados en los contenedores dispuestos para este fin”.

Será fácil que esas “milicias” de poblaciones cercanas a los campamentos de las Farc entreguen sus armas, pero ¿cómo será el procedimiento para que las que están ocultas en las ciudades sean llevadas a los armerillos que estarán bajo custodia de las Naciones Unidas en las llamadas Zonas Veredales Transitorias de Normalización? Su existencia es real y se han visto en las “paradas” que han hecho las MB en distintas universidades públicas del país. Eso no es un secreto y, por el contrario, se ha convertido en una demostración de fuerza.

Ante tantas evidencias, no entiendo por qué alias ‘Pastor Alape’ negó la existencia de las “milicias urbanas”. Reitero, puede que sea un asunto semántico, pero el Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia y el Partido Comunista Clandestino de Colombia son reales, por tanto, sí es importante que desde La Habana se le aclare al país qué va a pasar con esas estructuras y cuál será el procedimiento para que, por fin, descubren su rostro.

(*) Periodista, director del portal VerdadAbierta.com En Twitter: jdrestrepoe

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