Home

Opinión

Artículo

LA ANESTESIA NACIONAL

¿Quien recuerda si fueron ocho, nueve, o diez, los policias muertos por la bomba en Itagüí?

Semana
28 de mayo de 1990

Durante el tiempo transcurrido entre el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan y el de Carlos Pizarro, Colombia ha cambiado tanto, que el pais hasta podria estar llamandose de otra manera. Porque mientras hace 40 años la muerte de Gaitan incendio la plaza de Bolivar, destruyo a Bogota, desboco la violencia politica, creo el Frente Nacional y mantuvo un aho a la gente sin salir a la calle, apenas si se cancelaron algunas de las comidas sociales que estaban programadas para la noche del dia en que mataron a Pizarro, y lo unico mas o menos distinto consistio en que aqui en Bogota las calles se desocuparon temprano por el temor a las vitrinas rotas que producen los magnicidios colombianos.

Claro que alguien podra alegarme que en eso, precisamente consiste la civilizacion politica en que hayan matado a Pardo Leal, a Galan, a Jaramillo y a Pizarro sin que se haya prendido el pais.
Desde luego, esa afirmacion forma parte tambien de la desfiguracion nacional. Suponer que es civilizacion politica que en Colombia se pueda matar sin que pase nada, y enorgullecerse por ello.

Lo que ha cambiado entre el pais que vio morir al caudillo liberal, y el de hoy, lo traen envueltas las estadisticas sobre los hechos sangrientos que los periodistas entregamos a diario a los colombianos, sin que nos tiemblen la mano ni la voz. Se llama familiarizacion con la violencia. Y consiste en que hace tiempo que en este pais el impacto de un hecho violento solo dura mientras es superado con creces por el que sigue.

Creiamos en una epoca que matar policias era una monstruosidad. No es que no sigamos creyendolo. Es solo que ahora mas dificilmente nos asombra, porque si en lo que va corrido de este año han matado a 129 y herido a 300, un policia muerto mas solo entrar a formar parte de una estadistica oficial.

Tambien hubo una epoca en lo que nos estremecian las masacres, definidas ellas con una cifra macabra: entiendese por masacre toda aquella matanza de cinco o mas personas. No se me olvida el asombro nacional cuando el 8 de enero de 1988 se conocio el asesinato colectivo de ocho personas en Envigado. Pero claro. Ahora nos impresionamos menos, porque desde entonces los colombianos hemos visto repetirse la historia 151 veces en las pantallas de television. La masacre 152 tambien entrara a formar parte de la estadistica oficial, sin que la realidad le haya permitido un respiro a la mas morbosa de las imaginaciones.

Pero ahora la capacidad de asombro de los colombianos se ha visto anestesiada por lo que se nos esta volviendo otra estadistica oficial: el asesinato de candidatos presidenciales por niños y adolescentes que trabajan en fabricas de tizas en Medellín.
· El impacto por el asesinato de Pizarro le durara a los colombianos hasta el proximo hecho violento.
Asi como la muerte del ex guerrillero y candidato sencillamente supero el impacto.de la bomba que el dia anterior habia dejado seis muertos y 30 heridos en Medellin.
Y asi como la bomba, a su vez, habia superado el impacto que el atroz asesinato de un humilde expendedor de periodicos en Medellín habia dejado entre los que descubrieron esta noticia escondida en los periodicos.

Quien recuerda si antes de eso fueron ocho, nueve o diez los policias muertos, que otro carro bomba habia dejado hace tres semanas en Itagüi?
Pero mas cruel que la familiarizacion con la violencia es la cruda insolidaridad que ella esta produciendo en los colombianos.

No es sino leer los periódicos para caerse del asombro al descubrir que los padres de familia de un colegio de Bogotá estan dedicados a escribir cartas para pedirle al General Maza Marquez que se cambie de casa, situada al frente del colegio... porque se ha convertido en un peligro para la comunidad! ¿Es que acaso la guerra que esta viviendo el pais puede dividirse entre la que libra el General Maza y la que nos incomoda a los demas? ¿O es que ahora les entregamos a hombres como Maza el encargo de cuidar y defender a la comunidad, con la condicion de que no se nos arrime? Que pasa si el General Maza, en lugar de cambiarse de casa, resuelve renunciar a la jefatura del DAS y ahorrarse los atentados que aun faltan contra su vida? Que puede pensar un hombre que, como el, se ha escapado milagrosamente dos veces de la muerte de que esa comunidad que tiene a su cargo desee desterrarlo de su barrio como si tuviera sida?.

Pero ahi no terminan los ejemplos de la insolidaridad. Le escuché decir por radio al capitan del avion de Avianca en el que fue asesinado Pizarro, que deberian prohibirle a los candidatos presidenciales que viajaran en los aviones de pasajeros. Este es un pais realmente peculiar: jhay que proteger a los colombianos contra la amenaza que representan los aspirantes a la presidencia!
No hablemos de los pasajeros que en Barranquilla se negaron a subir en el mismo avion en el que viajaba la ex guerrillera Vera Grave.
Ni de todos aquellos politicos que han sido abordados por las asociaciones de sus barrios para que retiren sus sedes proselitistas del sector.

Mencionemos, si, una manifestacion de la cachaca insolidaridad bogotana: al ex candidato liberal Ernesto Samper lo quieren suspender de un conocido club social de Bogota porque llevo a comer... a Antonio Navarro Wolf, para hablar de la Constituyente.

Pero quizas el sintoma más patético del monstruoso país que hemos creado sea el siguiente. La felicidad que le produjo a los niños colombianos, que no hubiera colegios hasta el miercoles, porque habian asesinado a un tal Pizarro.

Noticias Destacadas