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Aurelio Suárez Montoya. Columna Semana

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La COP16 es una expresión más del “negocio verde” y el gobierno del cambio se entusiasma

Ecosistemas vueltos negocio “verde”, mercantilizados, para entrar a saco y pagar lo mínimo.

Aurelio Suárez Montoya
31 de agosto de 2024

La designación de Cali para la COP16, del 21 de octubre al primero de noviembre de 2024, no fue fortuita. Según Friends of the Earth (FOE), Colombia, con India, Sudáfrica y Malasia, fue seleccionada por Business for Nature, coalición de 130 compañías e instituciones financieras, para “crear un diálogo entre empresas y gobiernos”, que “influencie a países esenciales y altamente biodiversos” en sus estrategias y planes ¿Qué dice la ministra Muhamad? (FOE, diciembre 2022).

La COP16 evaluará el avance del Marco Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica (GBF, acrónimo en inglés) de la COP15 en Canadá. Este acordó proteger a 2030 el 30 por ciento de las tierras, océanos, costas y aguas interiores; reducir subsidios dañinos y el desperdicio de alimentos a la mitad, dentro de cuatro metas y 23 objetivos definidos.

Un aspecto central es la financiación a los países de menores ingresos, incluidos tropicales, para conservar o compensar, o restaurar y reparar, si la pérdida ocurrió. Unos explotan y otros cuidan por dinero o por créditos, como los más de 70 millones de dólares que Colombia ha contraído. Ecosistemas vueltos negocio “verde”, mercantilizados, para entrar a saco y pagar lo mínimo.

Es la lógica de “perdón de deuda por selva” o de contratos a comunidades por conocimientos ancestrales y recursos genéticos, reclamados por la ministra Muhamad como “derechos”. Están prescritos en el TLC con Estados Unidos como solución neoliberal a las contradictorias relaciones entre negocios y biodiversidad, en tanto la naturaleza es insumo para actividades lucrativas y fuente de acumulación (ver Entendimiento, capítulo 16: ‘Propiedad intelectual’).

De ahí que las transnacionales incidan sobre la Convención de la Diversidad Biológica (CDB) y el GBF con el propósito de que la implementación sea “sin regulación”, “de mercado”, de “iniciativas del sector privado”, de “acción voluntaria” y “débil o inexistente monitoreo” en la rendición de las cuentas corporativas. Incentivos y no sanciones.

Se plasmó en varios puntos de la COP15, al acogerse el autoinforme y la “autocertificación” empresarial, que burló el establecimiento de reglas internacionales comunes y adoptó el mismo sistema de la minería, sin estándares oficiales, propio de una actividad extractiva.

Hay un millón de especies en riesgo de extinción y es crítico el impacto que, sobre la biodiversidad, tienen diez sectores económicos, responsables del 66 por ciento. Finance for Biodiversity, fundación de 75 entidades financieras, al combinar factores como cambios de uso del suelo, emisiones y utilización de recursos en 250 compañías de Norteamérica y Europa, señaló a los de productos alimenticios al lado de petróleo, gas y combustibles; químicos; de comercio al detal; minería; farmacéutica; de provisión de servicios de salud; automotriz; eléctrico y de comercio mayorista. ¡Todos pueden!

Como complemento, otro estudio de Nature Benchmark midió el desempeño de 816 compañías en la protección y restauración de ecosistemas y la mitigación de impactos negativos. Respecto a la biodiversidad, y, en una escala de 0 a 100, transnacionales que operan en Colombia van mal.

En el grupo de 0 a 10 están Dole, de banano, frutas, vegetales y flores, con 5,2; la petrolera Chevron, con 4,3; el grupo coreano Daewoo, con 6,1; las francesas Louis Dreyfus, de comercio de café, géneros agrícolas y petrolíferos, con 4,4, y EDF, de energía, con 5,6; la láctea estadounidense Dairy Farmers of America, que exporta a Colombia, con 3,3, y casi todas las compañías chinas.

En niveles deficientes, entre 10 y 20, están Ferragamo, la marca de moda predilecta de Petro, con 13; Good Year, con 9,5; Del Monte, productora y distribuidora de alimentos, como banano de Colombia, con 10,4; 3M, con 14,8; las chilenas Arauco, forestal, con 18,2 y Codelco, de cobre, con 11,2. Solo 18 corporaciones –de las 816– están sobre los 40 puntos, mientras que 555 obtienen menos de 20.

COP16 verá entonces a las poderosas corporaciones incidir más para que la depredación no se castigue con costos que empujen hacia abajo las alicaídas tasas de ganancia, para lo cual infiltran lobistas, como aquellos que asistieron en el grupo de trabajo previo a Montreal, cuando se registraron 67; acreditan delegados afines; logran acceso privilegiado a los documentos; acuden a expertos de “puerta giratoria”; acomodan el lenguaje oficial y anuncian redentoras “alianzas público-privadas”.

En el pleno desparrame de fondos, que ya se inició para la envolvente operación de “lavado verde” en COP16, sirve citar a Federico Engels en la Dialéctica de la naturaleza: “No nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza”.

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