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La democracia 'made in USA'

En su esfuerzo por imponer la democracia en el mundo, Estados Unidos está olvidando su historia e ignorando lo que quiere el resto del mundo, opina el investigador Francisco Thoumi.

Semana
12 de diciembre de 2004

El actual gobierno estadounidense se ha embarcado en una campaña para diseminar la democracia en el mundo, especialmente entre los países musulmanes del Oriente Medio. La democracia parece ser para el presidente Bush un medicamento maravilloso que al aplicarse en cualquier sociedad resolverá todos los problemas; así, en su discurso en Halifax, Canadá, el primero de diciembre argumentó que la clave para solucionar el problema palestino-israelí radica en la democratización de los palestinos.

No cabe duda de que el fortalecimiento de la democracia es una meta laudable, tanto en Palestina como en Colombia, Estados Unidos y el resto del mundo. Sin embargo, por más deseable y moralmente justificable, esta meta es elusiva y ha sido difícil de lograr en todas partes. Desafortunadamente, la percepción del mundo polarizada entre 'buenos' y 'malos' de la actual administración estadounidense no les permite ver la complejidad de los desarrollos democráticos ni beneficiarse de las lecciones de la historia, especialmente la propia.

La democracia estadounidense se ha desarrollado lentamente a través de más de dos siglos. Este ha sido un proceso evolutivo, muchas veces muy traumático, que ha enfrentado a diversos grupos de la sociedad y a los estados de la unión con el gobierno central.

Todas las sociedades tienen instituciones que obstaculizan el desarrollo de una democracia perfecta. Las religiones y culturas muchas veces han intentado establecer países y gobiernos que impongan sus creencias. Este es el caso de todos los fundamentalistas, así sean cristianos, judíos o musulmanes.

Las diferencias de castas, razas, género, origen regional, idioma, ideología política e inclinación sexual, entre otras, consagradas por tradiciones consuetudinarias de cada sociedad, generan oposición a tratar como iguales a las personas que no comparten esas características. En el fondo, una democracia perfecta tiene que vencer primero los temores de la mayoría de los humanos al 'otro distinto' que siempre ha tendido a ser desconfiado y evitado.

La democracia estadounidense empezó siendo un club de caballeros blancos poseedores de finca raíz que eran las únicas personas que podían votar en las elecciones. A través de la historia de ese país los derechos ciudadanos se han ido expandiendo paulatinamente para incluir cada vez más personas y proteger más derechos individuales.

Para eliminar la esclavitud se tuvo la guerra más sangrienta de la historia americana entre 1861 y 1865, y aun así en los estados del sur los negros no pudieron ejercer sus derechos durante 100 años hasta que en la década de los 60 la legislación federal sobre derechos civiles forzó a muchos estados a modificar sus leyes.

La obtención del sufragio femenino también fue resultado de un conflicto social fuerte, aunque menos traumático, y no se logró sino después de más de un siglo. La extensión de la ciudadanía los americanos más antiguos y raizales también se demoró más de un siglo.

La legislación sobre la igualdad de derechos a las mujeres data de la segunda mitad del siglo XX y aún hoy este tema sigue siendo parte de la agenda de quienes luchan para expandir la democracia en Estados Unidos.

En la última elección muchos de quienes votaron por Bush lo hicieron para oponerse a la extensión de derechos de herencia, seguro médico, seguro social, etc., a parejas homosexuales.

En la actualidad muchos musulmanes se sienten y son discriminados de facto en Estados Unidos, donde el gobierno federal ha sido un instrumento clave en la expansión de los derechos civiles y hasta ahora ha tenido que luchar continuamente contra las legislaciones de muchos estados que reflejan intereses y valores locales opuestos a ese proceso de profundización democrática.

La democracia perfecta es una meta laudable, pero realmente nadie tiene la fórmula general aplicable a todas las sociedades y en cualquier coyuntura. Todas las democracias son imperfectas y cada cual tiene problemas únicos a ella.

Por ejemplo, Colombia ha tenido un sistema electoral notablemente estable, pero la democracia ha sido muy excluyente. En Israel hay una democracia muy fuerte entre los judíos, y los ciudadanos árabes de Israel son de facto ciudadanos de segunda clase. De hecho, cabe preguntarse si no es una contradicción tratar de crear democracias cristianas, judías, musulmanas o ateas.

La administración Bush hizo el supuesto ingenuo y ahistórico de que la democracia es deseada por todos los humanos y esperó que sus ejércitos fueran recibidos como libertadores en Irak. Este supuesto se basa en un fundamentalismo, simplista como todo fundamentalismo, sobre la naturaleza humana que no solamente niega la historia estadounidense sino que además no permite entender al 'otro', al diferente, al forastero que nos inspira temor.

Los seres humanos socializados dentro de un conjunto específico de instituciones aprenden a funcionar dentro de ellas y tienen un gran temor y dificultad para adaptarse a otros. Por eso la mayoría de los emigrantes son jóvenes, por eso los colombianos no son suizos y se comportan de manera diferente.

Para muchas mujeres tapadas de Irak, la liberación femenina es traumática, así les extienda derechos democráticos; para muchos los cambios democráticos que extiendan derechos a las mujeres son simplemente violaciones de su libro sagrado; la presencia de tropas infieles en Irak se percibe como parte de una cruzada cristiana a la que hay que oponerse, etc. En otras palabras, las instituciones de la sociedad Iraquí, como las de todas las sociedades se oponen al cambio, buscarán obstaculizarlo con todos los medios que tengan a su disposición.

No hay duda de que Irak y los países musulmanes serán mucho más modernos y democráticos en el futuro debido simplemente a que la tecnología moderna, las comunicaciones globales y la ciencia llevan a cabo cambios silenciosos en cada sociedad de manera que al final las instituciones tradicionales evolucionan ante el peso de la realidad.

No es claro, sin embargo, que las acciones guerreras y la aplicación de la fuerza sean los mejores métodos para modernizar una sociedad. En efecto, es posible que en el corto y el mediano plazos generen reacciones suficientemente fuertes que pospongan la modenización.

*Analista de la Universidad del Rosario