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Una carta abierta

En las elecciones locales y regionales de octubre de 2019 habrá una disputa política entre lo que se podría denominar la Nueva Forma de hacer política y la vieja forma de hacerla.

Ariel Ávila, Ariel Ávila
16 de enero de 2019

La presente columna, es más una carta abierta, que un análisis. El objetivo es pedirles a las fuerzas políticas progresistas o alternativas, la posibilidad de alianzas para las elecciones locales y regionales de octubre de 2019. La situación es la siguiente:

Por un lado, hay una disputa política entre lo que se podría denominar la Nueva Forma de hacer política y la vieja forma de hacerla. Nótese, que hablamos del Cómo, es decir, de las prácticas políticas. En este caso hay dos ejemplos extremos. Por un lado, el estilo de Vargas Lleras, de ese clientelismo tradicional y el caso Fajardo, que representa esa nueva política de cero clientelismo y corrupción.

Por otro lado, hay una segunda disputa, que esta vez se centra en lo ideológico y en el proyecto político. Efectivamente, hay un viejo proyecto político que no reconoce las minorías sexuales, los derechos de la mujer, les escandalizan temas como el aborto, la distribución social de la riqueza, no creen en la reforma agraria, no les gusta la reforma política y no les gusta el proceso de paz. El otro sector político, cree en los derechos de las minorías, promueven reformas políticas, reformas que luchan contra la corrupción, defensa del medioambiente y en general la equidad social.

Obviamente, hay una conexión entre las prácticas y el proyecto de nación, eso que llaman coherencia. En las elecciones de 2018, tanto en las legislativas como las presidenciales, se notó fuertemente la disputa entre estos dos proyectos políticos. Igual se puede decir de la consulta anticorrupción. La pregunta de los analistas es: ¿ese proceso de cambio que se inició en 2018 se mantendrá para las elecciones de 2019? Siendo estas elecciones mucho más corruptas y clientelistas que las nacionales. La respuesta es Sí.

Sin embargo, para que este crecimiento del voto de opinión inconforme y de la nueva política se consolide, se debe dar una ayuda desde los movimientos y partidos progresistas. Esa ayuda significa dos grandes cosas: por un lado, lograr candidaturas viables, de coalición o únicas, y listas a concejos municipales y asambleas departamentales fuertes. Por otro lado, esa selección de candidatos debe garantizar que no exista duda sobre su reputación, coherencia política, para que así no defraude en su gestión. En este momento no puede existir desilusión de los votantes. Se debe demostrar que es posible hacer las cosas de otra forma.

Claro está que esta selección de candidatos no es fácil, pueden existir precandidatos de izquierda; centro izquierda; centro y centro derecha. Por ende, lograr acuerdos sobre todo será un poco difícil, lo que se debería hacer es lograr acuerdos sobre lo mínimo. Unas líneas imborrables y unos principios éticos fuertes: desde el punto de vista de las nuevas fuerzas habría cinco grandes principios para lograr un pacto entre estos sectores progresistas:

Lucha contra la corrupción. Un acuerdo sobre gobiernos trasparentes, que rindan cuentas y que garantices que no se perderá un solo peso.

Respaldo al fin negociado de la violencia política, es decir, respaldo al proceso de paz y con ello a la implementación de los acuerdos. Cumplir lo que se pactó.

Defensa del medioambiente y lucha contra el cambio climático.

La educación como mecanismo de equidad y ascenso social. No solo cobertura, sino buena calidad en la educación.

Sistema social más equitativo. Lucha contra la pobreza, trabajar por la inclusión social y el respeto a las minorías.

Allí donde se pueda sería interesante que se amplíen estos principios, pero lo mínimo serían estas cinco cosas. Veremos si los representantes de las fuerzas progresistas están a la altura de los desafíos del nuevo país, o estaremos al frente de lo que siempre pasa, disputas personales a “muerte”, entre los que se creen herederos directos de la nueva política.