Home

Opinión

Artículo

LA EPIDEMIA DE LA ELECTRONICA

Semana
9 de enero de 1984

¿Necesita usted un computador personal? Si no se ha hecho todavía la pregunta, tarde o temprano terminarán obligandolo a que se la haga. Sobre todo si es usted una persona común y corriente, de esas que no saben nada de electrónica pero que esconden Intimamente el temor de que antes de cinco años la tecnología las habrá convertido en analfabetas frente a sus hijos.
El problema comienza con esa epidemia electrónica que ha invadido al mundo. No hay cosa más desagradable que abrir una revista cualquiera y sentirse asaltado en su ignorancia por toda suerte de insinuaciones subversivas de Indole electrónica: "Exxon: cómo vivir el futuro sin pasar por el shock". "Fujitsu: obligue a un genio japonés a trabajar para usted". "IBM: la herramienta de los tiempos modernos ".
"Hewlett-Pakard: una forma de liberarse". "Coleco: un computador que piensa como usted, para que usted no tenga que pensar como un computador".
Frente a tales insinuaciones publicitarias, mucha gente común y corriente se ha sentido obligada a considerar la posibilidad de destinar una parte del presupuesto familiar a la compra de un computador personal. El atractivo de que es posible adquirir uno por la módica suma de 50 dólares ha demostrado ser aplastante. La mayoría ignora, por desgracia, que estos primeros 50 dólares sólo compran el cascarón de una inteligencia artificial, que no podrá funcionar sin una serie de aditamentos que en conjunto terminan costando 10 veces más que la inversión original
¿Para qué sirve un computador personal?
Es cierto, para comenzar, que puede organizar el presupuesto familiar, siempre y cuando el propietario del computador personal tenga la paciencia de alimentarlo con cada uno de los gastos diarios que realice, incluyendo el más pequeño de ellos. No deberá descartar la posibilidad de llegar en alguna oportunidad a su casa de madrugada, quizás un poco "pasado de tragos", a confesarle al computador cuanto gastó en la rumba: probablemente la máquina solo terminara por responderle, al cabo de los meses, que esta un poco "pasado de gastos", caso en el cual es mejor vender el computador y cubrir el sobregiro.
Es cierto, en segundo lugar, que el computador personal puede ser de gran utilidad doméstica a la hora de hacer la declaración de renta. Siempre y cuando su propietario lo haya alimentado juiciosamente durante todo el año con los gastos deducibles, para lo que no se necesita tener un computador, sino un folder bien ordenado con los recibos. La ayuda del computador podrá llegar hasta el momento de calcular la tasa de impuestos. De ahí en adelante es mejor asesorarse de un contador, pues aún no se ha inventado el programa de computador capaz de hacer que lo que uno sale a deber sea inversamente proporcional a lo que uno sale a pagar.
Es cierto, en tercer lugar, que el computador puede hacer las veces de una gigantesca agenda en la cual consignar los compromisos sociales. Pero por lo general los compromisos de la gente común y corriente caben escritos a mano en una agenda del bolsillo.
La compra de un computador para este efecto sólo justifica un volumen de compromisos semejan te al que tiene un ministro, con el "item" de que los ministros no tienen tiempo de alimentar diariamente un computador personal. Y si uno es el que ha invitado a un ministro a comer a la casa, jamás necesitará que un computador se lo recuerde.
Es cierto, en cuarto lugar, que el computador puede ser muy útil para cuadrar la chequera, siempre y cuando uno le informe exactamente cuanto consignó y cuanto girb. Pero me han contado de algunos propietarios de computador personal que han regresado al sistema ortodoxo de hacer la resta con papel y lápiz, pues descubrieron que es más rápido y menos costoso.
Es cierto, por último, que quienes han comprado hoy su computador personal no serán los analfabetas del mañana. Pero diariamente se han venido renovando los diseños y abaratando los costos de los computadores personales, e inclusive algunos modelos han quedados bruscamente descontinuados, bien por la quiebra de la compañía productora--provocada precisamente por el canibalismo electrónico que ha desatado una voraz guerra de precios y de modelos--o bien porque simplemente han quedado desuetos. Los que se venden actualmente en el mercado pertenecen a la quinta generación de computadores, después de pasar por el sistema del tubo, del transistor, de los chips y de los circuitos integrados. En materia de computadores personales, entonces, lo más seguro es que el analfabeta de hoy sea el triunfador del mañana, cuando se convierta en el feliz propietario de una maquina mucho menos costosa y más moderna que la de su vecino.
Si usted es una persona común y corriente, entonces, no se haga todavía la pregunta. Mire primero a su alrededor y ríase de los que pensaron que sólo costaba 50 dólares el esfuerzo de contestaría.
Lo más probable es que a estas horas su computador personal repose empolvado, jurlto con todos sus costosos aditamentos, al lado del monopolio. -