Home

Opinión

Artículo

Salud Hernández

Opinión

La experiencia gana a la esperanza

Aunque en elecciones todo es posible y se han visto cadáveres políticos resucitar, es la Experiencia la que va ganando terreno.

Salud Hernández-Mora
20 de noviembre de 2021

Ya supongo que en Anapoima la aristocracia cachaca celebrará este fin de semana el aterrizaje del exministro de Santos en la Coalición de la Esperanza. Se imaginarán atravesando el portón de Casa Nariño bajo palio, ahora que llegó Alejandro Gaviria. No deberían olvidar que necesitan mucho más que un rostro amable y el aplauso de la mayoría de medios y opinadores.

Si no, que les pregunten a los gurús De la Calle y Cristo. Las mismas voces que hacen la ola a Gaviria pronosticaban la victoria del excomisionado, y sufrió un batacazo histórico con solo 365.000 sufragios. Despilfarró plata estatal y quedó con una multimillonaria deuda personal que no sé si habrá podido saldar.

Aunque en elecciones todo es posible y se han visto cadáveres políticos resucitar, es la Experiencia la que va ganando terreno en las últimas semanas con el doble juego de sumar galácticos políticos y ofrecer la imagen de un equipo sólido, unido y moderno, sin complejos ni personalismos, que ha logrado la proeza de domar y disimular los egos.

Pese a aparecer en el escenario después de los mustios esperanzados, de ser una idea que apenas arranca y marcar poco en las encuestas, si no se desviaran ni empezaran la garrotera, cuentan con más posibilidades que sus rivales directos de crecer y pasar a la segunda vuelta.

Van incorporando nombres que generan pocos aplausos mediáticos, pero muchos votos. Y aunque varios líderes de opinión desdeñan a Álex Char y su 80 por ciento de respaldo popular, su incorporación sitúa en la costa a la Experiencia por delante de la Esperanza, y también disputa a Petro la región. Tiene, además, la ventaja de que el interés principal de Char es ayudar a ganar más que encabezar la candidatura presidencial.

La Esperanza necesita fichar un costeño popular si quieren pasar a segunda vuelta. Si no lo creen, que pregunten a Santos cómo presionó a los Ñoños para que trabajaran y ganara a Zuluaga.   Tampoco tienen a nadie de peso en el Valle del Cauca, mientras la Experiencia va con exuribista y exsantista Dilian Francisco Toro, hábil politiquera y un genio para armar acuerdos políticos, así sea con sus enemigos de antaño.

Más tarde añadirán al candidato del Centro Democrático, que se conocerá el lunes. Aunque lo ideal sería que el aspirante final no fuese del partido del Gobierno por la quemazón de Duque.

Si obraran el milagro de permanecer unidos hasta escoger a uno en las primarias y se presentaran con una oferta seria, aterrizada, de acuerdos en lo fundamental, tendrían posibilidades reales de triunfo.

De momento les impulsan sus aciertos propios y las torpezas de la Esperanza y de Alejandro Gaviria, estilo la ruptura brusca y ruidosa con su mentor. Innecesario y poco ético airear los detalles de una conversación privada solo para demostrar que él tiene carácter, o eso piensa, y que su padrino resultó un autoritario grosero.

Que César Gaviria es un cacique de vieja data, una veleta que cambia de rumbo según le interese, un maestro para acaparar burocracia, un emperador intolerante a las críticas lo conocía el pupilo Alejandro cuando aceptó su poderoso respaldo.

Quizá por algunas columnas de opinión que le suplicaban ubicarse en la Esperanza o por clamores que leyó en redes, como ocurrió cuando alabó a Carrasquilla y luego lo arrojó a la hoguera, decidió saltar de orilla para liderar la marchita Esperanza que lo aguarda como agua de mayo.

Una parte de esa coalición, convencida de que a Fajardo se le pasó la hora y lo frenará Hidroituango, soñaba con Alejandro. Además, llevan meses estancados, con la foto fija de unos políticos sexagenarios que soportan resignados las peleas públicas de los verdes y una alarmante falta de imaginación para agitar la campaña.

El discursito habitual de enemigos de la paz se agota con Peñalosa, que la apoyó. Tampoco pueden dar lecciones de pulcritud al ex de Bogotá ni a Juan Carlos Echeverry o Fico Gutiérrez; en cuanto a juventud, tiene menos años (y buena formación) el senador David Barguil que Alejandro.

Ni pueden demonizar a los partidos tradicionales cuando, por ejemplo, los hermanos Galán han militado en el Partido Liberal y Cambio Radical antes de conseguir rescatar la marca del papá. Si se deciden por ella, César Gaviria podría adherir a la Experiencia, igual que los cristianos, otra formación con votos en todo el país.

Sería un lujo que una Colombia tan compleja redujera su oferta presidencial a tres o cuatro fuerzas con un trasfondo ideológico claro. Petro al frente de la extrema izquierda y la izquierda; el centroizquierda de Fajardo/Gaviria; el centroderecha y derecha de conservadores, independientes, liberales, cristianos y uribistas. Y que presentaran un equipo de gobierno con los mejores para eliminar la absurda idea de que un solo hombre puede con todo.

Porque, además, como pasa en casi todo el mundo, ninguno de los que aspiran posee el liderazgo natural de los grandes estadistas.