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LA HORA DE LOS MINISTROS

Semana
28 de noviembre de 1994

COMO ES YA TRADICIONAL EN ESTA columna, ha llegado la hora de echarle un breve repaso a la actividad de los ministros.

Ministro de Gobierno: la semana pasada, cuando escuché al ministro Horacio Serpa asegurando, prematuramente, que no habría suspensión de elecciones en ningún municipio (y los hechos si que demostraron que era prematura la afirmación), se me vino a la cabeza el eslogan del 'Pibe' Valderrama en vísperas del mundial: "Todo bien, todo bien". Al igual que el 'Pibe', Serpa se pronunció en contravía de la evidencia. Muchos resultados electorales del domingo auguraban estar fatalmente influídos por el proselitismo armado de la guerrilla y el poder corruptor del narcotráfico. Pero a su favor, el ministro Serpa conserva su imagen como hombre correcto, bueno, en ocasiones ingenuo, y de todas maneras anticuado.

Hacienda: debo reconocer que en Guillermo Perry he venido encontrando, con el paso de los días, a un Ministro seguro de sí mismo, acomodado totalmente a su papel, presente con sus políticas pero alejado del intervencionismo y hostigamiento estatales que muchos pensamos sería su personalidad ministerial. Merece recalcar su influencia, que casi llega tarde, para lograr que el Banco de la República finalmente aceptara frenar la peligrosa incertidumbre que se había apoderado de la ciudadanía en torno de la validez del papel moneda circulante. Todavía me confunde, sin embargo, no el grado de voluntad política, sino de efectividad del gobierno para corregir el rezago cambiario.

Desarrollo: llama positivamente la atención que Rodrigo Marín hubiera sido escogido para presidir la Comisión del Pacto Social, programa bandera del actual gobierno. Sin duda constituye un premio a su sintonía conceptual con Samper. En el desempeño de su cargo, Marín ha demostrado ser un hombre sobredimensionado para ejercerlo, en el mejor sentido de la palabra: domina más temas de los que maneja (cosa que en el anterior gobierno también le pasaba a Juan Manuel Santos), por lo que a veces parecería, un poco injusta pero comprensiblemenre, que anduviera metido en predios de otros ministros.

Relaciones: no debe sorprender, para quienes no lo conocen, que casi no oigan hablar de él: es un diplomático de 24 horas al día, a quien, no porque se le noten las cosas que esta haciendo, puede acusársele de que no las hace. Sencillamente su estilo es diametralmente opuesto al arrolladoramente válido de la ex canciller Sanín, punto muy alto de arranque frente a las valoraciones a las que estaba acostumbrado el país. Más que opinión pública, Rodrigo Pardo tiene opinión calificada. Dentro de este último grupo, llama la atención no encontrar a nadie que no califique su gestión de excelente.

Comunicaciones: otra sorpresa del gabinete, en contra de los pronósticos de esta servidora, es la de Armando Benedetti. No se demoró sino lo indispensable, y quizá menos, para aprenderse la lección de los temas que le corresponde tratar. Los domina con conocimiento, con malicia costeña y con un leve sesgo de estadísta que le ha permitido ir más alla del facilismo que a veces conlleva el tema de las comunicaciones. Falta ver cómo le va con el Congreso donde las apuestas, por ahora, no le son tan favorables.

Defensa: acusado en un principio de un exhibicionismo excesivo en los medios, tuvo la sabiduría de bajarse deliberadamente de perfil para evitar recelos y envidias. Pero en su empeño por producir resultados no ha bajado la guardia, aunque el país todavía los siga esperando, y concretamente esperando los que todos sabemos. De manera inmediata, por lo pronto, logró ganarse la confianza de sus subalternos, que no era fácil, y la camaradería de los cariñosamente conocidos en el argot periodístico, como 'cargaladrillos' verdaderamente quienes diseñan la imagen de los ministros.

Comercio Exterior: Daniel Mazuera es uno de esos ministros que no necesita exámen, ni cuando lo nombraron, ni ahora. Pero si hubiera que hacerle una crítica, requiere de mayor protagonismo y menos frialdad frente a los medios porque aunque es cierto que su ministerio es técnico, la apreciación que la opinión pueda llegar a tener de su desempeño, no lo es.

Minas y Energía: Jorge Eduardo Cock es un buen técnico, sin proyección política. Se le abona el intento de tranquilizar al país en torno de las posibilidades de un nuevo apagón, pero lo malo es que no dejó totalmente despejado el futuro alrededor de esta negra posibilidad, bien porque no podía, o porque no supo hacerse entender.

Agricultura: el hecho de que actualmente no este 'pitando' ninguno de los gremios del sector indica que algo de lo que ha comenzado a hacer el nuevo ministro, Antonio Hernández Gamarra, va bien. Y yo creo saberlo: a pesar de su perfil, que yo definiría de escandalosamente bajo, es un experto en concertación, y la ha puesto en marcha a través de los convenios de absorción que para los agricultores colombianos son más que la oportunidad de echarse un buen respiro.

Justicia: fue otro de los que arrancó con excelentes pronósticos, que todavía esperamos se concreten, pero a quien reconocidamente se le abona su rapida salida para frenar el llamado 'narcoproyecto' -aunque todavía no es claro que lo haya logrado-. Se espera que su aporte al estatuto anticorrupción sea una importante talanquera para atravesársele a ese terrible mal del que no levanta cabeza la política colombiana.

Educación: de Arturo Sarabia Better gustó su espectacular salida para cuestionar y depurar la situación interna del fútbol colombiano, pero se quedó en eso: en un golpe de opinión, y nada más. Por ahí, en los círculos internos del gobierno se le pondera mucho su colaboración en un documento totalmente desconocido: el de la reorientación del sistema educativo colombiano.

Las niñas: A la de Trabajo, María Sol Navia, por consideraciones con quienes la conocen y dan excelentes referencias, prefiero seguir dándole un compás de espera. A la del Medio Ambiente, Cecilia López, se le alaba la forma como, más allá de su cartera, contribuye con valiosos conceptos en muchos temas que se barajan en el Consejo de Ministros y en el Conpes. Pero como Ministra, se le critica todavía que no parece haber encontrado el justo medio entre la protección del Medio Ambiente y la irresistible gravedad del desarrollo.

Transporte: Juan Gómez Martínez, aunque es un hombre carismático, con suerte, conquistador de corazones, y con don de gente, no ha logrado despejar dos ideas malas para un Ministro: la de que tiene jefe político, distinto del Presidente, y la de que lleva la camiseta de gobernador de un departamento.

Salud: a Alonso Gómez Duque, por lo pronto, le agradecemos que tenga en tan buen estado de salud al Presidente.

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