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LA IGLESIA TOPA CON D ARTAGNAN

Semana
6 de abril de 1998

Ha sido divertida _para no dramatizar_ la furrusca encendida, que con los que él llama 'curas', ha emprendido el columnista Roberto Posada García Peña, asesor personal del régimen, hermano del secretario general y primo del consejero de Paz del régimen; primo, así mismo, del nuevo director del diario El Espectador (hoy de la Cervecería), salido de las entrañas mismas del régimen. Lo único que le ha faltado a D'Artagnan es ponerse a régimen, aunque está muy lucido en su robustez madura.
A mí me recuerda este leidísimo escritor del diario El Tiempo a Enrique Santos Montejo, Calibán. Aunque se producirán aspavientos al leer esta afirmación. Sí, tiene casi su mismo sitio editorial, escribe con aquel desparpajo y habla _con aquella propiedad_ de los temas que le vienen en gana; vulgariza, a veces más de la cuenta; sataniza, bastante más de la cuenta ('sórdidos' son los fiscales, 'incendiarios' los generales lanzados a la política, 'sujetos' los columnistas enemigos, 'alebrestados' los curas de su decir); es olímpico y descarado _también descarnado_ y defiende como un niño los privilegios que le ha deparado su amistad de vieja data con el actual Presidente de la República.
Es, como Calibán, variable "cual gráfico de temperatura", tal y como describió a este último la revista SEMANA (Vol. 1, N. 6), en pie de grabado a una magnífica caricatura de Jorge Franklin, quien todavía vive. Como también vive la revista SEMANA, con la diferencia de que ésta murió durante algún tiempo.
D'Artagnan, de costumbres religiosas y cercanías al Opus, juega ahora al trapo rojo, humedeciéndolo un tris de anticlericalismo: combinación deliciosa para la vieja guardia liberal, de los que iban a misa de cinco, para no ser vistos en la iglesia.
Al serpismo quieren hacerlo aparecer ahora tinturado de rojo y este vocero (como 'portavoz' lo mencionan veladamente los arquidiocesanos) ya lo tiene de manchesteriano, gaitanista y comecuras, aunque Gaitán no enfrentaba a la Iglesia. Aquí es bueno aclarar que 'cura' es únicamente el de la parroquia y, por lo tanto, el de aldea, como el santo cura de Ars, o el cura del barrio Egipto o el del Veinte de Julio. Decirles curas a los demás, incluidos obispos es maña antigua, de tendencia anticlerical: 'colegio de curas'; 'los curas en política', o como este viejo amigo de ustedes, que 'estudió para cura'.
Monseñor Rubiano (Rubiano, a secas, para D'Artagnan) ha ofendido al régimen con haber inventado el elefante, símbolo invaluable de la corrupción, que por lo grande no es vista _o es nunca vista_ y con haberlo reverdecido en su reciente exhortación a los fieles, para ser leída en las parroquias de la arquidiócesis, por los respectivos curas. Ellos sí.
¡Quién dijo miedo! ¡Los curas en la política! Samper dice que se entiende mejor con monseñor Alberto Giraldo, apacible pastor, que lo primero que hizo, al ser promovido a presidente de la Conferencia de Obispos fue visitar el palacio del Elefante.Este es un rol muy común en la Iglesia. El de estar en todos los rincones del mundo: Colombia tiene un arzobispo primado enfrentado al gobierno; un prelado doméstico (nunca tan bien dicho) en la casa presidencial; un presidente de la Conferencia, asintomático; un sacerdote, de la orden de Melquisedec, aunque desautorizado, comandando la guerrilla; obispos, verdaderos mártires, sacrificados por la misma guerrilla. La Iglesia en Colombia tiene su Che Guevara en la persona legendaria de Camilo Torres Restrepo. Tiene su nuncio, político y diplomático, que le enflauta al romano Pontífice una visita de Samper, con sus Diccionarios de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana, "para que si usted tiene alguna duda, la consulte ahí, y mejore su excelente español". Fue oír esto el Papa y la presunta amistad de los Samper con el Rey de España, para musitar: "España, la Madre Patria". Ya no se puede pedir mucho de Su Santidad. O de "usted", como le diría Samper; o del "curita", como lo mencionaría D'Artagnan.A Horacio Serpa lo están embarcando, pues, en el gaitanismo (un poco con el deseo inconsciente de la oligarquía de que resulte víctima de algún atentado, pues estos gaitanes les sirven más como monumento, que en la vida real) y en el anticlericalismo resurgente. Serpa mismo ha dado muestras de querer agitar la bandera roja, la de Décolo y Vivianne y atiza el fuego para que su rival sea el abanderado azul, que ya lo empata en encuestas y le ha resultado policromo.
D'Artagnan da tumbos en el Titanic, y va de la proa a la popa, resbalado, colgado de las lámparas del Jockey Club, apurando un coñac para enfrentar las aguas heladas. Estoy seguro de que este simpático amigo flotará.