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La inevitabilidad del canje

Los enemigos de la fórmula López ven con horror la perspectiva de que el intercambio incremente la industria del secuestro

Semana
28 de abril de 2003

No hay duda: el tema del intercambio humanitario, mal llamado canje, se ha calentado fuertemente en las últimas horas. (A la hora de escribir esta columna todavía faltaba el foro del lunes sobre el tema).

Por un lado lo venía ambientando con argumentos muy inteligentes pero muy controvertibles el ex presidente López en su columna de El Tiempo. Según su tesis, el in-tercambio es factible llevarlo a cabo independientemente del proceso de paz. Esta tesis divide a conocidos internacionalistas, que sostienen que la tesis de López es absolutamente inaplicable a la luz del Derecho Internacional Humanitario, que prohíbe la toma de rehenes y por consiguiente no le abre canales a su intercambio.

A los pocos días el vicepresidente Francisco Santos se declaraba francamente en contra de la fórmula parcial de López, defendiendo la necesidad de aplicar el Derecho Internacional Humanitario, pero en su integridad.

Y finalmente, esta discusión académica cobró repugnante vigencia con la publicación de los videos de policías y soldados secuestrados hace más de seis años, y las dolorosas reacciones de sus familiares. Unos días antes las esposas del gobernador de Antioquia y del ex ministro Gilberto Echeverri también habían caldeado el ambiente con sus expresivas peticiones al gobierno acerca del intercambio humanitario.

La base legal que ha puesto sobre el tapete el presidente López, está contenida en el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra. Pero si uno avala la tesis de quienes sostienen que la propuesta de López es inaplicable a la luz del Derecho Internacional Humanitario, habría que pasarse a la idea de que el intercambio de los secuestrados depende de una decisión política del gobierno, basada en un planteamiento jurídico, como sería, por ejemplo, la suspensión de la pena de los guerrilleros que resulten intercambiados.

¿Tiene tomada el gobierno esa decisión? Parecería que no, si tenemos en cuenta el discurso del presidente Uribe desde Villavicencio, en el que se mostró más duro y retador que nunca contra la subversión. Y el discurso de Pacho Santos en el foro del Derecho Humanitario, cerrándole la puerta al canje. Pero simultáneamente ha habido publicaciones de prensa sugiriendo que se han hecho contactos, probablemente indirectos, con la subversión, y que en ellos la Iglesia Católica (¿y las Naciones Unidas?) está jugando una decisiva intermediación.

Al fin que; ¿vamos o no hacia el intercambio humanitario? No tengo respuestas sino preguntas.

¿Cómo negar la presión política, sicológica y afectiva que son capaces de producir los policías y soldados que llevan seis años en cautiverio, muchos de ellos sin ni siquiera conocer a sus propios hijos? ¿Y la del ministro Fernando Araújo, que ya completa tres años? ¿Y la de la candidata presidencial Ingrid Betancourt (y su asesora Clarita), que lleva uno, al igual que el gobernador de Antioquia y el ex ministro de Defensa? ¿Y la de los diputados de Cali? ¿Y más aún, pero no menos, la de miles de colombianos anónimos que no figuran en la detestable y clasista lista de 'canjeables' porque a ellos se les negocia por motivos económicos?

Lo que está claro de este panorama es que no los van a soltar a las buenas y quién sabe si los vamos a poder rescatar. Y el tiempo está a favor del intercambio humanitario, no del no intercambio.

Mientras ese tiempo pasa, y sigue pasando, a finales de este gobierno los soldados van a llevar nueve años secuestrados, el ministro Araújo seis, Ingrid, los antioqueños y los diputados cuatro... ¿Cuál futuro candidato a la Presidencia de Colombia, ante este panorama y una eventual revolución de la opinión popular a favor del intercambio, va a ser tan macho como para decir que en su gobierno no habrá intercambio?

Los enemigos de la fórmula López, con razón, ven con horror la perspectiva de que la aprobación del intercambio incremente la industria del secuestro, y que incluso se convierta en una fórmula permanente.

Los amigos de la fórmula López dicen que para evitarlo, habría que aplicar el artículo 3 en su integridad, porque si bien éste le da piso jurídico al intercambio humanitario, también le impondría a las Farc condiciones como dejar de secuestrar, dañar a la población civil, no tomar rehenes, etc.

Pero aunque el intercambio sería una fuerte derrota institucional, las Farc tampoco podrían cantar victoria.

Ojo: ya no hay posibilidad de que las actuales realidades políticas nacionales e internacionales les sirvan a las Farc para que gane la tesis de que ellas son Estado. Y eso es, exactamente, lo que han estado buscando a través del canje.



ENTRETANTO? Un inquieto lector me reclama que la palabra 'afugias', utilizada en una reciente columna, no figura en el diccionario de la Real Academia Española. Sin embargo, es considerada un colombianismo, según consta en el Lexicón de Mario Alario di Filippo, (como un sustantivo femenino únicamente plural), y en el diccionario de americanismos, de Marcos Augusto Morinigo. ¿Habrá una mejor palabra que 'afugias', para describir los apuros o los afanes de un ser humano?

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