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La juventud sin poder

“Teniendo en cuenta los antecedentes de Bogotá en las elecciones a corporaciones públicas, no resulta difícil predecir que los jóvenes serán los grandes sacrificados en estas elecciones”, opina William Mendieta.

Semana
4 de marzo de 2006

Desde la determinante participación de los jóvenes bogotanos a principios de los años 90 en el movimiento de la Séptima Papeleta, el ingreso al escenario político de una nueva generación de jóvenes ha sido una constante.

El papel de los jóvenes dentro de los partidos y campañas políticas ha evolucionado: han pasado de repartir volantes a participar en los comités programáticos; de pegar afiches a ser miembros de las direcciones nacionales de los partidos; de llenar coliseos y hacer barra, a ser candidatos.

Bogotá, ciudad donde se impone el voto libre cuando de elección de alcaldes se trata, pero de voto amarrado y carnetizado para Concejo y Congreso –con contadas excepciones– es la plaza donde los jóvenes políticos, que se caracterizan por estar alejados del clientelismo, la corrupción y la demagogia de los políticos tradicionales, compiten por el voto de opinión, que es su única posibilidad de conseguir un escaño en el Congreso de la República.

Además de la inequidad de la representación de Bogotá en la Cámara de Representantes, (18 curules), los jóvenes candidatos se enfrentan a otro problema: las maquinarias de los caciques bogotanos, que hoy, más que nunca, se encuentran aceitadas para asegurarse un sillón en el salón elíptico del Capitolio Nacional.

Es cierto que todos los partidos políticos le abrieron las puertas de sus listas a la Cámara por Bogota a “jóvenes clio”: bien preparados, con excelentes hojas de vida, que a pesar de sus edades cuentan con trayectorias importantes en el ámbito público y privado, comprometidos a trabajar por la capital y a anteponer los intereses de la ciudad por encima de los suyos.

Pero a mi juicio, la significativa participación de estos jóvenes candidatos será inversamente proporcional al número de curules que alcancen el próximo 12 de marzo. La causa: la vanidad de cada uno de ellos, la misma que no permitió que en las elecciones al Concejo en 2003 promesas como Francisco Miranda alcanzaran los mínimos votos requeridos y tan solo dos resultaran elegidos: Aty Quigua y David Luna.

A pesar de este fracaso, los jóvenes no hemos aprendido a trabajar en equipo y a conformar un solo proyecto político a largo plazo.

En el juego del vaticinio electoral y teniendo en cuenta los antecedentes de Bogotá en el tema de elecciones a corporaciones públicas, no resulta difícil predecir que los jóvenes serán los grandes sacrificados en estas elecciones. ¿Quiénes son estos jóvenes y donde están?

Empecemos por el Partido Liberal. Su carta joven: Andrés Villamizar, un joven economista con una importante trayectoria profesional que, ha pesar de tener como padrinos a Luis Fernando Velasco y Rafael Pardo, tiene una dura competencia al interior de su lista. El Partido Liberal aspira a conseguir mínimo cuatro curules que se las disputarán además de Villamizar, pesos pesados en la política bogotana como lo son Rafael Amador, María Victoria Vargas, Francisco Pareja y maquinarias electorales como las de Germán Olano, Ovidio Claros y Liliana Diago. Difícil tarea para Andrés.

Elkin Velásquez, candidato del Polo Democrático, administrador público de la Escuela de Administración de Negocios de Francia y apasionado por el desarrollo territorial, quien sin lugar a dudas desempeñaría un papel importante en la ley de ordenamiento territorial en el Congreso, tiene pocas posibilidades de sobresalir en una lista donde sus integrantes tienen un trabajo político consolidado en la ciudad como lo son Germán Navas Talero, Wilson Borja, Venus Albeiro Silva y Germán Ávila. Además tiene un competidor duro de opinión dentro de la izquierda: Daniel García Peña.

Cambio Radical, cuya lista se caracteriza por haber reunido a líderes populares con trayectoria en política local y una que otra figura de opinión, tiene posibilidades de alcanzar tres escaños, dos de los cuales ya tienen nombre propio: el actual representante a la Cámara Germán Varón y el concejal Ángel Custodio Cabrera. De ahí que las figuras jóvenes de esta lista como Rafael Merchán, Daniel Andrés Patiño y Paola Cortázar tengan que jugársela a fondo para superar a mini-maquinarias efectivas como las de Fabio Macea Acuña o Luz Marina Gordillo o la opinión que pueda jalar José Fernando Castro Caycedo.

En el Partido de la U, lista donde más nombres de jóvenes políticos se encuentran, es tal vez la lista donde más difícil la tienen figuras prometedoras de la política como el médico cirujano Camilo Prieto y el ex director de Colombia Joven Nicolás Uribe de alcanzar una curul. Tener como compañeros en una lista que aspira a sacar cuatro curules a caciques electorales como Telésforo Pedraza, al pastor evangélico Luis Salas, disidencia de Claudia de Castellanos, y a la ultrauribista Sandra Caballos debilitan las posibilidades de obtener esa cuarta casilla. Más si en la misma lista tengo como competidor a Miguel Sandoval, ahijado del empresario de taxis Uldarico Peña que ya impartió la orden de votar por su protegido.

Alberto Restrepo Herrán y Camilo Bonilla, jóvenes de estirpe conservadora y miembros de la lista del Partido Conservador, compiten en una lista con una maquinaria electoral recién aceitada: la de Fernando Tamayo, y con Francisco Noguera, quien con su paso por el Concejo ha logrado consolidar un caudal electoral en la capital que seguramente lo llevará al Congreso, eso sí, con los votos que le sobren a Tamayo.

En este pronóstico electoral, quedarían dos curules para varias listas que cuentan con jóvenes en sus listas como Alas Equipo Colombia, Mira y la lista peñalosista encabezada por David Luna que, de obtener la misma votación que obtuvo su lista para las elecciones al Concejo, entraría a competir por un escaño.

Esto sin contar otras listas que, de pasar el umbral, podrían resultar sorpresa por su forma de hacer política como las de Colombia Democrática, Dejen Jugar al Moreno y Convergencia Ciudadana, y disminuirían las posibilidades de una renovación en la Cámara de Representantes.

Ojalá, la noche del 12 de marzo cuando empecemos a conocer los primeros resultados, yo este equivocado y varios de los nombres que representan la renovación en la política y la juventud estén entre los 18 elegidos. Si no, espero que esta contienda sirva de lección, que busquemos puntos en común, que renunciemos a las vanidades y empecemos a construir en un solo equipo un proyecto político a largo plazo, capaz de competirle a las maquinarias y a los barones electorales, capaz de hacer de Bogotá una plaza de voto libre.

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