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La lógica económica tras el auge del narcotráfico

Suena raro pero los narcos más famosos son también los responsables de que el negocio se mantuviera relativamente estancado por décadas.

Daniel Mauricio Rico, Daniel Mauricio Rico
26 de marzo de 2019

Ni en las épocas de Escobar, Gacha y los Ochoa; ni en la cúspide de los Rodriguez Orejuela o las Autodefensas de Castaño y Mancuso, ni tampoco cuando las Farc tenían más de cien frentes y todos estos narcos desangraban al país, se había producido y exportado tanta cocaína como ahora. Paradójico que sin grandes carteles y en el posconflicto hoy el traqueteo esté en su etapa más próspera.    

Sobre cómo se cuadruplicó el negocio y llegamos a producir 1.300 toneladas métricas de cocaína al año (según la cifra oficial, que es una estimación conservadora) hay muchas conjeturas y explicaciones. Que es debido a la caída del precio del oro, es muy probable; que se debe a los incentivos perversos de la sustitución de cultivos, como afirma el expresidente Santos. Que se explica por la suspensión de la aspersión aérea y la reducción drástica de la erradicación manual, como afirma el Uribismo; que se debe al aumento de la demanda internacional de cocaína y la devaluación, lo primero no es tan obvio y lo segundo no tiene sustento. De lo que poco se habla es de la reorganización económica del narcotráfico y sus grandes ventajas.

Desde la antigüedad la historia económica ha mostrado las eternas tensiones entre el libre mercado y los monopolios en el comercio. El narcotráfico aunque no tiene códigos arancelarios ni leyes de respaldo comercial enfrenta los mismos dilemas de política económica. La evolución económica del monopolio (carteles) hacia el libre mercado en la comercialización de la cocaína, explica buena parte del florecimiento de la coca.

Los grandes carteles de Pablo, Gilberto y Miguel como los de Carlos y Salvatore ejercían un control estricto con sus pesados ejércitos de gatilleros que no toleraban la competencia, estos señores feudales criollos crearon monopolios con todos los males económicos que eso implica. Suena raro pero los narcos más famosos son también los responsables de que el negocio se mantuviera relativamente estancado por décadas.

El monopolio del narco finalmente cedió frente al libre mercado, primero fueron las Farc, después el ELN y le siguieron las disidencias, las bacrin, bacrim, Gao´s, y todas las demás siglas con las que cada tanto se rebautizan a los grupos de narcos contemporáneos. La guerrilla veía en el  gramaje un medio de tributación para su causa, en las selvas cualquiera compraba y cualquiera vendía la base de coca, pero todos le pagaban el IVA revolucionario. Los cristalizaderos y los enlaces internacionales vinieron décadas después, lo cierto es que las Farc en sus inicios como traquetos combinaron su ideología marxista con el libre comercio de la coca.

Con la caída de las grandes cabezas del narcotráfico, se dieron varios aprendizajes criminales: la violencia desmesurada resulta perjudicial para las finanzas, es mejor cooptar el sistema judicial que desafiarlo y es más rentable ganar poquito en muchos kilos que ganar mucho en poquitos kilos de coca coronada.

Lo cierto es que el narcotráfico se rige cada vez más por la lógica económica que inventaron hace siglos los mercantes ingleses y holandeses con sus “shares” comerciales, quienes en vez de respaldar cada uno con su capital su propio barco y poner todo el riesgo en un solo activo, optaron por cruzar inversiones en varios navíos. Esto cambio dio origen no solo a un modelo de diversificación del riesgo sino a la democratización del acceso a los mercados de inversión. Así igualito es que operan las redes de narcos solo que a los inversionistas ilegales no se les dice accionistas sino “apuntados”.  

El Clan de Golfo, que es la principal red narcotraficante, se asemeja más a una empresa de envíos que a un cartel. Los de Otoniel suben coca de varios dueños por el Urabá y bajan dólares, contrabando, armas o lo que mercado criminal demande, cuando les incautan una lancha o un contenedor les duele poco porque solo una fracción de la pérdida es propia.

El actual “mega-boom” de la cocaína es otro triunfo del libre mercado, refleja la maduración de un comercio donde desaparecieron los carteles (tanto en sentido económico como criminal), las nuevas reglas permiten que más narcos lleven la coca más lejos, más rápido y en mayores cantidades.

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