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LA NEO-OPOSICION

Semana
12 de octubre de 1998

Así como al gobierno le ha tocado soportar el llamado examen del primer mes, que tiene a sus enemigos divididos entre quienes creen que no ha arrancado, y quienes consideran que ya arrancó, pero mal, al primer mes de la oposición cabría hacerle el mismo test. ¿Ya arrancó? ¿Cómo va? Y sobre todo, ¿quién o quiénes son la oposición?
De lo que sí no hay duda es de que ya Horacio Serpa no ejerce el monopolio de la oposición. Con respecto a ella le arrebataron el protagonismo, porque ya no está solo en ese productivo escenario político. En nombre del Partido Liberal han llegado a hacerle compañía, por un lado el ex presidente Carlos Lemos con sus contundentes escritos en El Tiempo, y por el otro Juan Manuel Santos, que arrancó con un estilo de oposición llamativo y efectista desde el mismo instante en el que se hizo evidente que no sería uno de los escogidos en el nuevo gabinete.
Mientras Lemos se ha concentrado en darle palo a Juan Camilo, Juan Manuel está dedicado a desinflar la reforma política, para lo cual recurrió a un mecanismo insólito: enviar una carta en la que se excusaba de no poder asistir a una sesión en la Cámara de Representantes, para luego presentarse personalmente a leer la misma carta en la que se excusaba de no poder asistir a la misma sesión. Con su contenido, en el que como ya es sabido, prevenía sobre las posibilidades de 'casarse' con una reforma constitucional que solo refleje las preocupaciones del país político, logró Santos lo que todavía no logra Serpa: recoger algún liderazgo entre las filas del Congreso, hoy anárquico y despistado por cuenta de la derrota liberal.
Pero si Santos, Serpa y Lemos son las tres cabezas visibles de la oposición del partido, también es cierto que El Espectador se perfila más claramente cada día como el periódico de la oposición. Sus páginas editoriales han venido cerrándole gradualmente el cerco al gobierno, con garrote desde el editorial y con garrote desde las columnas de opinión, dentro de las cuales ya asoma la cabeza el ex director de DAS, Ramiro Bejarano, quien parece ir camino a convertirse en el columnista estrella de la oposición.
Pero aquí es donde resulta más visible el neo-oposicionismo: la que parecería ser la oposición más contundente contra el gobierno Pastrana no es la que se le está haciendo desde afuera, sino la que viene haciéndosele desde adentro del Estado, en cabeza de dos de sus más altos funcionarios: el fiscal Alfonso Gómez y el procurador Jaime Bernal.
Aunque en estricto sentido no se trata de una oposición política, entendida ella como una actitud con ánimo partidista o electoral, sino de una oposición institucional, ambos han exteriorizado posiciones muy contundentes contra conductas del actual gobierno que no comparten o que desaprueban del todo. No recuerdo por parte de los últimos cuatro o cinco procuradores generales, términos más duros contra un gobierno que los utilizados por el actual Procurador a través de aquella carta enviada recientemente al Ministro de Defensa, por las críticas efectuadas por este último al acuerdo de Mainz. En ella, nada menos, el Procurador se defendía de las acusaciones de haber liderado un movimiento de violación de la ley interna del país, para después terminar con un ultimátum: "Prefiero pensar que sus fuertes calificativos obedecen a una posición personal del Ministerio y no a una política de gobierno". Sin embargo, parece ser obvio que el Procurador supone que fue exactamente al contrario. O sea, que sí se trataba de una política de gobierno y no de una posición personal del ministro Lloreda, por lo que aquí ha quedado un flanco abierto para nuevos episodios de confrontación.
Y qué decir de la carta del Fiscal al Presidente, pidiéndole aclaración por unas declaraciones de 'Tirofijo' sobre el caso Leyva. Ya la distancia personal entre el Fiscal y el Presidente había quedado abierta desde que Juan Carlos Pastrana afirmara que Alfonso Gómez Méndez debería estar preso, algo que sonaría totalmente lunático de no provenir de la boca del hermano del propio Presidente de la República. Pero esta carta del viernes enviada por el Fiscal al Presidente, en la que con justificada razón el Fiscal pregunta si fue cierto que Marulanda le dibujó como un obstáculo para la paz las medidas judiciales tomadas contra Leyva, y si el Presidente estuvo de acuerdo con esta apreciación, permiten fácilmente entender que las mayores dificultades políticas del actual gobierno no provendrán de que Serpa esté o no de acuerdo con la forma como se adelanta el proceso de paz, sino de la vigilancia que a toda la legalidad del proceso, como corresponde, le monte la actual Fiscalía de la Nación.
Como lo he dicho anteriormente en esta columna, a la oposición no hay que tenerle miedo. Pero siempre es bueno saber, qué carambas, de dónde es que va a saltar la liebre.