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La nueva ética

No nos debemos sorprender con lo que sucede o con lo que escuchamos. Esa izquierda radical siempre utiliza la misma fórmula. Para justificar la lucha armada contra una democracia o para victimizarse, y de esa manera justificar casi cualquier cosa.

Francisco Santos
18 de marzo de 2023

Los ciudadanos de Colombia se sorprenden todos los días el escuchar lo que tanto el presidente Gustavo Petro como la vicepresidenta Francia Márquez dicen en los medios y en las redes sociales. Pero la verdad es que con su llegada al poder se consolidó y se llevó al extremo una ética en el Gobierno y la manera de gobernar: el fin justifica los medios.

Ya lo vimos en la campaña con los videos que publicó SEMANA sobre Guanumen y su pandilla. Pero la verdad es que en campaña muchos de los candidatos utilizan ese tipo de métodos para llegar al poder. Sin embargo, en el Gobierno, con el escrutinio de los ciudadanos y como jefe de Estado, ya es a otro precio. No les importa. Y en las últimas dos semanas tenemos varios ejemplos de estos dos personajes que muestran lo que nos vamos a tener que aguantar los colombianos durante los tres años y medio que aún faltan para, como dice el himno nacional, “cesar la horrible noche”.

El primer ejemplo es el de Petro y cómo echó al agua a su hijo Nicolás cuando este ya no le servía. “No lo crie”, dijo con descaro, a pesar de haberlo apoyado para la Gobernación del Atlántico y haberlo puesto como eje de la campaña en la costa. Pero ya no me sirve, luego casi no es hijo mío y la culpa es de la mamá y de quienes fueron responsables de su vida, yo no lo fui, durante muchos años. 

Pero ahí no termina la historia. Sin importar que le sacaran cuando habló en campaña de esos terribles padres que dejan a sus hijos y a las madres botadas (digo lo que sea, pues el fin justifica los medios y no importa lo que soy o he sido), Petro fue incluso más allá. Cuando Diego Santos reclamó en Twitter que al echar al agua a su hijo Nicolás y a su madre, Petro tenía el alma podrida, este contestó inmediatamente: ¿acaso es tener el alma podrida abandonar a su hijo por irse al monte? Pues claro que no, piensa él, porque el fin justifica los medios. Dejar el primer deber que tiene uno como ser humano, cuidar la cría –vámonos a lo más primario de la naturaleza– a cambio de ir a asesinar y secuestrar ciudadanos, dice mucho de su alma. Pero para él no. El fin, de nuevo, justifica los medios. Tierra arrasada para lograr lo mío, así sea hundir a mi hijo y a su madre.

Ejemplos hay muchos. Como nombrar una ministra negra y atleta, héroe de Colombia, que saca del cargo sin siquiera llamarla y días después, para tapar un escándalo, la bota de manera pública. Ese descaro es otro ejemplo de ‘te uso y te desecho como lo necesite’, sin importar raza o trayectoria. El fin justifica los medios.Y nuestra vicepresidenta no se salva. Cuando dice en una entrevista que Cuba sí es una democracia y Colombia, el país que la eligió, no lo es, muestra esa justificación que conviene a su ideología extremista. Es decir, yo acomodo todo a lo que pienso. Nuevamente, el fin justifica los medios.

Por un mejor país, o mi versión de país, justifico asesinar, aterrorizar, encarcelar, reprimir; en fin, todo lo que hoy es Cuba. Eso sí, es un país igualitario, lo que lo hace verdaderamente democrático, pues todos son pobres. Pero eso sí, que a mí no me toquen mis privilegios.

Márquez nos da a todos clases de democracia igualitaria como la de Cuba, pero cuando le preguntan si quiere igualarse a los otros vicepresidentes, que nunca usaron helicópteros para irse a la casa, con todo descaro, otra característica de este Gobierno y sus funcionarios, dice NO. A mí me eligieron, ahí sí le sirve la democracia de la que reniega, así que “voy a ir en helicóptero, le guste a la élite colombiana o no”. De nuevo acomodó los hechos y los usó para justificar su malgasto y abuso de bienes públicos. Mi fin justifica los medios, gústele a quien le guste, nos dice con claridad la humilde vicepresidenta.

El descaro de la señora Márquez es, además, utilizar sus orígenes para justificar ese malgasto de dinero. No, señora Márquez, no justifique ese abuso con esa narrativa, ni tampoco mienta al decir que todos los vicepresidentes hicieron lo mismo. No todos somos así de irresponsables y despilfarradores. 

Pero de eso viven. De tergiversar la realidad y acomodarla a sus propios intereses para justificar una descalificación brutal como la de Petro con su hijo o el mal uso de un helicóptero para que la humilde vicepresidenta llegue a su casa.

No nos debemos sorprender con lo que sucede o con lo que escuchamos. Esa izquierda radical siempre utiliza la misma fórmula. Para justificar la lucha armada contra una democracia o para victimizarse, y de esa manera justificar casi cualquier cosa. Lo del helicóptero es lo de menos. Es como piensan, como actúan y como manipulan la verdad o los hechos sin rigor alguno para darse la razón.

La semana del escándalo de Nicolás Petro, que se sumaba al terror en el Caguán, Petro dijo “que pasé una semana muy mala, dicen por ahí; la verdad no”. Y lo justifica diciendo que estuvo con comunidades, repartió tierras y otras cosas. Claro, en su cabeza esas justificaciones eliminan lo que no quiere ver o sentir y dejan ver lo que sí le sirve. 

Pero la opinión pública no olvida y las redes sociales, por más bodegas que se contraten y que lo defiendan a ultranza, no borran los hechos de estas semanas, que muestran el carácter despilfarrador, mafioso y oscuro –y estoy siendo generoso– de los dos máximos dirigentes de este Gobierno.

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