Home

Opinión

Artículo

COLUMNISTA INVITADO

La paradoja de The Economist

El paradigma no es si es Uribe o si es Santos. El tema de fondo es la economía y los efectos socioeconómicos y financieros que generan un modelo económico o el otro.

Semana.Com
8 de agosto de 2014

The Economist ha opinado sobre la reelección presidencial en Colombia y otros países de Latinoamérica. La opinión se expresa a través de un artículo denominado: I, The Supreme; del pasado dos de agosto.

Sobre Colombia The Economist asume que el presidente Santos no tiene el suficiente respaldo de la ciudadanía como para decidir sobre algo que el actual senador Uribe, durante su periodo presidencial, consideró necesario para Colombia. Pero además dice que la reelección no es un problema para Colombia y por lo tanto Santos se preocupa por algo que no es relevante en el futuro de los Colombianos.

The Economist construye un ambiente en donde deja claras líneas para pensar pero también para especular sobre conjeturas donde la decisión de la reelección debe depender de la gestión del presidente de turno. Dice que la determinación de la relección puede estar sujeta a los resultados en el ámbito económico puesto que ello define la popularidad de los mandatarios. Pero sobre Colombia abre el espectro y lo enfoca adicionalmente en los asuntos de seguridad y los diálogos que buscan la firma de los acuerdos de paz con la Farc. Señala que cuatro años fueron suficientes para la firma del acuerdo. Es decir, ¿Por qué tendría Santos que estar más años gobernando si en cuatro, según The Economist, no arregló el tema?

Dada esta consideración diseña un escenario teórico donde los conceptos juegan a varias bandas. Produce un camino que crea en la mente del lector la percepción de la conveniencia de la reelección y el juego de cada mandatario con las oportunidades. Entre ellas los factores externos; como los altos precios de las materias primas y para el caso Santos los diálogos. 

Es decir, según narra The Economist las oportunidades externas crearon las condiciones económicas favorables a los países latinoamericanos. Esos costos de oportunidad fueron aprovechados por los mandatarios sobre los resultados económicos y en consecuencia condujeron a una merecida reelección. 

La narrativa en cierta forma trata de desacreditar al presidente Santos y darle la razón al expresidente Uribe en este tema de la reelección. En otras palabras, para The Economist, Uribe si tuvo la razón para reelegirse pero Santos no tuvo argumentos para hacerlo y ello lo confirmaría el resultado del número de votantes tanto a favor de Santos como a favor del candidato Oscar Iván Zuluaga. Sin embargo, en medio de la narrativa existe la contradicción sobre lo económico para el caso colombiano. 

No es un secreto la crisis económica tanto en Europa como en los Estados Unidos la cual coincidió con el periodo 2002 – 2010. En este sentido los riesgos y las adversidades económicas se confabularon en la construcción de un ambiente internacional que despejó el camino para el incremento de los flujos de capital hacia los países en desarrollo y también hacia los emergentes. 

Ni cortos ni perezosos y ante el incremento del precio de las materias primas, que para el caso de Colombia fue el petróleo, se sintió la necesidad de incrementar la exploración. Las expectativas de hallazgos como también la subida del precio por fallas de mercado, más que por efectos de la interacción entre la oferta y la demanda, crearon un ambiente favorable que condujo a sentir riqueza nominal pero también peligrosa y despertó la atención de las compañías petroleras en la búsqueda del Dorado.

Basta mirar el comportamiento del sector de Minas y es evidente el repunte del PIB que paso de un crecimiento negativo del 8.3% a uno positivo del 14.5% entre el 2001 y el 2011. Sobrepasó al resto de sectores y en esa medida creando el riesgo de enfermedad holandesa y con ello se producen condiciones para perder el equilibrio en la ecuación macroeconómica toda vez que el sector Minas, como se ha evidenciado en otros países y momentos históricos, no genera efectos equitativos en el conglomerado. 

Este contexto se contrapone a lo que ha sucedido desde el 2011 puesto que el crecimiento del PIB del sector de Minas cambió de pendiente pero el de la construcción empezó a subir. La gran diferencia entre el crecimiento del sector Minas y el de la Construcción es que el primero es movido por empresas multinacionales y efectos internacionales y el segundo ha sido enfocado a la construcción de viviendas en Colombia el cual tiene un efecto positivo y más directo sobre los asuntos socioeconómicos del país. 

El paradigma no es si es Uribe o si es Santos. El tema de fondo es la economía y los efectos socioeconómicos y financieros que generan un modelo económico o el otro. 

En este sentido pienso que The Economist está dando relevancia a las coyunturas económicas y políticas pero está dejando de lado aspectos estructurales de los modelos económicos.  

Magister en economía*

Noticias Destacadas