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La petrofantasía del liderazgo global

Para Petro, en su narcisismo, debe ser intolerable ver que sí hay un colombiano que está irrumpiendo en la escena global, y es su némesis: el expresidente Iván Duque.

Por: Francisco Mejía

Finamente Petro consiguió que su discurso en la ONU le diera la vuelta al mundo, pero no por su contenido, sino por la fabricación de un aplauso inexistente para engañar incautos. La agencia de noticias Bloomberg, por ejemplo, difundió la noticia en todos sus canales. Aparte del daño que esto le hace a la imagen de Colombia, el vergonzoso episodio denota la obsesión de Petro por ser un líder global. Tal vez creerá que siguiendo aquella consigna de los estadounidenses de “fake it until you make it” (fínjalo hasta que lo logre) se convertirá en uno.

Pero no, eso no será posible. Para ser un líder global hay que decir cosas interesantes, inspiradoras y hacerlo con estilo y elocuencia, y por supuesto, estar precedido por los hechos. Empezando por el estilo y la elocuencia, hay que decir que terminar un discurso con “esparcir el virus de la vida por las estrellas” solo transmite la idea de que el orador no se ha leído un libro en la vida y ha perdido su tiempo con pseudoliteratura panfletaria marxista.

Sobre lo interesante de sus ideas solo basta anotar que la comunidad internacional ya entendió que su activismo ambiental es una fachada para impulsar sus viejas ideas marxistas, ya que pregona que la solución del cambio climático está exclusivamente en la acción de los estados. La solución principalmente pasa por la producción masiva de energía renovable y la electrificación de las economías, y la comunidad científica y los líderes globales saben que el mundo debe invertir en ello mínimo 3,5 trillones de dólares al año si queremos cumplir el Acuerdo de París, y saben que solo el sector privado tiene los recursos y la capacidad para hacer algo así. Por eso a nadie informado le interesan las profecías apocalípticas de Petro para justificar condonaciones de deuda y mayor gasto público que en nada contribuyen a la solución del problema.

Pero en los hechos esta lo mas grave: los cuerpos diplomáticos de los países desarrollados ya debieron reportar a sus cancillerías que la retórica de Petro de “el petróleo es peor que la cocaína” viene precedida de un hecho muy peligroso que fue el Pacto de La Picota, y ya habrán indagado un poco en la historia y sabrán el antecedente de que el M19 se alió con Pablo Escobar para asaltar el palacio de justicia. Eso sumado a los escándalos de corrupción de su familia que incluyen dineros de narcos condenados.

Pero, además, nadie se convierte en un líder global blanqueando dictaduras, los líderes globales todos lo han sido por haber defendido la libertad. Algunos han confundido la aparente simpatía de Biden por Petro como un signo inequívoco de su importancia internacional; se equivocan, Biden lo recibe porque lo considera un peligro para la región y por eso lo quiere tener cerca, para entenderlo y tratar de neutralizarlo.

Para Petro, en su narcisismo, debe ser intolerable ver que sí hay un colombiano que está irrumpiendo en la escena global, y es su némesis: el expresidente Iván Duque. Duque ha sido nombrado miembro distinguido del prestigioso Wilson Center, director de la iniciativa Concordia para la Amazonia y “fellow” de la escuela de gobierno de la Universidad de Oxford, todas estas organizaciones de alcance global. Y es panelista asiduo en los eventos más importantes del mundo. Fue en vano esa propaganda negra de Petro cuando acusó a Iván Duque ante la comunidad internacional de indiferencia o acaso complicidad en los asesinatos de líderes sociales. Eso pudo sembrar algunas dudas en su momento, pero todo quedó aclarado con el incremento de asesinatos de líderes y violaciones a los derechos humanos en este gobierno, perpetrados por la contraparte del acuerdo de La Picota.

Duque se está convirtiendo en un líder global porque tiene todo para serlo. Sus hechos lo preceden en los dos temas más importantes del mundo: el medio ambiente y la inmigración. En medio ambiente, dejó el 30 % del territorio nacional como área protegida y aumentó la energía renovable de casi cero a 10 % de la matriz energética. Y en inmigración resolvió con humanidad el problema casi dos millones de venezolanos que entraron a Colombia expulsados por la dictadura. Sus elocuentes discursos en perfecto inglés y su vasta ilustración deslumbran a las audiencias.

Puede conversar con un europeo sobre el Imperio romano o Shakespeare con erudición, o con un norteamericano sobre Faulkner o Truman Capote, y tiene ese humor brillante, ese “plaisanterie” que los grandes conversadores de la ilustración francesa legaron al mundo. Como diría Shakira: “Cambiamos un Ferrari por un Twingo”. Ya veremos, para bien de Colombia, a Iván Duque consolidando su liderazgo y asumiendo responsabilidades globales, y para mal de Colombia, a Petro cada vez más ignorado y llenándonos de vergüenza por estos dos años largos que le quedan.