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La Selección Colombia

Nicolás Morales habla sobre el legado cultural que le dejó a los colombianos el 2007

Semana
21 de diciembre de 2007

Junto al decorado navideño, a las luces intermitentes en las avenidas, al buñuelo con natilla y al ponche con sabajón, nos llegó el regalo cultural del año. O más bien, la oportunidad de que nos sintamos por una vez en la década, partícipes de nuestra floreciente industria cultural premiando a lo más selecto de nuestros creadores. Basta un pequeño clic tras ingresar al portal del periódico El Tiempo para cubrir de laureles la cabeza de diez colombianos que han vivido entre las musas y que con musas (o escaramuzas) nos han conquistado. Son veinticinco grandes nombres de los cuales, a
diez llevaremos al podio.

Los 10 de la cultura es el equivalente inflado del crucigrama millonario que también saca El Tiempo, pero en una novedosa versión de reality intelectual: con grupos en Facebook apoyando a los candidatos, con jurados de preselección y con estudios previos de presencia comercial y mediática que asegurarán, lo adivinamos, el triunfo del carisma y las buenas causas sobre ese fárrago extraño que constituye la Cultura.

En todo caso, no deja de ser interesante la lista que resultó. No solo para ver a los incluidos, aunque me permitiré hacer pronósticos, sino para detectar los huecos de las ausencias y las conveniencias. Tenemos en primer lugar, porque sobra decir que todo esto es puro teatro, a los teatreros, representados por Fanny Mikey y Omar Porras. Lo de Fanny es obvio, porque hasta para señorita Colombia habrá quien la postule, pero lo de Porras se pasa de rebuscado: ¿le ganó a Santiago García, a Patricia Ariza, a Ricardo
Camacho y a los Abderhalden? Todo sin moverse de Suiza y habiendo hecho menos de diez presentaciones en Colombia. A menos que solo se reciban votos de ex alumnos del Helvetia y de habitantes de la Bella Suiza, con el premio arrasa la Mikey cien a uno.

Luego vienen los artistas plásticos: Fernando Botero, Óscar Muñoz, Doris Salcedo y Antonio Caro. Uno vive del recuerdo de las obras que hizo hace veinte años, otra no expone en Colombia, a menos que sean sus obras lastimeras, al otro lo han premiado hasta con tapas de cerveza y, desafortunadamente, por Muñoz no va a votar el gran público colombiano. Y como se quedaron por fuera Miguel Ángel Rojas, Wilson Díaz y Beatriz González (que tampoco habrían ganado), el premio gordo le caerá, por más pesadez que nos produzca, a Botero.

Siguiendo con el novelón, no podían faltar dos de los de siempre: Fernando Vallejo (¿no se suponía que no era colombiano?) y Laura Restrepo. Entró Héctor Abad, ni más faltaba mi Don, y Germán Espinosa seguramente no querrá resucitar para recibir el elogio que en vida no se le hizo. Por último, como la obviedad es la regla, no podía quedarse por fuera el omnipresente William Ospina, quien derrotó en popularidad a Juan Gabriel Vásquez, Germán Castro Caicedo, Santiago Gamboa y Jorge Franco, así como a dos figuras que en otros tiempos alcanzaron a cierto renombre en la cultura nacional: Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis.

Un solo poeta hubo en la lista: Giovanni Quessep. Y aunque justa resultó su nominación, no escondió el oprobio de la omisión de Roca y Bonnett. Como no hay chance de que el público escoja a poeta sobre novelista, sabiendo sobre todo que Aura Cristina Geithner abandonó su dedicación al verso debemos conceder que el collar de arepas irá a parar en manos de Héctor Abad.

Totó, Aterciopelados, Juanes y Shakira se pelearán con Valeriano Lanchas el galardón musical, porque, según parece, por la historia de la reciente música colombiana no han pasado Guillermo Carbó, el Sexteto Tabalá ni las múltiples investigaciones de Egberto Bermúdez. Así que, si nos ponemos arribistas, gana lanchas, pero si nos ponemos uribistas, que Dios nos guarde de Juanes.


Con respecto al cine, lo lógico sería ver el triunfo de Luis Ospina, pues su documental,
justo como este reality cultural, aunque parece cierto es pura mentira. Frente a ese cálculo, a Gaviria no le serviría hacer sumas ni restas, y a Cabrera solo le quedaría repetir que “perder es cuestión de método”. Por su parte, a Aljure no le alcanzó ni siquiera para ser nominado al “colombian dream” de la palmadita en el hombro y la patadita de la buena suerte.

Además están las categorías sin contrincantes: de Harry Sasson (a quien ni siquiera D’Artagnan le salió al paso) a Fernando Gaitán, que a punta de lágrimas le debió dañar el paso hasta a Álvaro Restrepo; y como Colombia es un país con más pelotas que letras, no se podía quedar Andrés López por fuera de este sancocho
“cultural”. Con la cosa así, mejor me voy pidiendo la ventana porque tanto revuelto me ha dado hasta un mareo maluco. Por último: esta columna se escribió antes de la coronación del 6 de diciembre. Los lectores podrán apreciar, entonces, mis predicciones e inexactitudes relativas a este soporífero evento. Feliz Navidad.

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