LA SOLEDAD POLITICA

Semana
7 de noviembre de 1983

Se encuentra apenas en etapa de elaboración por parte de Consumer -que se ha convertido en algo así como el "alter ego" de la politica colombiana- una encuesta diseñada para captar la forma como el "caso Lara" pudo haber repercutido en la popularidad del Nuevo Liberalismo. Pero es factible anticipar que no obstante las equivocaciones por él cometidas, que analizaremos más adelante, el prestigio de Luis Carlos Galán salió incólume de esta celada que se le tendió a su ex jefe de debate, por la razón lógica de que el Nuevo Liberalismo se ha sostenido como un movimiento de clara estirpe caudillista semejante al que en la actualidad apadrina el Presidente Betancur a nivel nacional, eso hace que mientras a Galán le sea factible abandonar políticamente a uno de sus más intimos colaboradores sin provocar ninguna crítica de la opinión pública, a Belisario, por la misma razon y sin despertar ninguna sospecha, le sea también factible producir la impresión de que pertenece a un bando distinto al de los gerentes de la empresas públicas del Estado.
No sobra destacar, sin embargo, la entereza (o machera, como decimos nosotras las señoras que somos tan gráficas), que ha demostrado el ministro Lara Bonilla para sostenerse en el ministerio de Justicia, contra fuerte viento soplado desde sus propias filas políticas y agitada marea levantada por reconocidos voceros de la opinión pública, que en varias ocasiones pidieron enfáticamente su renuncia. Abriéndose paso a codazos entre insidiosas zancadillas que a cualquier otro con menos personalidad le habrían representado una contundente trampa de indole moral, Lara Bonilla ha logrado reivindicarse ante la opinión, empacado en la imagen de un ministro de "armas tomar".
Con tal fuerza se percibe su entereza, que el simple hecho de que después de seis años de inactividad de un proceso de tráfico de drogas contra Pablo Escobar, se hubiera dictado finalmente un auto de detención en su contra, fue interpretado como una sospechosa interferencia del ministro en la rama judicial. Sin embargo, lo que había debido despertar sospechas no era que dicha providencia se dictara ahora sino que no hubiera sido dictada durante los seis años anteriores. Pero quizás lo más patético del caso Lara fue la tremenda soledad politica del ministro en momentos en los que más solidaridad requeria su cuestionada posición. Aunque muchos de los que lo abandonaron a su suerte estaban quizás asistidos por la razón de sus sospechas, un sólo hombre, Luis Carlos Galán, estaba obligado a permanecer a su lado hasta tanto no existiera una prueba fehaciente sobre su culpabilidad, calidad que no lograron alcanzar ni la grabación ni el cheque esgrimidos en contra de Lara, por la sencilla razón de que en ningún momento fueron catalogados de auténticos ni tachados de falsos por una autoridad judicial competente. considero que la actitud asumida por Galán no puede excluirse de ningún intento de balance del "caso Lara", básicamente porque el caudillo del Nuevo Liberalismo cometió dos delicados errores políticos. El primero de ellos haber callado cuando debió hablar. El segundo haber hablado cuando debió callar. Tan pronto dejaba interpretar su solidaridad con Lara con afirmaciones como la de que le habían "fraguado una venganza y le habían puesto una celada al ministro de Justicia", se lavaba las manos a renglón seguido con el agua de frases tan desobligantes como la que aclaraba que conocía a Lara "desde hace 3 años". Dias después afirmaba que "para mi basta la palabra de Rodrigo Lara", pero un párrafo antes había asegurado que Lara "demostrará plenamente su honestidad política en los hechos y no en palabras". Tan pronto consideraba suficiente que Lara hubiera "sometido a la Procuraduría el exámen de todas sus cuentas corrientes, declaraciones de renta y demás documentos para que se establezca la pulcritud de todos sus ingresos..", cambiaba de manera de pensar para anunciar, escasos días más tarde, que "he creído necesario solicitar a los miembros del Tribunal de Garantías (del N. L.) un exámen completo de lo acontecido para que, en lo que se refiere al Nuevo Liberalismo, podamos tener una firme y definitiva convicción sobre la conducta del doctor Lara Bonilla". Al parecer una investigación de la Procuraduría era incapaz de otorgarle dicha certeza al movimiento.
Y finalmente, después de afirmar que "no se conoce prueba suficiente para demostrar la culpabilidad del ministro, o su absoluta inocencia respecto a lo sucedido", (con lo que implícitamente estaba condenando a Lara por un absurdo jurídico semejante al de que el ministro no hubiera podido demostrar completamente su inocencia ante acusaciones que no demostraban completamente su culpabilidad), Galán cerraba con broche de oro esta cadena de contradicciones con una frase en la que intentaba escribir con palabras la solidaridad que sus mismas palabras habían estado borrando: "Con Gloria queremos expresarles nuevamente a usted y a Nancy que los hemos acompañado en estas horas, y que estamos pendientes de todo lo que permita probarle al país que sobre el nombre de Rodrigo Lara NO PUEDE haber duda alguna", única frase que realmente había debido pronunciar Galán mientras la Procuraduría emitía un concepto definitivo sobre el caso.
Si me he tomado el trabajo de recopilar las frases anteriores es porque considero que pueden ilustrar algo que en esta misma revista se afirmó algunos números atrás: tan cierto es que Luis Carlos Galán va a ser Presidente de este país, como que no lo será en las próximas elecciones presidenciales. Y la razón, en mi opinión, radica en que Luis Carlos Galán maduro electoralmente mucho antes de que hubiera madurado políticamente.

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