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La triste despedida de Petro

Sin metro, sin vías, sin prosperidad social, pero con una nómina rechoncha se despide el alcalde de Bogotá.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
5 de diciembre de 2015

Sería injusto decir que Gustavo Petro no hizo nada en su paso por la alcaldía de la capital. Hay índices de pobreza que mejoraron, algunos otros relacionados con el homicidio que disminuyeron positivamente y hay experimentos sociales que pueden haberle funcionado en sectores populares de la ciudad. Esas obras, sin embargo, parecen insuficientes al lado de la seguidilla de improvisaciones que hicieron de la ‘Bogotá Humana’ una alcaldía que en vez de combatir la exclusión, creó fuentes artificiales y peligrosas de ocupación para un montón de propagandistas y simpatizantes de Petro que no se sabe muy bien para qué sirven pero que están ahí engordando la ya rechoncha nómina del distrito.

Esta es una despedida llena de puestos, de burocracia inservible y de favores que se pagan con contratos. Tristemente, Petro no acabó las mafias de contratistas que desangraban al distrito sino que las reemplazó por unas que le fueran leales y que en momentos de tensión le han acompañado efectivamente en la Plaza de Bolívar o en las redes sociales para defenderlo de los ataques de sus malquerientes. Para él todos esos nuevos empleados y contratistas han resultado muy convenientes, ¿pero será igual de útil para la ciudad este ejercicio de llevar una carga burocrática tan pesada?

El alcalde mayor de Bogotá ha solicitado en los últimos meses la creación de 3.363 nuevos cargos permanentes así como la prórroga de unos 5.486 empleos. Respetados analistas creen que esos nuevos puestos junto con las extensiones de los contratos costarán unos 35,000 millones de pesos al mes, es decir, ¡unos 424,000 millones de pesos al año!

En entidades como la Secretaría de Integración que maneja un presupuesto superior al de muchos municipios de Colombia, las cosas se han puesto dramáticas. Las dependencias encargadas de manejar supuestamente con eficiencia los recursos de los más marginados, cuentan con un número absurdo de contratistas porque decidieron pasar a operación directa algunos servicios y temas sensibles. La cifra supera los 12 mil contratistas. De igual forma, el presupuesto aumentó en estos últimos 4 años un 90% sin que se sepa a ciencia cierta cuál es la calidad de ese gasto.

Mientras las contrataciones aumentaban en la Secretaría de Integración Social, el doctor Jorge Rojas, su máximo responsable, se paseaba por la puerta giratoria de los cargos oficiales a la política electoral, primero para ayudarle en la reelección a Santos y luego para intentar poner de alcaldesa a la doctora Clarita.

Faltando unos pocos meses para el final del periodo de Petro, Rojas tuvo el descaro de volver a su cargo a pesar de haberle dicho a los medios que no tenía ningún interés en regresar. ¿A qué volvió el doctor Rojas si en la cuenta regresiva para el fin del periodo de Petro sólo hacen falta algunos días? ¿Acaso a arreglar entuertos, a esconder contratistas o a dejarle hechos creados como la prórroga de contratos al alcalde entrante Enrique Peñalosa?

Sea cual fuere la respuesta, lo cierto es que el efectivo secretario Rojas volvió para reintegrarse a una nómina exorbitante que va a tener que ser reajustada en lo posible por Peñalosa, aunque los burócratas querrán quedarse y Petro les está dando una mano para que sigan ahí.

Este triste adiós del alcalde saliente es también el cierre de una era de malos gobiernos de izquierda que no le cambiaron la vida a los más pobres sino que le mejoraron las entradas a miles de empleados innecesarios y a unos contratistas amigos que se enriquecieron gracias a su líder Gustavo Petro quien resultó, para sorpresa de muchos, un burócrata feroz.

Twitter: @JoseMAcevedo