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LA VERDAD

Los ganaderos están absolutamente dichosos, y hasta orgullosos, de haber organizado sus cuerpos privados de autodefensa

Semana
23 de diciembre de 2006

Le dedico esta última columna del año a 'la verdad', dos palabras que son las que más van a sonar en 2007 en Colombia, por cuenta del proceso paramilitar que acaba de arrancar.

Pero ¿cuál 'verdad' es la que estamos esperando? Yo diría que hay cuatro categorías de verdades, y en casi todas sufriremos desilusiones:

La de los jefes: por la apertura de la audiencia de Salvatore Mancuso ante la Fiscalía ya podemos anticipar que por parte de los jefes del paramilitarismo, la disculpa de la falta de Estado y la necesidad de montar mecanismos de legítima defensa será la que aduzcan todos, sin excepción, para justificar el nacimiento de los grupos de autodefensa.

Inevitablemente tendrán que reconocer los excesos, pero desde luego no todos, que se cometieron con masacres y motosierras, y estos serán justificados por la urgencia de proteger la vida de finqueros, ganaderos y pobres campesinos que buscaron su ayuda agobiados en su seguridad física y en su derecho a la propiedad por otros campesinos al servicio de la guerrilla, que los secuestraban, asesinaban y robaban.

Pero a pesar de las lágrimas preliminares que derramó Mancuso, quienes piensen que podremos observar un espectáculo de reconciliación como el de Suráfrica, en el que victimarios y víctimas se abrazaban llorando, creo que se quedarán con las ganas.

Los políticos: los vinculados con el paramilitarismo se pueden dividir en tres categorías: 1-Los políticos 'fichas' de los paramilitares, puestos por ellos en el Congreso o en las alcaldías, tipo Eleonora Pineda y Rocío Arias. 2-Los políticos 'colaboradores' de los paramilitares, que iban más allá de hacer pactos con ellos o ayudarlos económicamente y que pudieron hasta llegar a ser determinadores de masacres y homicidios. Y 3-Los políticos 'víctimas' de los paramilitares, categoría en la cual tratarán de meterse todos los anteriores, cuya disculpa será que reunirse con 'Jorge 40' era la única manera de salvar la vida y que acatar las reglas de los paramilitares era la única forma posible de hacer política, lo cual aducirán como justificación de sus alianzas.

Los ganaderos: la desafiante desfachatez con la que decenas de ganaderos del bajo Cauca antioqueño se reunieron en una convención en Caucasia, de la que salió una carta al Presidente con miles de firmas en las que aceptan haber financiado a las autodefensas, indica que no tienen absolutamente ningún problema en reconocerlo. Por el contrario, están dichosos y orgullosos de haber asumido la organización de estos cuerpos privados de defensa. Gracias a eso sostienen que recuperaron las tierras que el Estado no les podía proteger y pudieron continuar con su actividad económica. Sobre los excesos que los grupos paramilitares cometieron alegarán que no se sienten comprometidos para nada, porque es lo mismo que cuando uno contrata un escolta, y éste por accidente coge a alguien con el carro o mata a alguien con el revólver: la culpa es del escolta y no de uno, así como los excesos son atribuibles a los paras, y no a ellos.

La posibilidad de judicializarlos es absolutamente imposible. Pero en caso de que varios de ellos se enfrenten a esa posibilidad, alegarán lo obvio: que fueron obligados a pagar vacunas para conservar sus vidas. ¿Y si a alguien lo judicializan por pagarles una vacuna a los paramilitares, ¿por qué no hacen lo mismo con todos los colombianos que se han visto obligados a pagarle una vacuna o un rescate a la guerrilla?

Los militares: es la categoría en la que probablemente va a golpear más 'la verdad'. Con toda seguridad, de las audiencias de la Fiscalía y de los datos aportados por los testigos surgirán los nombres de varios miembros de las Fuerzas Militares que les sirvieron de cómplices o se hicieron los de la vista gorda con las atrocidades de los paramilitares. De hecho, ya se habla a voces de que la masacre de Chengue la facilitaron los policías que prestaban servicio en el lugar.

Y este será el gran escándalo de 2007, porque los de esta categoría tienen todas las de perder. Aquí no se trata de haber hecho pactos con los paras para hacerse elegir, como alegarán los políticos, o de financiarlos para que les cuidaran la vida y las propiedades, como alegarán los ganaderos, sino de actos de sangre que fueron facilitados por acción o por omisión.
Varios militares verán arruinadas sus carreras y como servidores públicos, son los que verdaderamente cargarán con todo el peso de la ley.

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