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Las “femiprogres”

Que la defensa de las mujeres no se quede en panfletos y mítines. A ponerse las pilas y que se note, de verdad, la solidaridad de género.

María Andrea Nieto
10 de septiembre de 2022

No hay nada más patético que un puñado de mujeres que dicen ser feministas y defensoras de los derechos de sus congéneres, se arrodillen ante el machismo que tanto cuestionan. Por supuesto, me refiero a las influenciadoras, youtubers, servidoras públicas y congresistas de la izquierda de Colombia frente al tóxico y compulsivo comportamiento de Álex Flórez, senador del Pacto Histórico.

La patética borrachera con pantalones mojados, agravios a la policía y el escándalo en las puertas de un lujoso hotel de la ciudad de Cartagena, es el evento menos grave de todos. De hecho, el equipo de comunicaciones del senador Flórez, y con seguridad el de sus amigos, logró desviar la atención hacia el supuesto problema de alcoholismo que, a regañadientes, y como estrategia audaz, narró tener. El problema más grave es que se conoció que un “honorable” senador de la república, que se dice ser progresista y encarnar “el cambio” a nombre de su padrino político, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, estaba de turismo sexual y recogió a una joven mujer en la Torre del Reloj para llevarla a su hotel. Hasta donde se supo, o pudieron manejar, se trataba de una mayor de edad. Pero muchas dudas quedaron al respecto, y con astucia los videos de la escena no se han conocido hasta ahora. Es como si hubiera llegado un escuadrón de limpieza de embarradas a dejar el lugar de los hechos sin huellas ni rastros. ¿Por qué el hotel nunca se pronunció?

Ante la gravedad de este hecho, surgen varias preguntas. ¿Es ético que un senador, por cuenta de sus adicciones, promueva los delitos que hay detrás de la prostitución de las mujeres, niñas, niños y adolescentes en una ciudad que tristemente se caracteriza por esa actividad ante la pobreza y falta de oportunidades? ¿Tiene sentido que con el dinero que sale del bolsillo de los colombianos para pagar los honorarios de los congresistas se promueva el turismo sexual?

El senador Flórez tiene al parecer antecedentes más graves. Siendo concejal de Medellín destrozó una camioneta de propiedad de la ciudad, destinada para su transporte, en circunstancias que no fueron explicadas y que, obviamente, no tuvieron consecuencias. Hay varias denuncias en su contra por violencia intrafamiliar y, además, fue destituido como concejal de Medellín por el Consejo de Estado porque hizo campaña siendo contratista de la ciudad.

¿Qué dijeron las “femiprogres” del país ante este vergonzoso comportamiento de un líder del “cambio”?

La mujer que ocupa el segundo cargo más importante de la democracia colombiana, la alcaldesa de Bogotá y miembro de la comunidad LGTBIQ+, Claudia López, no dijo nada. Ella, siempre tan acostumbrada a opinar sobre lo divino y humano, ante el comportamiento cavernícola del senador, curiosamente, guardó silencio. De igual manera, su esposa, la senadora Angélica Lozano, otra importante mujer en la política colombiana, solo escribió un tímido mensaje al respecto en sus redes sociales.

Las feministas de izquierda, tan acostumbradas a mover las sillas Rimax y cargar las maletas a los políticos de izquierda en sus mítines, tampoco dijeron gran cosa. El país se quedó esperando la ola de mensajes en las redes sociales, los numerales y hasta la exigencia de la renuncia del senador borracho. Pero hubo un extraño y cómplice silencio.

Lo cual explica que la defensa de los derechos de las mujeres también es selectiva y por conveniencia. Esta semana hubo un debate en la Cámara de Representantes y el congresista Ape Cuello se dirigió a su compañera de curul Catherine Juvinao de manera machista y grosera. Pues bien, ahí sí se armó Troya. Sus compañeras, influenciadoras y youtubers activaron las redes para defender, y con toda razón, el honor de la congresista. ¿Será que se necesita estar en una posición de poder para recibir el respaldo de las “femiprogres” del país? ¿Una humilde mujer a la que le toca ejercer el oficio de la prostitución no merece el respaldo y apoyo de las feministas? O nos venderán la idea de que, en pleno siglo XXI, ¿este es un oficio “digno” y “progresista”?

Lideresas de la izquierda, congresistas de la bancada del cambio y servidoras públicas: amárrense la falda, los pantalones y los tenis porque calladitas no se ven más bonitas. La sumisión de la mujer frente al poder patriarcal significa la esclavitud de muchas que no tienen los privilegios que ustedes ostentan. A esas mujeres humildes que, por el contrario, les toca pararse en esquinas oscuras de las calles colombianas a que pase una camioneta en la que va un degenerado, que, ante su poca hombría y decencia, tiene que comprar favores sexuales para satisfacer sus más vergonzosas aberraciones. Que la defensa de las mujeres no se quede en panfletos y mítines. A ponerse las pilas y que se note, de verdad, la solidaridad de género.

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