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LAS SORPRESAS DE BEDOYA

Semana
2 de marzo de 1998

El general Bedoya se ha convertido en uno de los enigmas políticos de estas elecciones. Pero no arrancó así. Cuando lanzó su candidatura, todo el mundo sabía que la iba a lanzar, por la forma como fue obligado a salir del Ejército. Y cuando subió en las encuestas, todo el mundo sabía que iba a subir, por la novedad. Pero ahí comenzaron las sorpresas. Porque cuando todo el mundo pensaba que, pasada la novedad, comenzaría a bajar, no bajó. Y cuando todo el mundo pensaba que hasta ahí llegaba, siguió subiendo. Por eso todos los politólogos y asesores políticos del momento se están rompiendo la cabeza para explicar el fenómeno. Y una de las razones que más fuerza ha cogido es la que sostiene que Bedoya, entre todos los candidatos, es el que más claramente marca una diferencia de posturas, entre una cosa y otra: entre el orden y el desorden, entre la fuerza y la debilidad, entre la guerra y la paz. Todos los demás, salvo Serpa, que claramente representa el continuismo samperista, están en una zona gris, en la que no parecen levantar la cabeza por encima de los demás. Lo curioso es que el grueso de sus simpatizantes, según las encuestas, se los ha robado Bedoya a Mockus y a Valdivieso. Potenciales votantes de Mockus que se le han pasado a Bedoya son los que identificaban al ex alcalde de Bogotá como un hombre autoritario, característica que hoy le atribuyen más directamente a Bedoya. Valdivieso, en cambio, parece haber perdido simpatizantes en la franja de quienes desean a toda costa un cambio, que hoy perciben que está mejor expresado en el discurso derechista de Bedoya. Llega a tal punto el enigma del general, que todo el mundo está esperando con terror la encuesta presidencial de marzo, que será clave para determinar cómo quedan las fuerzas después de las elecciones parlamentarias: ¿en qué puesto aparecerá Bedoya? ¿Logrará sacar del ring a Noemí? ¿Logrará aventajar considerablemente a Valdivieso? ¿Logrará colocarse en el segundo puesto después de Serpa? ¿A qué distancia de Andrés Pastrana? Lo único que parece estar claro es que Bedoya no perderá un lugar preponderante en la próxima encuesta. Cada vez habla más duro, pero la última vez habló más duro que siempre: además de afirmar que vivimos bajo una especie de dictadura (la del régimen, como decía Alvaro Gómez) y de que la política colombiana actual está montada en una maquinocracia, en una corrupcracia, en una narcocracia (la del gobierno Samper), Bedoya cometió un exceso verbal que, aunque es probable que nuevamente sirva para encaramarlo en las encuestas, ha puesto a muchos a pensar si al general no se le iría un poco la mano. Señalando de frente a Serpa, Bedoya hizo preguntas de claro corte incriminatorio: ¿Quién asesinó a Alvaro Gómez? ¿Y a la 'Mona Retrechera'? ¿Y al conductor del ex ministro del Interior? ¿Y al chofer de Mauricio Guzmán, ex alcalde de Cali?Antes de su retiro, el general Bedoya, como comandante general de las Fuerzas Militares, tenía que contestar las mismas preguntas, cuando ellas recaían (y recaen aún) sobre la teoría de que un sector del Ejército de mediano rango, y desde luego antibedoyista, podría estar pensando en dar un golpe de Estado. Las sospechas sobre uno u otro sector, hablo de gobierno o Ejército, no son buenas cuando se convierten en caóticas afirmaciones que carecen de prueba alguna. Dicho de otra manera, todas esas muertes ocurrieron cuando uno, Serpa, era ministro del Interior, y otro, el general Bedoya, era comandante general de las Fuerzas Militares. Las preguntas pueden ir y venir y el misterio de su autoría sigue en el limbo. De la responsabilidad política y militar de que aún no tengan responsables identificados no se pueden sustraer quienes en aquel entonces ejercían autoridad para impulsar la investigación y para mantener el orden.

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