Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

¿Quieres ver a Timochenko presidente? Vota Sí

Creo lo contrario: a esa fuerza política le será muy difícil conquistar una mayoría electoral y su camino está sembrado de dificultades

León Valencia, León Valencia
24 de septiembre de 2016

Es la valla instalada por el Centro Democrático en Santa Marta. El uribismo juega con la idea de que al partido político que surja de la guerrilla le irá muy bien después de firmado y refrendado el acuerdo de paz. Señala que llegará muy pronto a la Presidencia. Es lo que han difundido a lo largo de estos años. Que en La Habana se le ha entregado el poder a las Farc. Es posible que algunos líderes de la insurgencia abriguen la misma ilusión.

Yo creo todo lo contrario: que a esa fuerza política –que tal vez adquiera un nombre en la X Conferencia– le será muy difícil conquistar una mayoría electoral; que el camino de su ascenso político está sembrado de dificultades; que su pasado es un fardo; que lo concedido en el acuerdo es muy poco y se puede esfumar rápidamente; que si desean mantenerse y prosperar en la política nacional tendrán que hacer cambios radicales en su actitud y en su discurso y esto no es nada fácil.

La primera dificultad es el asedio de la muerte. La prueba mayor es el sacrificio de la Unión Patriótica, un partido surgido en el primer intento de paz de las Farc. El genocidio de este grupo lo hicieron las fuerzas de la derecha amparadas en la concepción que está detrás de la valla de Santa Marta, la idea de que el comunismo se iba a tomar el poder y había que atajarlo a como diera lugar. ¿Intentarán lo mismo ahora? Ahora no la tendrá fácil la derecha. Ni las Fuerzas Armadas, ni la mayoría de las elites políticas parecen dispuestas a prohijar la agresión. Pero el riesgo existe.

Después vino el acuerdo de paz con el M-19, al que le asesinaron a Carlos Pizarro, su máximo dirigente, justo al empezar el proceso de paz. A pesar de eso esta organización tuvo un punto de partida mucho más potente y esperanzador que el de las Farc. Por su conexión con el mundo urbano; con los medios de comunicación, incluido un noticiero propio de televisión; con las clases medias y con fuerzas de la política tradicional: hizo su debut electoral con una importante figuración en la campaña presidencial y con una participación notoria en la Asamblea Nacional Constituyente en la que conquistó el 30 por ciento de los escaños.

Lo que se vislumbra para el partido político que surgirá de las Farc es una bancada parlamentaria de diez miembros en un Congreso de 268 integrantes, una posibilidad de concurrir en coalición con toda la izquierda a la primera vuelta presidencial de 2018 y una influencia en la segunda vuelta mediante un audaz sistema de alianzas.

Para ir más allá tendrá que encontrar un lugar especial en la política colombiana, un relato esperanzador, una historia auténtica y convincente para el electorado. Recuerdo una charla con Pepe Mujica en el año 2003. Le pregunté qué posibilidades tendría su grupo –que también tenía su origen en una guerrilla– de llegar a la Presidencia de Uruguay y me contestó sin pensarlo mucho que muy pronto la conquistarían porque tenían un mensaje heroico para los jóvenes.

Les estaban diciendo que habían sido ellos los más genuinos opositores a la dictadura militar. Que habían resistido hasta la cárcel y hasta la muerte por salvar la democracia. Y, atraídos por ese mensaje, de cada tres jóvenes que entraban en el censo electoral, dos le estaban votando a la izquierda.

¿Qué relato pueden hilvanar los dirigentes de las Farc y de la izquierda en esta nueva etapa del país? No se me ocurre otro que la reconciliación. Sobre la base, claro está, de reconocer su grave responsabilidad en el conflicto y de pedir con humildad el perdón. La fuerza de la reconciliación cuando sale de adentro, del corazón, es muy potente. Esto significará declinar toda pretensión vengativa, significará tender la mano a los enemigos en los complejos campos de la justicia, para que nadie se sienta vulnerado en el posconflicto.

Así y solo así el país puede tener oídos para prédicas afines a la izquierda. Así, solo así, pueden hacerse oír en los propósitos sociales. Y ahí vendrá otro reto. La riqueza y las desigualdades han variado de un modo tal que este mundo no se parece en nada al de hace 50 años. La riqueza es otra y las desigualdades son otras.

Ni la tierra, ni las industrias son ahora la principal fuente de riqueza. El conocimiento, el crédito y la acumulación de herencias son ahora los factores del poder y el origen de las inequidades. No es dable una propuesta de transformación social sin un revolucionario proyecto de educación, una arriesgada y ambiciosa propuesta de acceso fácil y barato al capital bancario y una audaz decisión de intervenir las herencias.

¿Puede hacer un rápido viraje una organización que se vio obligada a irse a las montañas profundas a resistir la guerra, sin asomo a los grandes saltos de la sociedad urbana y a los, a veces, indescifrables avances tecnológicos? ¿Una fuerza encerrada en infranqueables muros ideológicos? Solo a los uribistas se les puede ocurrir como artimaña publicitaria que la Presidencia de las Farc está a la vuelta de la esquina.

Noticias Destacadas