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Ley de injusticia y guerra

A quienes no les conviene la farsa para nada es, por supuesto, a los colombianos: se quedan con la guerra, con la injusticia y más desmoralizados que nunca

Antonio Caballero
14 de agosto de 2005

Dicen el comandante narcoparamilitar 'Don Berna' y su lugarteniente 'Daniel Rangel', jefes del bloque 'Héroes de Granada', que acaban de desmovilizar en Antioquia a 2.200 hombres:

-De aquí en adelante no respondemos por lo que hagan.

Se curan en salud: saben mejor que nadie (o por lo menos tan bien como lo saben el Presidente y su Alto Comisionado) que su desmovilización es una farsa. Porque ¿qué harán los paras desmovilizados de aquí en adelante? Movilizarse otra vez. Bien sea nuevamente en calidad de paras, o, si por ese lado no les ofrecen empleo, en calidad de guerrilleros. De algo hay que vivir. Ah: y del narcotráfico, claro. ¿O es que alguien cree de veras que el negocio se va a acabar porque se retiren enriquecidos y absueltos los actuales comandantes del narcoparamilitarismo? Los sustituirán otros, como los banqueros jóvenes sustituyen a los banqueros jubilados. De modo que seguirán, por decirlo así "bajo nueva administración", tanto el narcotráfico como la guerra. Y es por eso que también la ley llamada 'de Justicia y Paz' es una farsa.

En lo que toca a la justicia eso es sin duda inevitable. Una fuerza alzada en armas que no ha sido derrotada en combate no tiene por qué rendirse para dejarse juzgar, ni semejante fenómeno de masoquismo colectivo se ha visto nunca en la historia. (Y poco importa que los narcoparamilitares no estuvieran alzados contra el gobierno y sus fuerzas armadas, sino a su favor y para suplir su ineficiencia en la lucha contra la subversión). Para lograr una paz negociada hay que sacrificar la justicia. Pero lo que probablemente tampoco se ha visto nunca en la historia es esto que están haciendo en Colombia el presidente Álvaro Uribe y su gobierno, y el Congreso que aprobó la ley llamada 'de Justicia y Paz': sacrificar la justicia para que continúe la guerra.

La farsa, sin embargo, tiene muchos beneficiarios. En primer lugar los jefes narcoparamilitares, claro está; esos que "no responden", y salen del proceso habiendo limpiado y vuelto respetables sus fortunas de origen criminal: latifundios usurpados a los campesinos desplazados por las masacres y dineros ganados en el tráfico de drogas. En segundo lugar, los congresistas que aprobaron la ley propuesta por los paras y redactada (varias veces) por el gobierno: quedan convertidos en acreedores del gobierno, que les paga con contratos y puestos diplomáticos para sus parientes, y con los paras, que les garantizan en sus regiones seguridad y votos (o candidaturas únicas). En tercer lugar, sale beneficiado el presidente Uribe, que tiene algo qué mostrar en materia de pacificación: ante el electorado (y no importa que la desmovilización sea una farsa, pues la popularidad de Uribe en las encuestas no viene de sus hechos sino de sus palabras); y ante el gobierno de los Estados Unidos (que no lo apoya porque esté ganando la paz, sino porque está haciendo la guerra).

Y también al gobierno de los Estados Unidos le conviene la farsa: puede mostrarle también algo a su propio Congreso a cambio de los 4.000 millones de dólares que ha costado hasta ahora el Plan Colombia (más lo que falta). Y al Congreso norteamericano le sirve a su vez para tranquilizar su hipocresía en materia de derechos humanos: la farsa de la desmovilización de los asesinos paras lograda mediante la farsa de la ley llamada de Justicia y Paz puede ser presentada como un notable progreso.

Incluso a la guerrilla le conviene la farsa, por punta y punta: le da legitimidad ante los perseguidos por los paras, y le da pie para reclamar en el futuro otra farsa igual para ella misma.

A quienes no les conviene la farsa para nada es, por supuesto, a los colombianos en su conjunto: se quedan con la guerra, con la injusticia y con la farsa, y en consecuencia más desmoralizados que nunca. Pero ¿qué les importan los colombianos en su conjunto al presidente Uribe, al Congreso, a los paras, a las guerrillas o al gobierno norteamericano?