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Francia Márquez

“No se considera que lo que hacemos es importante”, dijo Francia Márquez en La W luego de ser víctima de un atentado. No es tan cierta la frase: para algunos es tan importante lo que ella hace que, precisamente por eso, quieren matarla. Pero su reclamo tiene más de fondo: su lucha debería ser la de todos en este país, como es ya la lucha de muchísimos en el resto del mundo.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
7 de mayo de 2019

Hace pocos meses una sueca de apenas 16 años, Greta Thunberg, se plantó cada día durante tres semanas frente al parlamento de su país exigiendo que se cumpliese el Acuerdo de París sobre el calentamiento global (no “cambio climático”, que es tan solo un eufemismo para suavizar el problema real). A partir de sus redes sociales, días después Thunberg paralizó a millones de jóvenes de su generación en defensa de la tierra.

“Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno, porque tienen demasiado miedo de no ser populares. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mí no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta. Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos. Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos”.

El discurso de Greta Thunberg en Suecia es el mismo de Francia Márquez en el Cauca: el compromiso con la defensa de los derechos ambientales. No en vano, hace un año Márquez fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman, el más importante reconocimiento mundial para la visibilización de la importancia de la conservación del medioambiente, por su trabajo en contra de la minería ilegal.

Esta semana la ONU publicó el mayor informe que se ha hecho sobre el impacto de la acción humana en la biodiversidad: un millón de especies amenazadas de extinción a un ritmo sin precedentes. “Parte de las narrativas que tenemos que cambiar es esa idea de que la naturaleza es un lujo para los ricos o para los que tienen la vida resuelta y que hay elegir entre tener una vida digna y suficiente comida y suficientes derechos o la naturaleza. No. No podemos tener una vida digna de ser vivida sin la trama de la vida que nos entreteje”, dijo la coordinadora de este informe.

En Colombia este tema pasa de agache porque el “éxito financiero” de unos cuantos se tiene como más importante, pero también porque los políticos han sido hábiles para hacer creer que las luchas por las causas sociales tienen tinte ideológico. Por eso a una líder como Francia Márquez se le exige “que ponga de su parte para que no la maten”, que es la más aberrante forma de justificar de antemano su asesinato.

Lo que viene ocurriendo con el medioambiente es un problema que nos afecta a todos por igual, seamos de izquierda, de derecha o tibios. Hay que tonar partido por el agua, por los ríos, por el verde, por las especies sobre la tierra y no por el éxito económico de unos cuantos millonarios. En este caso, por esos mineros ilegales a los que, desde sus 13 años, viene denunciando Francia Márquez.

P.D.: En Valledupar ahora llaman “empresario” a los narcotraficantes y hasta les hacen funerales magníficos, cual si hubiesen sido dechados de virtudes. El lenguaje es importante y en este caso la razón no es otra que hacer creer que ellos mismos, los corruptos y los narcotraficantes que elogian a estos otros narcotraficantes, son también “empresarios”.

@sanchezbaute