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Columna de opinión Marc Eichmann

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Lo que el Gobierno no está haciendo

El país necesita que el Gobierno se preocupe por el crecimiento económico y el empleo, así como por su competitividad.

6 de junio de 2023

En los primeros meses del Gobierno Petro, los grandes temas de conversación en el país se referían a lo que el presidente estaba dispuesto a hacer. Arrancamos por la reforma tributaria, la prohibición a la exploración de hidrocarburos (¿se acuerdan de los carbohidratos?), la liberación de los jóvenes de la primera línea y la presentación de la reforma a la salud, la pensional y la laboral.

Paralelamente, Petro tomó control de las fuerzas armadas y la Policía con una purga de oficiales sin precedentes en la historia republicana del país. Desarmó el Esmad y a la tropa y los expuso a riesgos extraordinarios, apoyando grupos paraestatales como las organizaciones campesinas e indígenas, lo cual se vio claramente expuesto cuando controlaron el acceso al congreso armados de los mismos palos con los que han venido castigando a la fuerza pública en otras ocasiones.

Por otro lado, el Gobierno impulsó su política de ‘paz total’, en la cual han retrocedido todo lo que han avanzado, de la mano de un comisionado de Paz que parece no tener claros los objetivos de la nación. Actuó el Gobierno declarando ceses del fuego que resultaron siendo unilaterales, con sus contrapartes levantándose tantas veces de la mesa de negociación como se sentaron.

En los siguientes meses vimos cómo el presidente seguía creando polémica con lo que hacía. Los enfrentamientos por Twitter con los mandatarios de Perú y el Salvador dieron paso a los cambios repentinos y numerosos en su gabinete (diez en diez meses) y los nombramientos de personas con antecedentes y sin experiencia en el servicio diplomático y puestos claves del Gobierno. También dentro del hacer del presidente empezaron a surgir las críticas a los poderes legislativo y judicial, incluyendo los entes de control y, en particular, a la prensa. En respuesta, el Gobierno financió y organizó medios alternativos con dineros públicos, buscando crear una voz que respalde su desempeño.

Durante los diez primeros meses, el Gobierno definió la agenda del país con acciones audaces.

Sin embargo, mientras movía su agenda fue perdiendo su margen de acción. En el congreso, los partidos tradicionales fueron saliéndose de la coalición de gobierno cuando realizaron que las reformas y, en especial, la de la salud, eran ampliamente impopulares. A raíz de los diversos escándalos como el del helicóptero de la vicepresidente, los presuntos actos de corrupción del hijo y el hermano del presidente, la salida del presidente del congreso por doble militancia, la borrachera húmeda (en todo sentido) del senador Florez y el reciente escándalo del embajador en Venezuela y la secretaria privada de Presidencia, que aún no termina, el rango de acción del presidente se comprimió a su mínima expresión.

Es poco probable que, dada la situación actual, el Gobierno pueda seguir impulsando de la misma forma su agresiva agenda legislativa. Por otro lado, el poder judicial, que el presidente también ha atacado desafiando la independencia de poderes, tampoco debería estar muy afín a sus políticas.

Dadas estas circunstancias, en las cuales el presidente Petro ve su margen de acción cada vez más limitado, la segunda parte de la ecuación, aquella que incluye todo lo que el Gobierno debería estar haciendo y no ha hecho, se vuelve relevante.

La primera acción que debería emprender el Gobierno es mitigar el riesgo de una recesión económica sin precedentes. A raíz de una reciente columna que publiqué, actores de prácticamente todos los sectores productivos manifestaron sus significativas preocupaciones con respecto al futuro económico del país. La verdad es que estamos en esa calma chicha que se siente antes de la tormenta, donde el aire huele a lluvia y los vientos van fortaleciéndose y haciéndose cada vez más inestables.

El país necesita que el Gobierno se preocupe por el crecimiento económico y el empleo, así como por su competitividad. Para esto necesita impulsar la inversión privada en sectores diferentes a los de los hidrocarburos, y crear la confianza necesaria para que los colombianos reintegren su dinero al país y los inviertan en nuevos negocios. Las políticas pasarían por darle más juego al sector privado, disminuir los impuestos y dar seguridad jurídica.

Claro es que esto requiere un cambio radical en la postura del partido de Gobierno, pero sin este cambio, cuando se le sume una potencial recesión que muchos estiman para el año próximo a su particular desempeño, su popularidad se irá al suelo.

Hasta ahora, el presidente se ha preocupado por hacer lo más que puede en corto período de tiempo. A partir de ahora, con gobernabilidad limitada, deberá enfocarse en no dejar de hacer lo que es necesario para el país. A riesgo de que su mandato sea un fracaso.

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