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Los nuevos golpes de Estado

Hoy los golpes son menos ostentosos y algo más divertidos. Necesitan, claro está, el permiso gringo y el concurso de las fuerzas armadas

Semana
22 de abril de 2002

Aquel grafito de los 70 tenIa el asunto perfectamente claro: ¿Por qué los presidentes gringos no se caen? Porque en Washington no hay Embajada Americana”. Y en efecto, para 1978, por gracia y obra de Estados Unidos, los militares gobernaban en 13 de los 19 países latinoamericanos.

La “Guerra Fría” servía de pretexto y contexto a los golpespes de Estado. El ciclo típico empezaba con un gobierno populista elegido en las urnas; venían las reformas (agraria, salarial) que primero irritaban a los ricos, luego asustaban a la clase media y al final disparaban la inflación. Entonces llegaba la “Junta de Salvación Nacional” para restablecer el orden y extirpar “la amenaza comunista” ... hasta que el fracaso económico de la dictadura daba lugar a un “gobierno de transición”... y a poco andar surgía otra oleada populista.

A partir de 1994, sin embargo, no hay gobiernos militares en América Latina. Muchos observadores se solazan diciendo que esto es un síntoma de madurez democrática. Pero a mí, despistado, me suena raro que a todos los países de América Latina les hubiera dado por madurar al mismo tiempo. ¿No será que la explicación es más sencilla, tan sencilla como que ya pasó la Guerra Fría?

De modo que ahora no hacen falta dictadores para extirpar la amenaza comunista. Hoy los golpes son menos ostentosos y algo más divertidos. Necesitan, claro está, el permiso gringo y el concurso de las fuerzas armadas. Pero la iniciativa tiene que ser local, el presidente tiene que ser civil y el golpe —vea usted— tiene que ceñirse a la Constitución.

Fue el sainete que acaba de vivir Venezuela. Los “conspis” envainados porque Chávez no firmaba la renuncia, Chávez diciendo que no podía renunciar sino ante la Asamblea, los generales reculando porque el primer decreto de Carmona era “inconstitucional”, los gringos y la OEA buscando el modo de apoyar sin apoyar el golpe...

Con las variantes que inspira el folclor local, es el mismo sainete que han presentado los “dirigentes” de un país tras otro. Para recordar los últimos ejemplos:

—Argentina, donde hubo cinco presidentes en siete días sin violar el Artículo 88 de la Constitución ni la flamante “Ley de Acefalía” de 1975, pero donde el Congreso se las arregló para que De la Rúa acabara siendo reemplazado por el candidato que acababa de perder las elecciones.

—Perú, donde hubo que “renunciar” dos vicepresidentes y tumbar al presidente del Congreso, para lograr que el poder pasara de Fujimori a Paniagua sin romper la legalidad y bajo tutela de la OEA. Claro que Fujimori se había robado las elecciones sin romper la legalidad y bajo tutela de la OEA. Y claro que, para ir a elecciones, Fujimori había hecho expedir la “Ley de Interpretación Auténtica de la Constitución” que decía lo contrario de la Constitución.

—Ecuador, donde Mahuad y su vice fueron “renunciados” para no romper el Artículo 168 de la Carta, mientras se sucedían dos triunviratos cívico-militares y la elección de Noboa por el Congreso. Claro que poco antes, sin romper el Artículo, Bucaram había sido destituido por “incapacidad mental” y reemplazado por el propio presidente del Congreso.

—Paraguay, donde a Cubas lo “renunciaron” tras el asesinato del vice, el puesto pasó a manos del presidente del Congreso, y luego se hicieron elecciones para reemplazar el vice pero no al “pre” —todo en armonía con el Artículo 234 de la Constitución Nacional—.

—Venezuela en esta década, la de Chávez golpista convicto y absuelto por Caldera; la de Pérez destituido inconstitucional pero constitucionalmente por la Corte; y la de Chávez haciendo quites a la “moribunda” para alzarse con la “Bolivariana” que hoy lo escuda.

—Hasta podríamos tocar en Colombia, donde dos presidentes y medio (Barco, Gaviria y Serpa) se pusieron de acuerdo para convocar una Constituyente sin violar la Constitución que expresamente prohibía las Constituyentes. O donde nos anuncian un referendo para cerrar el Congreso sin violar la Constitución pero violándola.

Me dirá usted que todos estos “golpes” han sido o son expresiones de una clara voluntad ciudadana. Pero ese es el punto: la democracia no consiste en complacer la opinión sino en respetar las reglas acordadas de antemano.

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