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Los nuevos mandatarios y las fuerzas progresistas

Hace unas semanas escribí que las elecciones del 27 de octubre pasado podrían ser definidas como el oasis en el desierto, es decir, si bien las viejas maquinarias lograron consolidarse en el poder, hubo zonas, principalmente urbanas, donde fuerzas progresistas ganaron contra todo pronóstico.

Ariel Ávila, Ariel Ávila
1 de enero de 2020

 Si bien, muchos piensan que Bogotá, Cali o Medellín son el mejor ejemplo, lo cierto es que existieron otras batallas electorales aún más increíbles. Quisiera nombrar algunos ejemplos. 

El primero es el de Jairo Hortúa, quien ganó la alcaldía de Fusagasugá Cundinamarca. Logró ganar sin empañar la administración. Realizó una convocatoria para seleccionar por méritos a 23 personas que se desempeñarán en cargos de libre nombramiento y remoción de la administración. Los cargos por proveer correspondían a un secretario de despacho, seis directores, doce jefes y cuatro técnicos. La intención fue seleccionar a los mejores, en un proceso que se llevó a cabo en tres pasos. En primer lugar, un equipo técnico verificó el cumplimiento de los requisitos mínimos de los cargos a proveer entre los cerca de 1.500 aspirantes que enviaron sus hojas de vida a la página web del alcalde. Posteriormente, se encargó a una comisión de “notables” del municipio que debían remitir la lista de los 15 mejores perfiles por cargo, entre quienes superaban el primer filtro. Finalmente, el mismo alcalde entrevistó entre 3 y 5 personas de cada lista. Las vacantes ya se encuentran llenas, aunque la selección del Director de Valorización fue la más difícil de asignar, pues entre la totalidad de aspirantes ninguno presentó la experiencia requerida en el sector. 

Hortúa venció a las viejas maquinarias que sumieron en la corrupción y el clientelismo a la capital del Sumapaz. Tal vez, la principal fuerza política tradicional que venció fue la del político Alfredo Molina. El nuevo alcalde tiene un gran reto y es el de llenar las expectativas de la población y gobernar de forma transparente. 

El otro caso es el de Felipe Harman en Villavicencio. Igualmente, logró una victoria impresionante en una de las zonas con mayor corrupción electoral. También seleccionó gran parte de su equipo por medio de una convocatoria pública y logró llevarse talentos de nivel nacional a su gabinete, en total el 40% del gabinete fue seleccionado por convocatoria. Tendrá retos muy grandes, tal vez el principal es el de agua potable, un asunto que no se ha logrado resolver por años. Derrotó a Cambio Radical que administró la ciudad hasta el pasado 31 de diciembre.

Ejemplo como estos, o el caso de Manizales, Cúcuta, e incluso Cartagena, les ponen una gran presión a las fuerzas progresistas y es la de no defraudar. Necesitan llenar las expectativas, gobernar de forma transparente y cumplir las promesas de campañas. No les basta solo con gobernar sin corrupción, deben ir más allá y ser eficientes y eficaces; construir, vías, mejorar servicios públicos y construir capacidades ciudadanas, lo cual significa educación, política juvenil y de primera infancia. 

Dependiendo de como les vaya en estos dos primeros años, sabremos el futuro de las fuerzas progresistas para el 2022. La presidencia de los alternativos depende de la buena gestión de sus alcaldes y gobernadores. Las maquinarias regionales como los Char, las viejas casas políticas en decadencia como los Vargas Lleras o los uribistas o las fuerzas alternativa, esa será la disputa para el 2020.    










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