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Los positivos civiles

Las interpretaciones acomodaticias, los cambios metodológicos y las falacias estadísticas se han vuelto la norma oficial

Daniel Coronell
9 de septiembre de 2006

La frenética búsqueda de positivos acabó con la credibilidad de las Fuerzas Militares. Sin embargo, los subalternos uniformados no son los únicos que han tratado de producir artificialmente los resultados que le sirven a la propaganda del gobierno o de maquillar los hechos que muestran sus flaquezas. Varias instituciones civiles, que hasta hace un tiempo merecían la confianza de los colombianos, han hecho lo propio con las cifras que el Ejecutivo usa para promocionarse.

El más reciente de estos episodios lo protagonizó esta semana el Departamento Nacional de Planeación. Cuando, usando sus cifras históricas, le demostraron que en los últimos años el ingreso de los trabajadores disminuyó en más del 10 por ciento en términos reales, Planeación salió del atolladero diciendo que sus viejos números estaban equivocados. Bastó un malabar matemático para que los trabajadores pasaran de perder ingreso a ganarlo.

El Dane es el campeón del acomodo metodológico para que las cifras mejoren, sin que el gobierno tenga que preocuparse por cambiar las realidades. Hace unos meses les conté en esta columna lo que sucedió en un foro en el que los números oficiales mostraban un estancamiento de la producción industrial. El Presidente, disgustado, ordenó cambiar de método: "Tenemos la muestra arcaica para hacer la medición". Pues bien, después de cumplir la orden, el Dane informó que el año pasado la industria no había crecido el 2,23 por ciento, como "erradamente" lo había informado, sino el 3,77 por ciento.

Por otra orden, el Dane sacó tres millones y medio de personas de la pobreza. Cuando los entendidos quisieron revisar el milagro económico colombiano, se encontraron con otro artificio estadístico. Los niveles nacionales de pobreza bajaron del 60 al 52 por ciento, gracias a un nuevo método de medición que, según el director de planeación de la época, "no se basa solamente en los ingresos".

Todos los colombianos nos hemos enriquecido gracias al Dane. El producto interno bruto per cápita aumentó de 6,3 millones a 6,9 millones. No busque en el bolsillo la plata adicional. Nuestra prosperidad es producto de una división simple. El último y controvertido censo mostró que en Colombia hay tres millones de habitantes menos que los estimados. Por ese cambio de cifras, nos estamos repartiendo ahora la plata de los inexistentes y el gobierno puede sacar pecho internacionalmente.

Los resultados en disminución del secuestro también han tenido su empujoncito estadístico. Los paseos millonarios, los raptos de padres a menores y las pescas milagrosas resueltas, que antes se catalogaban como secuestro, súbitamente cambiaron de categoría. De un plumazo dejaron de ser secuestros, pero la comparación con los resultados de los años anteriores no hace aclaración alguna. A eso se debe, en parte, la estadística que tan orgullosamente esgrime la administración.

Pero así como desaparecen delitos para mejorar los resultados, algunos logros se contabilizan dos, tres y hasta más veces.

Es el caso de las caravanas turísticas. Al terminar el año 2003, el Ministerio de Comercio informó que gracias a la seguridad, 80,4 millones de personas habían usado las carreteras. Eso equivalía a decir que absolutamente todos los colombianos salieron a pasear por carretera dos veces durante ese año. La cifra salió de multiplicar el pago de cada peaje por cuatro personas. Al gobierno no se le ocurrió que un mismo carro podía pagar varios peajes.

Las interpretaciones acomodaticias, los cambios metodológicos y las falacias estadísticas se han vuelto la norma en la información oficial.

Los engaños en los positivos militares han empezado a salir a flote, ya es hora de hacer lo mismo con los positivos civiles.

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