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“Los supremos intereses de Colombia”

Más allá de sus pretensiones, Rubbini es asesor de los paramilitares. Y su mensaje es que si se extradita a los jefes, se pone en peligro la paz

Semana
8 de septiembre de 2007

Confieso que no tenía idea de Juan Rubbini. Quizás al lector desprevenido le sea tan desconocido como lo era para mí. Para los efectos, es argentino, radicado en Colombia hace algún tiempo, administrador de empresas dedicado, según sus propias palabras, al análisis político. Hasta ahí, podría ser el periplo vital de otros extranjeros aquerenciados en estas tierras.

Tuve noticia de él por cuenta de una columna que escribió hace pocos días para El Tiempo y por una entrevista que después diera a La FM de RCN. En ellas, Rubbini dijo que "es crucial que la Justicia se erija en pilar de los procesos de paz". Estaría de acuerdo, si esa "Justicia" en mayúsculas fuera aquella en la que los delincuentes pagan con penas privativas de la libertad por los crímenes que cometieron. Es la "Justicia" en su sentido más clásico, aquella de "a cada quien lo que le corresponde". Es cárcel lo que es "justo" para los bandidos.

Pero no es a esa justicia que se refiere este administrador devenido en politólogo. En verdad habla del sistema que la administra y de sus tribunales y Cortes. Y no lo hace para encomiarlos o darles su apoyo. Detrás de la prosa relamida y el lenguaje ampuloso se esconde una amenaza velada: "La Justicia enfrenta la madre de todos los dilemas, el punto de convergencia donde se mezclan los intereses de las víctimas, de la verdad y del propio Estado: ¿extradito o no extradito? ¿Extradito porque me lo pide Estados Unidos? ¿O no extradito porque los supremos intereses de Colombia me lo exigen?" Así es la cosa. Más allá de sus pretensiones académicas, Rubbini es asesor de los paramilitares. Y su mensaje es claro: si se extradita a los jefes "paras", se pone en riesgo la paz y quedan en peligro la reparación de las víctimas y la verdad.

Como en las épocas del narcoterrorismo y Pablo Escobar, el ataque es contra la extradición. Otra vez, son los narcos los que amenazan. Y de nuevo, los objetivos son los jueces. Detrás de todo el tinglado están 'Macaco' y 'Berna', los dos narco paramilitares que fueron trasladados a la cárcel de máxima seguridad en Cómbita.

Pero esta vez están errados los tiros, al menos parcialmente. El proceso de extradición tiene una primera etapa en la Corte Suprema de Justicia, que se limita a aprobarla si encuentra que se llenan los requisitos para la misma, y una segunda, en el gobierno nacional, donde se decide discrecionalmente si se procede o no con la extradición aprobada. Por eso la extradición no es un proceso judicial sino una herramienta internacional contra el crimen. Por su naturaleza, la extradición es un instrumento de política. De política criminal, sin lugar a dudas. Y de política de paz, además, como se ha probado con los paras. El gobierno ha congelado la extradición de varios jefes paramilitares y ha sujetado la suspensión al cumplimiento de las obligaciones contraídas en el marco de la Ley de Justicia y Paz. En estos casos, la Corte ya se ha pronunciado aprobando las extradiciones y no tiene más que decir sobre el asunto. De manera que nada valen las presiones al alto tribunal. Es el caso de 'Berna'.

El de 'Macaco' es distinto, porque hasta la fecha de su expulsión de la Ley de Justicia y Paz su extradición no había sido solicitada. Por eso es indispensable que el gobierno procure toda la seguridad posible para los magistrados de la Suprema. Los jueces deben tener todas las garantías para examinar las solicitudes de extradición que lleguen a sus manos. Aunque estos paras tengan su poder menguado, amenazas como las que se esconden tras la columna de Rubbini no deben ser desestimadas.

Al final, Rubbini ofende: confunde los intereses de sus clientes, los paras con los "supremos intereses de Colombia". Por ceguera o por conveniencia, está equivocado: son precisamente los "supremos intereses de Colombia" los que obligan a la extradición de 'Macaco' y de 'Berna'. Los paras obtuvieron que se congelara su envío al exterior cuando entraron al proceso de paz y se acogieron a la ley que lo regula. Si le hicieron trampa al acuerdo y traicionaron la generosidad de los colombianos, no les corresponde nada distinto que sufrir las consecuencias. Es la Justicia que no le gusta a Rubbini.