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Los votos de la izquierda

Hoy el presidente Uribe se da el lujo de calificar de terrorista a la oposición de izquierda sin que la opinión, desinformada, se escandalice en lo más mínimo

Antonio Caballero
7 de abril de 2007

Dice Rafael Nieto en su columna de esta revista que el Partido Liberal ("'coalición de matices', como gustaba llamarse a sí mismo") no está todavía muerto, como creemos algunos. Sino que, aunque "anduvo confundido y pretendió equivocadamente disputarle la izquierda al Polo", ahora ha retornado a la "buena senda" de la mano del ex presidente César Gaviria. Es decir, ha vuelto a disputarle la derecha al uribismo y al Partido Conservador, para poder así volver a ganar las elecciones.

Comparto el fondo de la idea: sólo la derecha tiene hoy posibilidades electorales en Colombia. Pero no creo que esa senda sea buena, como lo muestran de sobra los resultados de setenta años ininterrumpidos de gobiernos de derecha: corrupción desaforada, miseria creciente, y todas las formas posibles de violencia. Y creo en cambio que tales resultados vienen en buena medida del hecho de que el Partido Liberal ha dejado de ser de izquierda, a la vez que la izquierda colombiana ha dejado de ser liberal.

El Partido Liberal colombiano fue de izquierda, y la izquierda colombiana fue liberal, durante todo el largo siglo XIX, que aquí se prolongó hasta los años treinta del siglo XX: hasta las reformas políticas y sociales de la "revolución en marcha" del primer gobierno de López Pumarejo. El divorcio filosófico y práctico entre ambos empezó con la llamada "pausa" del santismo, y tras los diez años sangrientos de las dictaduras conservadoras se profundizó con los pactos de repartija burocrática del Frente Nacional. Pero todavía se guardaban las formas verbales, hasta el punto de que el autor de la definición que Nieto cita (truncada: la frase completa dice ''coalición de matices de izquierda") fue Carlos Lleras Restrepo: un conspicuo representante de la derecha liberal santista, que usa la frase contra la aún más derechista corriente de Turbay Ayala, finalmente triunfante. A partir de entonces el Partido Liberal se ha escorado cada día más a la derecha, hasta culminar en el uribismo: porque "para godos, los liberales de Rionegro" (o los neoliberales de Pereira).

Paralelamente, la izquierda había dejado de ser liberal. En parte porque la naturaleza excluyente de los pactos bipartidistas del Frente Nacional había roto los puentes. Pero sobre todo a causa de la aparición de las organizaciones guerrilleras de origen comunista o de inspiración cubana, que acabaron usurpando por completo la representación de la izquierda. Por eso hoy el presidente Álvaro Uribe se puede dar el lujo de calificar de terrorista a la oposición de izquierda sin que la opinión, desinformada, se escandalice en lo más mínimo. La deriva violenta de la "combinación de formas de lucha" está pasando la cuenta.

Con la consecuencia de que en Colombia, a diferencia de lo que sucede en todos los países de su entorno geográfico y económico, es la derecha la que gana las elecciones.

Y entonces de lo que se trata (para invertir la frase de Nieto que cité al principio) es de que el Polo le dispute a la derecha los votos del Partido Liberal, que con la muerte de este se han quedado huérfanos.

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