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6 M: contra la violencia y punto

Semana
5 de marzo de 2008

¿Marchar a favor de los desplazados, desmovilizados y asesinados constituirá un acto contra la institucionalidad colombiana?

Claro que no. Tuvieron que transcurrir muchos, muchísimos años para pasar del dolor a la capacidad de indignación. Por ello, la explosión humanitaria y civilista del 4 de febrero tendrá que prolongarse el 6 de marzo.

Esta nueva expresión del sufrimiento colombiano por las víctimas del terror paramilitar y el rechazo a sus victimarios no acepta legitimaciones partidistas ni le caben interpretaciones amañadas o elucubraciones juridicistas.

Nadie tiene derecho a encasillar el dolor de Colombia en la mezquindad de las conveniencias políticas o la retahíla de los idearios y, mucho menos, a estigmatizar a los que saldrán a defender la vida, la libertad y la dignidad. Es contra la violencia y punto.

Por eso, la próxima tendrá que ser una marcha inobjetable e incluyente. Debe representar, como su antecesora, a todos y todas y encontrarnos en un punto común: el desprestigio a la guerra. No es reaccionaria ni sectaria, sino complementaria y, por ello, los colombianos que en todo el mundo acompañaron la primera deberán acompañar, con toda energía, la segunda. Los actores políticos, económicos, la academia, los medios de comunicación, el sindicalismo, la sociedad toda, no pueden ser indiferentes a esta convocatoria.

El paramilitarismo y su espurio no admiten ponderaciones laxas o cicateras. Si queremos lograr consensos, reconstruir y repensar un país diferente, marchemos, de una vez por todas, por una Colombia viable y digna.

“Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”. Martin Luther King

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