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Macizo colombiano, ecosistema estratégico

El macizo colombiano, la 'fábrica' de agua más importante de Colombia y el mayor complejo ecológico, donde tienen su origen las cordilleras Central y Oriental, está muriendo. Sandra Suárez Pérez, ministra de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, escribe sobre la degradación que está viviendo y las estrategias para salvarlo.

Semana
23 de mayo de 2004

El Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial comparte la preocupación por el Macizo Colombiano, la fábrica de agua más importante de Colombia y el mayor complejo ecológico, donde tienen su origen las cordilleras Central y Oriental.

Este santuario natural que la Unesco declaró Patrimonio de la Biosfera en 1998 constituye la principal estrella fluvial del país y una de las mayores del mundo. Allí nacen tres de los grandes ríos: Magdalena, Caquetá, Patía y 53 afluentes más. Comprende áreas en el suroccidente del Cauca, parte occidental del Huila, el noroccidente del Caquetá y territorios del norte de Putumayo y de Nariño.

Presenta terrenos planos y montañosos donde predominan formaciones de bosque natural. En sus valles, páramos, lagunas, cerros y cuchillas se ubican las partes altas de las cuencas hidrográficas, que producen el 70 por ciento del agua del país.

Con un área de 4'356.228 hectáreas y una población de 2'088.700 habitantes, es considerado un ecosistema estratégico para el país. Cuenta con una amplia diversidad étnica: campesinos, negritudes e indígenas. Comprende 21,2 por ciento de la diversidad de aves, 16 por ciento en mamíferos, 6 por ciento en anfibios, 12,4 por ciento de los páramos y 15,5 por ciento de los bosques andinos del país.

De acuerdo con la información de institutos, corporaciones y Parques Nacionales Naturales, el Macizo se encuentra en alto estado de degradación ambiental: de los 81 municipios que lo conforman, 53 por ciento presentan niveles entre muy alta y alta degradación; 37,8 por ciento, mediana y sólo 9 por ciento, baja degradación.

Esta se evidencia en la pérdida de cobertura vegetal, susceptibilidad a la erosión, tasas de crecimiento poblacional superior a las del promedio nacional y altos índices de concentración de población en zonas rurales en estado de marginalidad socioeconómica. Especial atención amerita la destrucción de los páramos y de los ecosistemas, debido a la siembra de cultivos ilícitos como coca y amapola.

La sobreexplotación intensiva de los suelos ha hecho que estos sean estériles, con tendencia a la desertización. Lo que ha obligado a ejercer una mayor presión sobre el bosque natural hasta el nivel de los páramos para ampliar la frontera agrícola.

El Ministerio comparte la importancia del Macizo como ecosistema y estrella fluvial. Frente a la petición de declarar una emergencia ambiental, pienso que si hay una región que ha recibido recursos en los últimos cuatro años es esa. La pregunta que nos hacemos como interventores de la política ambiental es cuál ha sido el impacto de dichos recursos. En qué se han gastado. Hemos visto mucha cartografía, mucho mapa, muchos talleres, pero en realidad dónde está el impacto. El problema no es de articulación, sino del impacto que esos recursos están generando con los programas que se ejecutan.

En el Macizo tenemos el proyecto Biomacizo por 4 millones de dólares de cooperación, para ejecutar entre 2002-2005. Se han invertido 632.000 dólares, es decir, el 16 por ciento. Consiste en la caracterización de nuevas áreas protegidas en convenio con los guambianos, para el desarrollo de prácticas productivas sostenibles. Beneficia a 2.500 familias.

Promacizo, cofinanciada por Holanda, con el apoyo de la FAO. Iniciativa en que las comunidades campesinas, indígenas, negras y las instituciones concertan acciones de conservación y rehabilitación ambiental del Macizo. Uno de los principales resultados es el diseño y puesta en marcha de la red de gestión de información para el manejo ambiental, de la cual forman parte las cinco corporaciones, las cinco gobernaciones y el Ministerio.

Otro proyecto es Ecoandino, con cofinanciación de la FAO y el Ministerio, para procesos sociales orientados a la conservación y el mejoramiento de la seguridad alimentaria de la población asentada en las zonas amortiguadoras de los parques. En el Macizo se han beneficiado 1.523 familias de la zona del Parque Nevado del Huila, 1.758 del Parque Puracé y 809 del Parque Cueva de los Guácharos.

Además de estos tres programas, está el Convenio Intercorporativo del Macizo Colombiano, que incluye a las cinco principales CAR del área, para la implementación de la Plan Regional de Desarrollo Sostenible. A este Convenio se ha destinado el 34 por ciento de los recursos del Fondo Nacional de Regalías. Ecofondo por esta vía ha girado 5.000 millones de pesos para la caracterización regional y la recuperación de ecosistemas.

Las voces que hablan de una emergencia ambiental reafirman el afán que tenemos como Ministerio de medir indicadores. El decreto 1200 de 2004 determina los instrumentos de planificación ambiental. Así se podrá conocer cuál es el efecto producido por cada peso que invierten las CAR. Es una buena oportunidad para dejar de hacer proyectos que no están produciendo un efecto ambiental. Nuestro propósito es medir impacto y que los proyectos produzcan resultados.

Quiero reafirmar la importancia que para el gobierno tiene el Macizo como ecosistema estratégico, al cual se le han dedicado muchísimos recursos y es hora de pedir cuentas sobre el impacto que estos han tenido en el medio ambiente de la principal fábrica y fuente abastecedora de agua en Colombia.

*Ministra de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial

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