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Malo como el fiscal

Néstor Humberto Martínez disfraza de renuncia heroica el escape con que logró salir indemne de su cuestionada Fiscalía.

Daniel Samper Ospina
18 de mayo de 2019

#UnLíderEnMiLugar | Les presento a Ricardo Esquivia, sobreviviente a Colombia: un líder social de gran trayectoria en los Montes de María, reconocido por su comunidad, al que le gusta leer, caminar, jugar ajedrez. Y quien hasta la fecha no tiene equipo de fútbol, (pero no descarta volverse santafereño). Haga clic aquí para leer la columna: Que no se queme la esperanza

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Siete días en Colombia equivalen a doce años en Suecia, a un siglo en Alaska. Lo constaté en carne propia esta semana, cuando además sentí que amanecía en el año dos mil: de nuevo hablaban de falsos positivos; Santa Fe estaba otra vez en el último lugar de la tabla. Por un momento pensé que volvería a circular la revista Elenco. La única diferencia era que por aquellas épocas no reinaba la sensación de desgobierno que existe hoy.

–Que Iván Duque renuncie como el fiscal –me dijo un colega.

–Me opongo –se metió otro- porque no sé quién es Iván Duque. ¿Quién es?

En una misma semana, y como si se tratara de un guiño a Game of Thrones, el exfiscal Montealegre y el expresidente Uribe se trenzan en una guerra a muerte de personas de talla baja que, valga la redundancia, le resta altura al debate. El gobernador de Antioquia lanza una política de antienvejecimiento y cita casos de éxito mencionados en el Antiguo Testamento como Noé, Matusalén y Roberto Gerlein, entre otros personajes bíblicos. El cacique César Gaviria visita al cacique Fuad Char en Barranquilla, y no solo negocian una alianza electoral para reencauchar a sus respectivos delfines, sino que, más grave aún, documentan el momento con una foto en que Gaviria aparece, copita en mano, exhibiendo de modo casi erótico un importante trozo de la pierna: no es solo ponerse media negra en tierra caliente; no es solo que a dicha media se la trague el zapato por talón: es que la pantorrilla quede tan expuesta ante don Fuad, como en su momento su hijo Simón al escándalo de Odebrecht.

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En la reunión Gaviria lanza la frase “A Petro no le gana uno con corbata; sí uno con cachucha”, lo que Char leyó como un guiño a Julio Comesaña. Pero el expresidente se refería a su hijo Álex. O quizás a su propio vástago, Simón, a quien no le cabe el país en la cabeza, pero sí la cabeza en la cachucha. La pregunta es: ¿se calará Petro la boina con que se cubría en otros tiempos el chichón humano para enfrentar este embate?

Y por si faltaran noticias, Néstor Humberto Martínez disfraza de renuncia heroica el escape con que logró salir indemne de su cuestionada Fiscalía, en medio de la melodramática indignación que le produjo la decisión de la JEP de no extraditar a Jesús Santrich.

Entiendo que la imagen de aquel hombre ciego en aparentes negocios turbios impresione: parecía un árbitro de fútbol. Pero las pruebas aportadas hasta entonces no aclaraban la fecha del delito; y, llegado el caso, basta con que la aclararen para que la justicia ordinaria actúe.

Pero quien actuó fue el fiscal: experto en disfrazar de principios sus finales, optó por indignarse, convocar una movilización ciudadana y atizar el caos para que el uribismo pueda promover una Constituyente como solución a la crisis institucional creada por ellos mismos.

Comprendo que convoque movilizaciones ciudadanas, inspirado en las que el país organizaba para pedir su renuncia. Pero temo que no le convenga promover la premeditada Constituyente uribista, porque constará de dos articulitos:

Articulito #1 : El presidente será eterno y será Álvaro Uribe.

Articulito #2: Sustitúyase la rama judicial por una única corte que borre los procesos del Presidente Eterno.

Y, de ser así, el doctor Néstor Humberto no llegaría al solio de Bolívar. O sí: pero a lo sumo al de Gustavo, no al de Simón. Y al folio.

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Quién los entiende: convocan marchas contra los fallos, hablan de constituyentes: ¿no era ese el miedo que propagaban contra Petro? ¿En qué momento el uribismo se volvió petrista? ¿Está naciendo el Uribismo Humano, el castrouribismo? ¿Qué sigue? ¿Que Néstor Humberto se autoproclame sexto mejor fiscal del mundo y denuncie, megáfono en mano, que todo es un complot de las mafias del cianuro?

No resultará sencillo superar el vacío que nos deja su gestión fabulosa: aquella foto playera en que se doraba la panza mientras medio país pedía su renuncia; la impertinente llamada a su celular de Ernesto Yamhure en plena entrevista televisiva; la frase célebre que legó a los libros de historia con que respondía las denuncias de Odebrecht: “Jijiji”. Y se le aplaude el ingenio de renunciar, ofendido, antes de salir a cachuchazos, precisamente: como un patriota, al decir del embajador gringo. Tan patriota como –según él- era el Presidente Eterno.

Ahora podrá aspirar a calzarse el sombrero aguadeño de Uribe para competir contra la cachucha de Char y la boina de Petro. Su fórmula podría ser una coima, marica. Jijiji.

Un siglo en Alaska: luego de la renuncia del fiscal, el Gobierno anunció, primero, que había ministra de Justicia; y segundo, que la iban a reemplazar por Margarita Cabello Blanco, a quien siempre he llamado Margarita Cano, para simplificar. Ahora será Cana, si se ocupa del Inpec. Si cierra las cortes, las cortes serán de ella: serán cortes de Cabello.

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Ahora Duque debe enviar la terna para elegir nuevo fiscal. A juzgar por su independencia, la conformarán los tres huevitos de Uribe. Una lástima: yo habría propuesto a Noé, Matusalén y Roberto Gerlein. Sería un mensaje cargado de futuro.Y se podría anunciar en la portada del Elenco.

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