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Bunga-bunga in Bogotá

Por mucho menos los Estados Unidos han metido a muchos colombianos a la lista Clinton, les han quitado la visa o los han extraditado. Semejante desproporcionalidad demuestra que esta guerra además de injusta ya no tiene sentido, si es que algún día lo tuvo.

María Jimena Duzán, Revista Semana, María Jimena Duzán
28 de marzo de 2015

No solo en Colombia se cuecen habas. El portal www.politico.com ha denunciado que durante varios años –probablemente entre 2005 y 2008– agentes de la DEA utilizaron sus apartamentos en Bogotá, para hacer bunga-bunga con prostitutas colombianas, quienes al parecer habrían sido pagadas por los carteles de droga locales. El portal habla puntualmente de tres agentes de la DEA a quienes señala no solo de haber participado en esos bacanales, sino de haber recibido regalos y dinero de los narcotraficantes.

La noticia me sorprendió no porque a los agentes de la DEA les gusten las prostitutas colombianas para divertirse -entre gustos no hay disgustos- o porque utilicen sus apartamentos pagados con el dinero de los impuestos de los norteamericanos para hacer bacanales pagadas por el narcotráfico. Tampoco el hecho de que la Policía colombiana hubiera quedado tan mal parada en este escándalo, me sobresaltó, así hubiera razones para cierta indignación. Según la información revelada, en las fiestas, la Policía colombiana, que al parecer también sabía que estas reuniones estaban siendo financiadas por la mafia, cumplía la función de custodiar a los agentes de la DEA y como si fueran sus súbditos, eran los encargados de guardarle sus armas para que los norteamericanos pudieran ocupar sus manos en otros menesteres.

Pero repito, ese hallazgo por molesto que fuera, tampoco llamó especialmente mi indignación. En cambio hubo un dato del informe que sí me hizo saltar de la silla:  la exigua sanción que recibieron los agentes de la DEA que participaron en el bunga-bunga financiado por los narcos.  El castigo que les dieron parecía un mal chiste.

De acuerdo con el informe periodístico, a ninguno se le abrió investigación, ni se le destituyó. Las denuncias anónimas que hacían referencia al hecho de que estas fiestas estaban siendo pagadas por el narcotráfico tampoco fueron tomadas en cuenta y según Político varios de los agentes de la DEA solo fueron suspendidos, pero no fue por varios meses sino por algunos días.  Estos hallazgos se hicieron casi cinco años después de ocurridos los hechos, luego de que el Departamento de Justicia hizo un somero informe que fue publicado por el portal la semana pasada.

Si a los agentes de la DEA que viven en Colombia por hacer bacanales con prostitutas pagadas por el narcotráfico y por recibir regalos de ellos, solo los suspenden,  ¿con qué legitimidad están adelantando en Colombia la guerra contra las drogas? ¿Por qué los actos de corrupción que ellos cometen en estos países no tienen el castigo que se merecen?   

Por mucho menos, los Estados Unidos han metido a muchos colombianos en la lista Clinton, les han quitado la visa o los ha extraditado, mientras allá, la marihuana se legaliza en varios estados de la unión. Y semejante desproporcionalidad demuestra que esta guerra además de injusta ya no tiene ningún sentido, si es que algún día lo tuvo.

Los colombianos que hemos vivido en carne propia lo que significa enfrentarse al narcotráfico y a sus tentáculos, hace rato dejamos de creer en la bondad y en los éxitos de la guerra contra las drogas. Y escándalos como este demuestran que en el fondo, esta guerra se está quedando sin doliente y sin discurso.

CODA: El piloto suicida que acabó con la vida de 150 pasajeros pudo ocultar su inestabilidad mental durante varios años de todo el mundo, sin que la compañía aérea para la que trabajaba, ni sus amigos, ni sus padres sospecharan de nada. Qué susto.

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