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¡Sorpréndanos, presidente!

Santos ternó a Montealegre no porque fuera independiente, sino porque a diferencia de las mujeres era muy cercano al uribismo.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
16 de abril de 2016

Sería un error que el presidente Santos abra una pomposa convocatoria pública, para terminar escogiendo una terna para la elección del nuevo fiscal integrada por los mismos nombres que se barajan antes de la convocatoria. El palo no está para cucharas.

En otras palabras, si todo esto se hizo para incluir a los nombres que ya sonaban el del exministro Néstor Humberto Martínez, quien viene haciendo un fuerte lobby en la corte, y el del ministro de Justicia, Yesid Reyes, la convocatoria pública va a terminar siendo un chiste.

Me temo que si esto es lo que se está cocinando, sin importar cuál sea el nombre de la mujer escogida, estaríamos abocados, de nuevo, a una terna de uno. (Para nadie es un secreto que desde que el exministro Néstor Humberto Martínez salió del gobierno anda haciendo lobby en la corte posicionando su nombre y que Yesid Reyes, fiel a su carácter de hombre reservado, no lo ha hecho ni lo va a hacer).

Pero más allá del proceso mismo, preocupa que el presidente no haya aprendido la lección que le dejó la terna de uno que le presentó a la Corte Suprema y que terminó en la elección de Eduardo Montealegre (las otras ternadas en esa ocasión fueron Mónica de Greiff y María Luisa Mesa).

En esa ocasión, el presidente se equivocó porque en lugar de pensar en la idoneidad y en un perfil de un fiscal investigador que fuera capaz de enfrentar la impunidad, se quiso poner un fiscal que sirviera de soporte al proceso de paz con la idea de neutralizar los embates del procurador Ordóñez. Santos ternó a Montealegre no porque fuera independiente, sino porque a diferencia de las mujeres era muy cercano al uribismo, al punto que había sido el abogado escogido por el presidente Uribe para demandar internacionalmente al presidente Chávez.

Eso también le salió mal porque a los pocos meses de posesionado Montealegre se convirtió en una rueda suelta, y en lugar de cumplir su trabajo se creyó un reyezuelo y se dedicó a utilizar la Fiscalía para beneficiar a sus amigos y a vengarse de quienes lo cuestionamos, deslegitimando como nunca a la justicia. (Por eso resulta tan sorprendente que el presidente haya seleccionado al vicefiscal Perdomo en la lista de los 16. No se lo merece. Las investigaciones que asumió por cuenta de que su jefe tenía un conflicto de intereses no lo dejan bien parado: no pasó nada con Saludcoop y ahora anda en la tarea de ver cómo pacta con los cerebros del desfalco de InterBolsa, un principio de oportunidad, para que Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz -¡por favor!- salgan libres convertidos en víctimas. Para no hablar de lo que le hizo a la actriz Carolina Sabino cuando le abrió una investigación por haber abortado porque se negaba a hablar en contra del hacker Sepúlveda o cuando decidió capturar al novio de la directora del Instituto de Bienestar Familiar, Cristina Plazas, el día de su boda, en represalia por que ella había sacado de la entidad a un protegido suyo. Por todo esto, su nombre ni siquiera ha debido ser incluido en la lista de los 16).

No creo que el exministro Néstor Humberto Martínez sea un Montealegre. Sé, porque lo conozco, que si llega a ser elegido fiscal no se le iría el poder a la cabeza y probablemente no se comportaría como un reyezuelo, cosa que ya es ganancia. Sin embargo, el doctor Néstor Humberto Martínez tampoco es una pera en dulce. Su vinculación con los poderosos y con los grandes grupos económicos lo convertirían en un fiscal muy poco independiente de los intereses del gran capital.

No hay duda de que el ministro de Justicia, Yesid Reyes, tendría un mejor perfil para ser el fiscal del posconflicto que necesita el país. No es un hombre al que le gusten los reflectores y su carácter ponderado sería un alivio para frenar esa sobreexposición mediática que deja la gestión de Montealegre. Sin embargo, si lo ternan con Martínez, lo más probable es que pierda.

En estas condiciones, la mujer que vaya a ser ternada sería de relleno porque entraría a la terna con las cartas marcadas. Lástima, porque hay mujeres interesantes en esa lista de 16, como Mónica Cifuentes que debería tener una oportunidad real.

Lo que sería interesante y audaz es que la terna no fuera previsible. El presidente Santos debería sacudirse de tantas presiones y sorprendernos y hacer una terna que el país no esté esperando. ¿Será mucho pedir?

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