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Escepticismo

¿De qué voluntad de paz estamos hablando si los frentes del ELN ni siquiera son capaces de cumplir con lo mínimo que sus negociadores acuerdan con el gobierno?

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
9 de abril de 2016

Uno quisiera ser optimista frente a la reapertura de negociaciones con ELN, pero -¡caramba!- si nos está resultando difícil.

La agenda pactada ni siquiera suscita mayor entusiasmo entre quienes están a favor de la reapertura de las negociaciones, pese a que por primera vez esta guerrilla se haya comprometido (de manera vaga, diría yo) a sentarse a la mesa con el objetivo final de dejar las

armas. Para un conocedor del ADN del ELN como Joe Broderick, autor de una biografía sobre Camilo Torres y otra sobre el cura Pérez, esta agenda tan gaseosa “es un chiste” (lo dijo en Semana en vivo).

Según Broderick, los puntos acordados de la agenda son tan vacuos que le restan seriedad al proceso. (¿Qué significa la democracia para la paz? ¿O la transformación para la paz?).

Pero no solo la agenda pactada es poco convincente, también lo es la decisión del ELN de saludar el anuncio de la reapertura de las negociaciones sin ningún gesto de paz. En la rueda de prensa que dieron en Caracas en lugar de salir a decir que suspendían el flagelo del secuestro, como muchos esperábamos, le notificaron al país todo lo contrario: que iban a seguir secuestrando y que además no iban a aceptar el condicionamiento hecho por el presidente Santos en su alocución presidencial en el sentido de que solo reabriría la mesa, si el ELN liberaba todos los secuestrados. Antonio García, sin mayor sonrojo, explicó en la entrevista en Caracas, que el ELN necesitaba la plata que recibe por el cobro de los secuestros para poder sostener la guerra, y de paso nos notificó que ese era un recurso económico irrenunciable porque –a diferencia del Estado colombiano– al ELN no le prestan plata en los bancos ni le donan recursos de los Estados Unidos.

Nadie entiende que mientras se habla de reanudar negociaciones y de agendas acordadas, el ingeniero José Ramón Cabrales, secuestrado por la guerrilla desde septiembre de 2015 cuando se desempeñaba en el cargo de consejero de la Gobernación de Santander para la provincia de Ocaña, haya sido liberado por el ELN no como un gesto de paz, sino porque la familia pagó una millonaria recompensa. Y mucho menos se entiende lo que sucedió después, cuando el presidente sale a decir que su liberación se había acordado con el ELN como un gesto de paz (junto con la de un patrullero que fue liberado al otro día), y los negociadores del ELN muy acuciosos le respondieron en los medios que sí, que ellos si habían acordado eso con el gobierno, pero que en esta ocasión no pudieron decirles nada a los colegas que tenían al exfuncionario.

¿De qué voluntad de paz estamos hablando si los frentes del ELN ni siquiera son capaces de cumplir con lo mínimo que sus negociadores en la mesa acuerdan con el gobierno? ¿De qué voluntad de paz estamos hablando si mientras el ELN liberaba al patrullero Héctor Perez y al gobernador del Chocó, Patrocinio Sánchez Montes de Oca, secuestraba a dos conductores de transporte?

Tampoco la liberación del cuestionado exgobernador del Chocó Patrocinio Sánchez Montes de Oca realizada esta semana fue un gesto de paz. Según una investigación de Semana.com que no ha sido negada por el ELN, esta liberación habría sido producto de un cambiazo. Al parecer, el ELN habría aceptado liberarlo a cambio de su hermano, Odín Sánchez, excongresista del Partido de la U, a quien se le vio el día de la liberación del exgobernador en Istmina, Chocó. Según Semana.com este cambiazo se habría dado con la intención de presionar al exgobernador para el pago de su rescate. Hasta el momento en que se escribe esta columna, ni su familia ni el ELN han negado esta información y Odín Sánchez sigue desaparecido. ¿Dónde está el excongresista?

Se equivoca el ELN si piensa que la forma de plantear su voluntad de paz es justificando el secuestro. El secuestro es un crimen atroz, porque es una muerte en vida y no puede tener ninguna justificación, así esta guerrilla en su burbuja siga pensando que sí la tiene. Y si el ELN es incapaz de aceptar que el secuestro fue un error, como ya lo hicieron las Farc, este proceso no es muy esperanzador.
Dicen que un pesimista es un optimista con experiencia. Por ahora, me declaro escéptica de este proceso.

CODA: Según Juan Ricardo Ortega exdirector de la Dian, esta entidad no tiene la capacidad de verificar si es cierto lo que dicen todos los que han salido nombrados en el escándalo de los Papeles de Panamá cuando afirman que no son evasores.

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