Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Más política que oposición

Los liderazgos de hoy están llamados a hacer más política que “oposición per se” para aportar a la superación de las dificultades del momento y consolidar sus apuestas de futuro.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
15 de julio de 2018

No por mucho madrugar amanece más temprano, dicen los mayores viendo el ímpetu de los jóvenes.

Esta frase cae como anillo al dedo para quienes declararon de entrada su “oposición” al gobierno de Iván Duque y más aún para quienes lanzan airados reclamos de gobernabilidad sin que se haya posesionado cómo gobernante.  Esa actitud es por decir lo menos, injusta.

Entre muchos columnistas al igual que los más conocidos comentaristas radiales que hoy reclaman por el trato a un gobernante que aún no inicia su período, se encuentran María Isabel Rueda y Mauricio Vargas quienes no ahorraron descalificación a Gustavo Petro cuando fue elegido alcalde de Bogotá. No hubo ni un día de espacio para conocer cuáles serían sus decisiones de gobierno lo recibieron con una dosis de hiel que Petro bautizó como una matriz de comunicación clasista.

Lo correcto frente al electo presidente Iván Duque, es esperar a que se posesione, no hacer lo que ellos hicieron años atrás con Petro y que hoy reclaman sin vergüenza alguna como inapropiado.

Perseverar en un clima de prevención, pugnacidad y señalamientos es inútil. Es muy probable que Gustavo Petro no sea quien lo impulsa, pero muchos de sus seguidores sí.

El país -y hay que reiterarlo cada vez que se pueda- necesita encontrar unos mínimos sobre los que se construyan acuerdos políticos, económicos y sociales.

Los retos que tenemos en frente son concretos, diversos en su expresión y mucho más irregulares que los ya conocidos:

Lo que se ha dado en llamar “las disidencias” son muy diferentes a las Farc que firmaron el acuerdo de paz; los grupos de narcos y de minería ilegal han logrado un poder corruptor que ya es “cultura”, convirtiendo la parainstitucionalidad en norma; el campesinado de los límites de la frontera agrícola ha ido borrando prácticas productivas diferentes a la coca, y es fácil encontrar en zonas del Putumayo, por ejemplo, jóvenes que no saben cómo sembrar yuca. Se acostumbraron a comprarla por andar produciendo coca.

Ante la lentitud del cumplimiento de las expectativas generadas con la firma de los acuerdos de paz, las comunidades se han vuelto mucho más desconfiadas del Estado y empieza a notarse cómo, a pesar de los diversos esfuerzos, sienten que para ellos el futuro no existe.

Es lo que se evidencia en zonas del Pacífico nariñense, caucano, vallecaucano y chocoano, al igual que en regiones del Catatumbo y del Bajo Cauca antioqueño.

Para redondear el reto, los asesinatos crecen, el clima de amenazas en las regiones, ha empezado a extenderse a las ciudades y la respuesta institucional es además de débil, sospechosamente ineficaz.

Por ello la decisión automática de convertirse en “oposición per se” al electo Iván Duque puede ser una equivocación política.

Los casi nueve millones de votantes anti-Duque de la segunda vuelta, no parecen encontrar identidad hoy día.

Gustavo Petro, ni ninguno de los liderazgos conocidos puede nuclearlos alrededor suyo. La motivación inicial de esos votos era ganar las elecciones y no se pudo. Es sabido que las derrotas por dignas que sean, no crean organización.

De prever es que uno de los núcleos de oposición, y tal vez uno de los más enconados que tendrá el nuevo gobierno, vendrá de sectores que lo acompañaron en su primera y segunda vuelta presidencial.

Al exprocurador Alejandro Ordòñez lo traicionaran en términos ideológicos, así le den un puesto notable fuera del país. Fernando Londoño es tan de esconder, que en este tiempo nadie lo ha visto y su incidencia real dentro del gobierno la ponen en duda hasta sus más cercanos. La incidencia de José Obdulio Gaviria dentro del gobierno y la de sus áulicos dentro del CD, se ve menguada, al juzgar por los nombramientos de primera línea que han sido anunciados.

Vendrá una confrontación importante dentro del Centro Democrático.

No cambiarán en el Congreso su esencia pendenciera, su privilegio de los intereses empresariales sobre los del país, su comportamiento frente a las ONG y las expresiones políticas de izquierda. Nada de eso, pero el gobierno Duque dividirá al CD y en la búsqueda del centro, reducirá al uribismo hirsuto. No hay que equivocarse. Estamos frente a un Centro Democrático que busca consolidar su poder por dos o tres períodos electorales y son conscientes que tienen sus enemigos a la izquierda del espectro político, pero también y en esta primera etapa están claros que tienen “lastres” que eran inevitables en el proceso electoral dentro de sus propias filas, pero que son “descartables” en la etapa de gobierno.

El grupo de opositores que tendrá el gobierno Duque será diverso, Gustavo Petro será una voz más porque el petrismo no existe cómo organización, en eso se parece al fajardismo o al mockusismo, ciudadanos que dan batallas, alrededor de un liderazgo para luego dispersarse en el interés individual o de pequeños grupos.

De los millones de votos que sacó Gustavo Petro, solo una pequeña porción puede ser consistente en el acompañamiento a su figura. Petro, Robledo, Fajardo, Claudia López, Juan Fernando Cristo o los hermanos Galán que andan armando partido pueden sin declinar sus banderas, tomar la iniciativa y proponer un acuerdo sobre fundamentales que construya espacios de estabilidad al país en dos o tres temas, sin maximalismos, con pragmatismo.

En una actitud de este tipo, puede estar la siembra fundamental para la alternancia política desde los sectores por fuera del uribismo-duquista y no duquista en 2022.

Los liderazgos de hoy están llamados a hacer más política que “oposición per se” para aportar a la superación de las dificultades del momento y consolidar sus apuestas de futuro.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

Noticias Destacadas