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ME LEEN O ME COPIAN

Antonio Caballero
2 de agosto de 1999

El presidente de la Bolsa de Nueva York, Richard Grasso, viajó al caserío de La Machaca,
municipio de San Vicente del Caguán, en el departamento del Caquetá, Colombia, para entrevistarse con el
comandante de la guerrilla de las Farc, Manuel Marulanda, 'Tirofijo'. No, no con 'Tirofijo': con Raúl Reyes,
uno de los lugartenientes de 'Tirofijo'. Se fundieron los dos _hay fotos_ en un estrecho abrazo.
¿Cómo? ¿Que qué? ¿Que nadie menos que el presidente de la Bolsa de Nueva York, que es el corazón vivo del
capitalismo mundial, sacrificó un fin de semana que hubiera podido dedicar a hacer vela en Martha's
Vineyard o a medirse zapatos en Londres, o a lo que suela hacer en sus contados momentos de descanso
alguien tan ocupado como debe ser el señor que preside algo tan complicado como debe ser la Bolsa de
Nueva York, para ir a visitar en la perdida aldea de La Machaca, entre nubes de mosquitos voraces y a 39
grados centígrados a la sombra (humedad relativa, 98 por ciento), no ya a un jefe guerrillero, sino al
lugarteniente (y no el más importante, sino uno de segunda fila) del jefe guerrillero local de una remota
republiqueta suramericana?
No puede ser.
Pero es: ya digo que hay fotos. Hace un año o dos dibujé yo en esta revista, en un 'Monólogo' de la última
página, a un guerrillero que se sorprendía de que cuando era comunista nadie le hiciera el menor caso, y en
cambio ahora que se había vuelto capitalista todo el gobierno se la pasaba en el monte visitándolo. Sí: pero
era un chiste. Y sí: pero era sólo el gobierno colombiano. Ni en mis más desaforados ataques de exageración
esperpéntica se me hubiera ocurrido imaginar que el visitante podía ser nada menos que el hombre que
maneja los latidos del corazón del capitalismo. No lo hubiera creído ni yo mismo.
Además de sacrificar su descanso de fin de semana, el señor Grasso invitó cordialmente a 'Tirofijo' (a
través de su lugarteniente, porque el propio 'Tirofijo' no se dignó recibirlo) a ir muy pronto en persona a la
sede de la Bolsa en Wall Street para tocar la campana simbólica que abre la sesión bursátil cada día, como
hacen los visitantes ilustres. Hace poco la tocó _y la foto del acontecimiento se publicó en primera página
en todos los grandes diarios del mundo_ el presidente de la China comunista. Comunista, sí: pero
presidente. Y de la inmensa China. De Colombia nunca nadie en la historia había sido invitado a tañer esa
campana sagrada. Ni, ni, ni... qué sé yo quién: ni siquiera el mismísimo maestro Botero. Y ahora vienen a
La Machaca especialmente para rogarle a 'Tirofijo' que les haga el honor de tocarla.
Sólo se me ocurre un precedente. A Laurent Kabila, hoy presidente del Congo, fueron a verlo a la selva los
de la Bolsa de Nueva York cuando era todavía un jefe guerrillero. Pero estaba ya a punto de derrocar al
dictador Mobutu, y el Congo tiene los recursos mineros más importantes del mundo: diamantes, oro,
cobalto, petróleo, uranio. ¿Hay cobalto en el subsuelo del Caguán? Está 'Tirofijo' a punto de derrocar al
presidente Pastrana? O si no, ¿qué busca sacarle Wall Street a la guerrilla colombiana? ¿Que invierta en
bolsa la plata de los secuestros? Es mucha, sí. O la de la droga. Tal vez es que los corredores de Wall Street
se han dado cuenta por fin de que para legalizar el dinero de la droga hay que legalizar la droga. ¿Será que
están leyendo mis artículos?
Hay quien explica, sin embargo, que el señor Grasso no viajó al Caquetá por 'Tirofijo', sino por Pastrana.
Que nuestro embajador en Washington lo convenció de que le hiciera el favor de darle a la paz en Colombia
una photo opportunity (esa oportunidad de tomarse una foto con el presidente de Estados Unidos que les dan
a los corresponsales de prensa para que después puedan jactarse ante sus amigotes: "Mire, este soy yo, y
el de detrás es Bill Clinton"). Puede ser así: el embajador Moreno es muy simpático, y el presidente Pastrana
también (esa es tal vez su principal virtud, si no la única). Pero ni que el señor Grasso fuera la mismísima
mamá de Pastrana para hacerle (¿a cambio de qué?) un favor tan trabajoso. Sin hablar de que, en
realidad, el favor de la photo opportunity no se lo hace a Pastrana, sino a 'Tirofijo'. Y no a la paz, sino a la
guerra.Un favor puramente simbólico, claro está. Porque es muy posible también que el señor Grasso mismo
no tenga ninguna importancia: que sea un simple lagarto que ocupa un puesto de resonancia. Pero eso: de
resonancia. Es como _precisamente_ la famosa campana. No es que, en términos reales, las acciones de la
Bolsa dejen de cotizarse si no suena la campana: pero ésta suena siempre para que la sesión se inicie. Otro
ejemplo: sin duda no es estrictamente necesario que una señora tan exclusivamente simbólica como es la
reina de Inglaterra instale las sesiones del Parlamento (a lo mejor, ni el Parlamento es necesario). Pero que
no las instale, y a ver qué pasa. La importancia de las cosas simbólicas es justamente esa: que simbolizan
otras cosas. Y la visita del señor Grasso _que a lo mejor, en lo personal, es simplemente un lagarto_ es
el símbolo de que Wall Street está apostando, como una buena inversión, por la guerrilla colombiana.
Y, en fin: tal vez no sea cierto que lean allá mis artículos. Pero lo que no se puede negar es que me copian
mis chistes.

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