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SILVIA PARRA

Medellín con corbatín

En medio de problemas, deficiencias y desgracias, el Foro Urbano Mundial llegó a refrescar el ambiente y a convertirse en vitrina para mostrarle al mundo lo que Colombia ha mejorado en los últimos años.

Silvia Parra, Silvia Parra
5 de abril de 2014

A partir del 5 hasta el 11 de abril a Colombia le tocará esconder debajo de la alfombra cualquier desorden, trastos y mugre acumulado durante años, vestirse de gala y sacar a relucir su mejor sonrisa y civismo, para abrirles las puertas a más de 20.000 invitados de 164 países que se reúnen en la capital paisa para estudiar y analizar el desarrollo urbano actual y futuro del mundo.
De las siete ediciones del Foro Urbano Mundial, enhorabuena, le llegó el turno a Colombia para que miles de cabezas expertas se reúnan con un solo propósito: pensar, debatir y analizar cuáles son el camino y los procesos efectivos para que una ciudad sea sostenible y equitativa.

Tengo todas mis expectativas puestas en este encuentro, ¿cuándo volveremos a tener a Naciones unidas y a más de 500 alcaldes, 50 ministros, decenas de académicos, expertos en transformación urbana, economistas, grupos juveniles, líderes comunitarios, activistas urbanos, grupos de mujeres y empresarios haciendo un potente brainstorming para descubrir finalmente cuál es la cura para el subdesarrollo y la clave para la equidad, la prosperidad y la seguridad?

Se trata de una única oportunidad que tenemos si no es para crear un plan de desarrollo, por lo menos para conocer y copiar las experiencias y buenas prácticas que ya se utilizan en otras ciudades del mundo y que han mostrado óptimos resultados.

En el planeta somos 7.000 millones de personas, de los cuales 3.600 millones vivimos en zonas urbanas, según la ONU, y en los próximos 20-25 años los pobladores urbanos van a aumentar en 100%. De manera que es ahora cuando Colombia y el mundo deben reorientar sus procesos de rehabilitación urbana; trabajar en la desigualdad, las diferencias entre ricos y pobres; promover la concienciación del medio ambiente; invertir en educación, tecnología; estimular al máximo los sistemas de transporte masivo para todos, clases medias y altas, y, sobre todo, hacer conciencia ciudadana en pro de la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Tristemente si miramos hacia atrás, es evidente que el modelo de desarrollo urbano que ha prevalecido en los últimos 50 años no ha sido sostenible, es insuficiente y ha generado mayor congestión, más contaminación, ciudades altamente costosas y la disminución en el bienestar de todos sus habitantes. Fuimos enseñados a desarrollar ciudades para vehículos y no para personas. Nos acostumbramos a estratificar a las personas y los espacios públicos en vez de facilitar su integración. Nos habituamos a vivir en un entorno de iniquidad, intolerancia, egocentrismo y violencia, aspectos que van en contravía del desarrollo urbano sostenible, y que nos hace a todos responsables, tanto a dirigentes como a ciudadanos, contribuir con la erradicación de estos paradigmas y malos hábitos si lo que queremos es  desarrollar ciudades en función del hombre y no hombres en función de las ciudades.

Sólo espero que del evento más grande del año y el más importante en toda la historia de Medellín traiga concienciación y no sólo genere un gran flujo económico por hotelería, transporte y restaurantes, sino que aporte soluciones y estrategias para el desarrollo urbano del país. Ver ejecutadas en las urbes colombianas al menos una cuarta parte de las propuestas que surgirán durante esta semana, a corto, mediano y largo plazo. Espero con ansiedad conocer las conclusiones y el compromiso que tomarán tanto el Gobierno como la ciudadanía, que no se nos queden las ideas en el tintero, y que este gran encuentro mundial no termine siendo una simple reunión social de mentes brillantes.