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Alberto Donadio  Columna

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Menos impuestos

Plantear un alza de impuestos es pedirles a los pobres, que sí tienen que trabajar, que hagan una vaca para mantener a empleados públicos devoradores del presupuesto y a políticos que viven en los mejores barrios.

Alberto Donadio
28 de mayo de 2022

Bajar los impuestos es la decisión más eficaz que el próximo Gobierno podría tomar para ayudar a los vendedores de aguacates. En todo el país hay vendedores callejeros de aguacates. Están en los semáforos o en la mitad de la cuadra. Ellos seguramente no presentan declaración de renta porque no tienen los ingresos requeridos. Pero sí son contribuyentes, pues pagan IVA. Hay IVA del 5 por ciento sobre el café y el chocolate, sobre el azúcar y las pastas alimenticias. El celulartiene IVA del 19 por ciento. Los vendedores de aguacates son empleo informal. El 43 por ciento del empleo en el país es informal, a la intemperie, a sol y agua. Los que venden mango o tinto en las calles también son empleo informal. Suman unos 5 millones de personas. Son la prueba visible de políticas económicas que no logran ofrecer oportunidades básicas de empleo. Nadie trabaja en un semáforo por gusto. Lo hace por necesidad. Preferiría trabajar bajo techo. ¿Qué haría un vendedor de aguacates si bajan los impuestos y le queda más dinero en el bolsillo? Gastar un poquito más. Comprar más cosas. Comer más empanadas y más tamales. Tomar más cerveza. Mover la economía. Generar riqueza, en lugar de darle su plata muy sudada a Emilio Tapia o a Samuel Moreno Rojas o a tantos bandidos que pululan gracias a la tolerancia oficial.

Pero ya hay economistas y exministros de Hacienda que plantean subir los impuestos el 7 de agosto. Dicen que los recaudos tributarios en el país son inferiores a los de un país de la Ocde. ¿Qué nos importa? El ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos es un engaño que Juan Manuel Santos perpetró contra el país. Es un embeleco. La Ocde es un club de países ricos: casi todos los de la Unión Europea más Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, es decir, los países que son destino migratorio de los colombianos que no encuentran oportunidades en su propia patria. Lo que hizo Santos es equivalente a afiliar a 100 personas de salario mínimo al Gun Club. ¿Acaso dejan de ser pobres por entrar a un club de ricos? Pura demagogia. Ahora nos vienen con que los niveles de tributación en Colombia son de 19,3 por ciento del PIB contra un promedio de 33,8 por ciento para los países de la Ocde.

Pero en Colombia pagamos impuestos dos veces. Pagamos impuestos a la Dian para que el Gobierno nos brinde el servicio público de policía, pero luego tenemos que pagar la vigilancia privada. Todos los conjuntos residenciales y todos los edificios de apartamentos y de oficinas tienen que contratar vigilantes particulares porque, de lo contrario, los ladrones se cuelan por la portería. En Colombia pagamos impuestos a la Dian para que el Estado construya las carreteras, pero después pagamos otra vez porque las vías intermunicipales medianamente transitables tienen peaje. La Dian nos cobra impuestos para garantizar el derecho a la salud, pero después tenemos que volver a pagar: una vez a la EPS y una segunda vez a la prepagada, aunque es una minoría la que puede pagar la prepagada.

En Canadá, el Gobierno le retiene al trabajador en impuestos la mitad de su salario, pero la educación y la salud son gratuitas. Estamos hartos de los economistas y exministros de Hacienda que siempre plantean la urgencia de una reforma tributaria estructural. Los impuestos sirven, en teoría, para que un intermediario llamado Estado les lleve el bienestar a los contribuyentes. Pero cuando en la práctica ese intermediario es ineficiente, corrupto y mal administrador, hay que reducir los impuestos para que los contribuyentes, por su cuenta, atiendan en lo que puedan lo que no les da el Estado burócrata y derrochador.

El Estado ya les falló a los vendedores de aguacates. Pensar en que paguen más impuestos es un abuso. Plantear un alza de impuestos es pedirles a los pobres, que sí tienen que trabajar, que hagan una vaca para mantener a empleados públicos devoradores del presupuesto y a políticos que viven en los mejores barrios. Los gobiernos dicen que no hay modo de recortar gastos porque rubros como pensiones y deuda no se pueden tocar. ¿Entonces no podemos pedir que no se desvíen los impuestos al peculado, a la concusión, al cohecho, al enriquecimiento ilícito? Estamos hastiados de estos economistas y exministros de Hacienda que jamás han sido capaces de darle a Colombia una economía como la que tienen en estos momentos los Estados Unidos, donde abundan las oportunidades de trabajo y las empresas no encuentran operarios. Hay un desempleo bajísimo del 3,6 por ciento y en algunos estados del 2 por ciento y los trabajadores imponen sueldo y condiciones. Nadie tiene que vender avocados en los semáforos. Un colombiano que logre entrar hoy a Estados Unidos ilegalmente por México al día siguiente está trabajando y ganando 15 dólares la hora. Estamos cansados del disco rayado.