OPINIÓN
La recta final
La libertad de prensa ha sido víctima de atropellos que los colombianos de bien, que somos la mayoría, no vemos con buenos ojos.
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Colombianos, después de observar con atención el comportamiento de quienes, muy seguramente, de manera soterrada, perversa, mal intencionada e irresponsable, organizaron y ejecutaron los acontecimientos de la semana pasada, podemos deducir que el nivel de desesperación es muy alto en quienes, de una u otra manera, nos han dejado ver que jamás se prepararon durante tantos años para asumir la responsabilidad que un grupo de colombianos puede asumir: la de gobernarnos. Este escenario me hace pensar en las dinámicas donde, desde temprana edad, nos desempañamos y nos desenvolvemos en la vida militar.
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En esta columna, me centraré en hablarles de la figura del líder. El líder siempre debe buscar la manera de orientar, dirigir, conducir a sus liderados hacia el éxito. Además, debe servir de ejemplo en cada acción que ejecuta, comprometiéndose con su equipo y consigo mismo y teniendo en cuenta la figura que representa ante ellos. En tal virtud, si alguna persona tiene claro estos conceptos, somos nosotros los militares, quienes a lo largo de nuestra carrera tenemos sobre nuestros hombros la responsabilidad de comandar y liderar grupos de personas que depositan su confianza ciegamente en sus líderes, por la estructura jerárquica bajo la cual está concebida la institución.
Nuestra nación atraviesa momentos muy delicados, sensibles y coyunturales y cuenta con una clase dirigente, en términos políticos, que debe velar por quienes también esperamos de ellos, que cumplan debidamente con sus funciones en cada uno de sus cargos.
Muchos colombianos hoy expresan su preocupación por la manera como se nos está liderando, y entiendo perfectamente sus inquietudes. Ellos escriben en las redes sociales que debe salir un general a “salvar la patria”. Nos han tildado de todo, que somos desleales, que vamos a dejar que el país siga cayendo hacia el abismo.
No podemos nosotros, los soldados, atropellar lo más sagrado que tenemos en nuestra nación, la Constitución Nacional. Quiero dejar claro en estas líneas que jamás nos prestaremos para irrumpir en un gobierno y mucho menos seremos violadores de la democracia. Lo que haremos, es defender la democracia, por lo que sí le pedimos a quienes tienen también la obligación de ceñirse a la carta magna, que sean también respetuosos de la misma, dentro de este Estado de derecho democrático.
La libertad de prensa ha sido víctima de atropellos que los colombianos de bien, que somos la mayoría, no vemos con buenos ojos. Esos ataques tienen responsables y debemos dejar registrados todos estos eventos, para que la nación y el mundo entero estén vigilantes y atentos a estos sucesos que dejan mucho que decir de quien hoy debe, por cargo y funciones, responder por seguir el legado recibido de quienes igual que él, fueron elegidos en democracia, gobernaron en democracia y entregaron la posta de presidente en democracia.
El trabajo de los periodistas se respeta y valora, y más cuando este lleva un ingrediente investigativo de trabajo serio. Todo lo que hoy estamos viviendo deberá quedar registrado como una minuta o bitácora, para que respondan por acción u omisión.
Colombianos, como general de la República de Colombia, y asumiendo la gran responsabilidad que me asiste como excomandante del glorioso Ejército de los colombianos, y como un viejo soldado, quiero motivar a todos los que hoy estamos comprometidos con el futuro de nuestra nación a que dejemos el miedo de pronunciarnos, de manera verbal o escrita, con el único propósito de dar a conocer nuestro pensamiento, que no tiene otra intención de sumar y multiplicar, más nunca de restar y dividir.
Colombianos, la manera de mejorar es no dejando cometer errores al líder. Durante toda mi carrera militar, me dejé asesorar de mis mejores hombres y mujeres (Oficiales, Suboficiales, Soldados y Personal Civil al Servicio de la Fuerza). De esta manera, todo el equipo se sentía miembro responsable de cualquier decisión que se tomara. El Ejército es fuerte por eso, y no solo mi institución, sino también las demás instituciones que componen las Fuerzas Militares.
El Estado Mayor Especial es una organización que da muestra de la importancia de contar con estructuras de diálogo y espacios de pensamiento compartido para mejorar las capacidades de liderazgo. Esta institución se estructuró como un “gabinete”, hablando en términos políticos, para asesorar de manera directa al comandante del Ejército con el propósito de ayudarle a pensar y tomar las mejores decisiones. Un buen líder debe aprender a escuchar, absorber ideas, dejarse asesorar por personas expertas en los temas que tal vez él no maneje con absoluta idoneidad.
Hago un llamado a quienes hoy se dedican a la política colombiana, para que brinden su apoyo a nuestros líderes políticos. Soy optimista, como ciudadano colombiano, de la educación, preparación y profesionalismo de quienes hoy integran los tres poderes del Estado colombiano y entes de control. Y sé que mientras se respete esta independencia, el país estará a salvo. Soy un convencido de que somos un país fuerte democráticamente hablando y que no podemos seguir viendo actos vandálicos y terroristas como los últimos frente a incursionar a la fuerza a las instalaciones de un medio de comunicación y ataques de palabra a los periodistas; lo anterior disparó las alarmas de la libertad y orden, que identifican a una nación.
La historia de nuestro país nos ha madurado a lo largo del tiempo, y es por ello que insto a los colombianos a elegir a sus líderes políticos con sabiduría, porque en cabeza de ellos está buscar las mejores alternativas para que nuestro país crezca como nación. Los colombianos hoy exigimos que se nos gobierne pensando en grande. Que se nos gobierne dejando de lado los discursos de odio que lo único que buscan es agrandar las heridas que a lo largo de los años hemos querido cicatrizar. Pero también que el gobierno esté acompañado de una justicia fuerte, clara, objetiva, imparcial que permita sanar los corazones de los colombianos que por distintas situaciones han sufrido. Necesitamos de leyes que promuevan el bienestar justo de todos los nacionales y que apunten siempre a buscar el bien común. Hoy nos une un solo propósito, el de pensar en país, el de pensar en Colombia y pensar en grande, dejando finalmente dos reflexiones:
La primera de ellas es para quienes hoy acompañan al líder político desde la casa de Nariño, sobre todo a los que hacen parte de su gabinete ministerial, a sus consejeros inmediatos, para que hagan su tarea sin miedos de ninguna índole. Son hombres y mujeres que se deben a un país y no a una persona que no quiere entender que ese no es el camino correcto. Y segundo, he de insistirles que los militares no somos lo que muchos de manera irresponsable piensan y de lo que nos tildan. Nosotros amamos a Colombia y lo hemos venido demostrando durante muchos años de manera incondicional, dándolo todo, hasta nuestras propias vidas, por nuestro país. A Colombia no lo salvan solamente los militares, la salvará la sumatoria de sentimientos de todos y cada uno de los colombianos obrando de la manera como está escrito y lo ordena la Constitución Nacional.
Mientras reflexionamos sobre el particular, quiero pedirles a todos los colombianos, por medio de esta columna de opinión, que mi mensaje en plena recta final es votar a conciencia este 29 de octubre, con la plena convicción de pensar en país y, así, salvar a Colombia, desde cada una de las regiones y sus territorios.