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MENTIRAS Y VERDADES

La mitad de lo que dice el gobierno es cierto y la mitad de lo que dice la oposiciòn tambièn. Lo que no se sabe es cuàl mitad.

Semana
6 de noviembre de 1995


LA POLARIZACION CADA VEZ MAS VIsible que provoca el proceso 8.000 en Colombia ha hecho que cada bando descalifique las afirmaciones del otro, sólo por venir de donde vienen. El resultado son un montón de mentiras y verdades de lado y lado, ignoradas o aceptadas por unos y por otros sólo en la medida en que a cada cual le conviene.
Uno llega a la conclusión de que la mitad de lo que dice el gobierno es cierto y la mitad de lo que dice la oposición también. Lo que no se sabe es cuál mitad. Estos son unos ejemplos.
* Hay una conspiración de la DEA. Cierto. Hay que ser mago para saber si es la DEA, pero hay que ser ciego para no darse cuenta de que el gobierno de Estados Unidos está metido en la cosa, a través de cualquiera de sus agencias, que bien puede ser la DEA, la CIA o alguna otra. Tampoco sé si quieren tumbar o no al presidente Samper. Pero que están metidos, lo están.
El caso del chileno Pallomari demuestra no sólo que están metidos sino que además lo hacen jugando duro. Aparecer en Estados Unidos con un delincuente que estaba en Colombia -y que tenía orden de captura aquí- es una bofetada al gobierno colombiano, aun en el caso de que resulte cierta la tesis increíble de que Pallomari se presentó por su cuenta a las autoridades gringas en la Florida.
Malo para el gobierno que el ministro Horacio Serpa hubiera soltado la mención a la DEA en un mal momento, a propósito del atentado de Antonio José Cancino, y muy malo que quien pretende revelar la participación de la DEA sea un parlamentario que encuentra sus argumentos en las celdas o en las guaridas de los bandidos.
* La economía no se ha resentido como consecuencia de la crisis. Falso. En asuntos económicos, las cifras no reflejan la realidad de hoy sino la de ayer. Y las cifras actuales muestran tranquilidad en lo que tiene que ver con el costo de la vida, y al parecer señalan una perspectiva aceptable en esa materia para el futuro cercano.
Pero son demasiados los empresarios de todos los tamaños que coinciden en que la crisis política ha afectado sus negocios, como para decir que no está pasando nada. Ellos mismos han disminuido o eliminado las decisiones sobre proyectos nuevos de inversión, por el riesgo que implica la incertidumbre institucional en Colombia. Y si eso ocurre por los lados de las empresas colombianas, ni qué hablar de las extranjeras. Negar esto es (ahí sí) tapar el sol con las manos.
* La Fiscalía ha sido imparcial. Falso. La trayectoria pasada y el comportamiento actual del fiscal Alfonso Valdivieso son plena garantía de que el proceso que involucra al Presidente y a sus colaboradores de campaña política, así como el que tiene enredados a algunos ex parlamentarios, se está realizando y se seguirá llevando dentro del marco del derecho y con todas las garantías del caso.
Pero eso no significa que la Fiscalía haya sido del todo juiciosa. Las filtraciones del comienzo -así se hayan producido a espaldas de los jefes- y las declaraciones del vicefiscal Adolfo Salamanca indican una predisposición en la Fiscalía frente al asunto que están tratando.
Es infantil el argumento de que el vicefiscal no mencionó a nadie en particular cuando dijo que sí había entrado plata del narcotráfico a la campaña o cuando afirmó que el gobierno quería impedir que se llegara a la verdad. Lo que pasa es que Salamanca está tan fuerte que hizo el desplante a sabiendas de que no se iba a caer.
* El gobierno ha manejado mal esta crisis. Cierto. Puede ser el único punto sobre el que hay consenso. El gobierno se ha dedicado a repartir amores y odios con argumentos sentimentales, y ha perdido varias buenas oportunidades de tener control sobre lo que sucede.
* Las cortinas de humo son, de por sí, criticables. Falso. Mucha gente ha caído en el simplismo de cuestionar actitudes del gobierno por considerar que son trucos para desviar la atención sobre el proceso 8.000. Claro que se trata de cambiar de tema. Pero a los gobiernos hay que juzgarlos por sus resultados y no por sus intenciones. Es posible que el plan de lucha contra el secuestro, la estrategia contra la inseguridad y el plan de 10 años de educación sean cortinas de humo fríamente calculadas. Pero si resultan efectivas, serán un gran acierto y no un error.

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