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Sorpresas nos dio la Mesa

Acompañar el proceso con el ELN es un deber si de verdad queremos conseguir la paz completa. Se lo debemos a quienes en regiones de Catatumbo, Arauca, Sur de Bolívar, Chocó aún viven el rigor de la violencia en su cotidiano

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
10 de abril de 2017

La mesa de Quito produjo resultados.

En un país acostumbrado a que los proceso de diálogo con el ejército de liberación nacional ELN, además de poco satisfactorios han sido a la final improductivos, hay novedad.

Es cierto que a escasos dos meses de instalada la mesa Gobierno -ELN no tenemos el acuerdo final que con vehemencia reclaman sectores de poder y de opinión pero el acuerdo es relevante.

El compromiso anunciado por el Gobierno y el ELN: para proteger a la población no combatiente, y a la población civil de los efectos del conflicto armado en el marco de las normas del Derecho Internacional Humanitario DIH, atiende la demanda de comunidades y organizaciones, que reclaman por el riesgo que les significa vivir en territorios en los que se expresa la confrontación armada y es un avance indiscutible hacia el cese de fuegos deseado.

Esperemos que departamentos como Arauca, Chocó y zonas del Catatumbo reciban pronto este indiscutible beneficio.

De esta decisión se deriva otra no menos importante y es el desarrollo de un acuerdo sobre el uso de las minas y su impacto en las comunidades.

¿Como será?, ¿en que lugar o lugares se aplicará? ¿Que rol jugara el ELN?, ¿Cuál los diferentes organismos de Gobierno?

Esto será materia de discusión en la siguiente ronda, así lo anuncian las partes en el comunicado del 6 de Abril.

El proceso va avanzando y se observa que hay camino.

Ahora bien,  este proceso no es valorado por el país de la política y es casi desconocido para la mayoría de los colombianos. Se observa con distancia y sin expectativa.

Esto desde el criterio de temer una frustración parece positivo, pero la participación de la sociedad en sus diferentes matices es reclamado por el ELN como esencial para salir de la guerra.

El Gobierno sabe que el acompañamiento a sus iniciativas de paz por parte del Centro Democrático, su más fuerte opositor es difícil, y aunque ha convocado al senador Uribe para que nombre un delegado en la mesa con el ELN este no lo ha hecho hasta el momento.

En igual sentido la renuncia en febrero del senador Germán Varón Cotrino a participar en la mesa de Quito debilita el proceso y la mesa misma. A ello se suman las declaraciones del Partido Verde a través de Claudia López su senadora más destacada quien en declaración pública llamo al gobierno a bombardearlos y ser eficaz en los ataques contra esta organización para lograr que se movieran en la mesa.

Así las cosas, el débil respaldo político y social al proceso lo pone en riesgo de quedar ahogado entre los hilos de un debate electoral que se perfila corto y muy agresivo.

La Mesa de Quito debería finalizar su tarea antes del fin del gobierno Santos. El escenario con un nuevo gobierno sea este del Centro Democrático, Cambio Radical o incluso del Partido Verde no será positivo si nos atenemos a la actitud y declaraciones hechas por estos actores de la política y el poder.

Acompañar el proceso es un deber, si de verdad queremos conseguir la paz completa. Se lo debemos a quienes en regiones de Catatumbo, Arauca, Sur de Bolívar, Chocó aún viven el rigor de la violencia en su cotidiano.

El aislamiento de la mesa y su fracaso sirve sólo a quienes tienen como prioridad llegar al gobierno en el 2018 para instaurar el viejo orden.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

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