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Mientras llegaba el futuro

El Valle le debe gran medida de su desarrollo a la internacionalización. Aunque Cali es una de las poblaciones más antiguas de Colombia—se fundó en 1536, 80 años antes que Medellín y 277 años antes que Barranquilla—, hasta hace poco más de 100 años era prácticamente una aldea, con una tercera parte de la población de la primera y la mitad de la población de la segunda.

Esteban Piedrahita
20 de septiembre de 2017

Su destino, y el de todo el Departamento (fundado apenas en 1910), cambiaron en 1915 con la inauguración del Ferrocarril del Pacífico, un año después de la del Canal de Panamá, que los acercó tanto al mar como al mundo.

Las décadas que siguieron fueron de crecimiento vertiginoso, sin parangón en Colombia y con pocos paralelos en América Latina. Una más eficiente salida a los mercados internacionales contribuyó a la migración de la industria cafetera—entonces, por lejos, la más importante de Colombia—del nororiente al suroccidente del país. De despachar menos del 5% de las exportaciones del grano antes de la inauguración del ferrocarril, Buenaventura alcanzó el 50% a finales de los 30 y superó el 80% a fines de los 50, y Cali y, en menor medida, otras ciudades del Valle del Cauca, se convirtieron en centros importantes para la industria trilladora y los servicios conexos.

La instalación de nuevas infraestructuras vinculadas a la internacionalización, como el primer aeropuerto en 1933 y la Vía al Mar en 1945, además de sus excepcionales condiciones naturales y de un liderazgo político y empresarial visionario, permitieron a Cali y al Valle aprovechar, quizás mejor que cualquier otra región de Colombia, el modelo de sustitución de importaciones que imperó tras la crisis económica de los años 30. Entre esa década y los años 70 llegaron al Valle más de 40 empresas industriales norteamericanas y europeas en sectores como los de alimentos procesados, farmacéuticos y otros químicos, productos de aseo del hogar y personal, llantas, materiales de construcción, y papel y cartón, entre otros.

El “know how” que inyectaron estas empresas al tejido económico local (pero también, por ejemplo, al cultural y al educativo,) fueron determinantes para que Cali fuera, durante la mayor parte de ese período, la ciudad de mayor crecimiento en Colombia—la población se multiplicó por 10 entre 1938 y 1973—y para que, en muchos de esos sectores, el Valle sea todavía líder indiscutido en el país, a la vez que presenta algunos de sus mejores indicadores sociales.

Esta especie de “internacionalización contenida”, con mejor conexión al resto del mundo y éxito en la atracción de empresas extranjeras, pero con comercio exterior administrado y restringido, que había resultado tan provechosa para Cali y el Valle, empezó a mostrar su agotamiento en América Latina en la década de los 70, y entró en franca crisis en los 80 cuando se cerró el financiamiento externo para la región. Lo que le seguiría, la liberalización económica y apertura comercial y de capitales, implementada simultáneamente por casi todas las naciones latinoamericanas a principios de los 90, presentaría importantes desafíos para nuestra región.

El libro “Mientras llegaba el futuro”, publicado esta semana por la Cámara de Comercio de Cali, se enfoca en el análisis histórico de la evolución del Valle tras la apertura económica en Colombia, desde diferentes perspectivas. Su objetivo es contribuir al entendimiento de lo que sucedió en materia económica y social en ese período y arrojar enseñanzas y luces para el desarrollo futuro de nuestro departamento.