Home

Opinión

Artículo

Luis Carlos Vélez Columna Semana

OpiNión

Mirando para otro lado

Aunque la división del poder establece que no siempre las observaciones del Ejecutivo y sus representantes coinciden con lo que opinan la rama judicial y legislativa, llama la atención la manera en que la administración Biden ha asumido el tema de Colombia.

Luis Carlos Vélez
4 de febrero de 2023

Old Ebbitt Grill es un famoso restaurante de comida americana al lado de la Casa Blanca, en Washington. Por su proximidad al centro de poder estadounidense, la leyenda dice que sus mesas, en las que se sirven platos típicos de la costa noreste de Estados Unidos, son testigos silenciosas de los secretos más importantes del Gobierno americano. 

Fue precisamente en ese lugar en donde, hace un tiempo, un entonces alto funcionario de la Casa Blanca me explicaba que, teniendo en cuenta la complejidad de la agenda internacional del Ejecutivo, el tema Colombia no era uno necesariamente prioritario. En una conversación informal, describía que los temas internacionales que manejaba la Casa Blanca eran tan grandes, delicados y difíciles, que trabajarlos era como sostener platos finos dando vueltas a gran velocidad con palitos chinos. Cualquier mal movimiento haría que se cayeran todos. 

La descripción es la única que me cuadra para interpretar el tono calmado y prudente con el que la semana pasada el embajador de Washington en Colombia, Francisco Palmieri, se refirió a los temas concernientes a nuestro país.

Al ser preguntado por el aumento en el narcotráfico en los últimos meses, el representante diplomático contestó: “Nos preocupa que en los últimos cinco años los cultivos de droga han aumentado en el país”, evitando hacer referencia directa sobre la administración Petro. Y sobre la polémica propuesta de la paz total, dijo: “Estados Unidos apoyará todos los esfuerzos de pacificación del país”. No hubo llamados de atención, banderas rojas o señales a seguir en el tema.

Sus palabras, o ausencia de las mismas, contrastan con lo que recientemente dijo el fiscal general adjunto de Estados Unidos tras una visita del fiscal general de Colombia, Francisco Barbosa, en el marco de la negativa del funcionario colombiano de liberar presos por la llamada paz total: “Colombia sigue siendo un socio indispensable para los Estados Unidos. El firme apoyo del fiscal general Barbosa al Estado de derecho, respetando al mismo tiempo los compromisos bilaterales, ha sido la piedra angular de nuestros esfuerzos en materia de aplicación de la ley con Colombia”.

Las declaraciones del embajador Palmieri son muy diferentes con lo que personalmente percibí durante un recorrido que hice por el Congreso estadounidense la semana pasada.

En diálogo para Noticias Univisión 24/7, Marco Rubio, senador republicano por Florida, me dijo: “Yo creo que esta administración lo que ha decidido es ser amigo de nuestros enemigos y enemigo de nuestros amigos. Así que tenemos un presidente, por ejemplo, en República Dominicana, en Guatemala, en Ecuador, que buscan cooperar con Estados Unidos toda una serie de temas, y lo que hace es castigarlos. Mientras tanto, tenemos un Gobierno nuevo en Colombia con tendencias que van en contra de las prioridades de este país, obviamente el régimen en Venezuela. Se ha ignorado el tema de Nicaragua y con estos gobiernos lo que estamos buscando es un arreglo”.

Aunque la división del poder establece que no siempre las observaciones del Ejecutivo y sus representantes coinciden con lo que opinan la rama judicial y legislativa, llama la atención la manera en que la administración Biden ha asumido el tema de Colombia. Pareciera que no le importara que el narcotráfico está creciendo, que se estuviera buscando perdonar a narcos, haciendo negocios con China, que hubiera injerencia de Rusia en las elecciones y que los acercamientos con el régimen Maduro ya fueran al nivel de la primera dama. Presidente Biden, no mire al otro lado. USA SOS.

Noticias Destacadas